Estudio del BID señala que los habitantes de algunos países más pobres son los más optimistas, en tanto los de algunos países más desarrollados son los más pesimistas.
¿Qué factores determinan la felicidad? Este 20 de marzo se vive el Día Internacional de la Felicidad, instituido el 28 de junio de 2012 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrándose por primera vez el año 2013.
“La felicidad se nos presenta como una condición anhelada socialmente y pareciera ser, por tanto, escasa. Tal como lo planteó Aristóteles hace siglos, la felicidad es la meta que hombres y mujeres buscan a lo largo de su vida. Sin embargo, a pesar del alto nivel de desarrollo tecnológico que nuestras sociedades han alcanzado, parecen no existir descubrimientos ni recetas que nos den pistas para alcanzarla”, comenta la especialista en Calidad de Vida, Karina Gatica, de la Universidad del Pacífico en Chile.
La Coordinadora de la Cátedra Calidad de Vida en la citada casa de estudios, dice que -de acuerdo a algunos estudios realizados en América Latina- el bienestar es menor que en países de la OCDE, sin embargo, el diferencial es menor de lo que el modelo podría predecir. “Cuando el modelo completo se aplica, los encuestados latinoamericanos parecen estar más satisfechos con sus vidas que lo que las circunstancias sugieren”, dice.
Algo similar sucede con el estudio del BID “La calidad de vida más allá de los hechos”, que da cuenta de que los latinoamericanos están satisfechos con sus vidas. “Los habitantes de algunos países más pobres son los más optimistas, en tanto los de algunos países más desarrollados son los más pesimistas”, precisa.
En este estudio, en una escala de 0 a 10, los latinoamericanos califican en promedio con un 5,8 la calidad de sus propias vidas, aproximadamente en el punto medio de todas las regiones. Las personas que pertenecen a grupos socioeconómicos más altos tienen mejores percepciones de sus condiciones de vida personales en todos sus aspectos, sin embargo, las diferencias en las percepciones con los grupos socioeconómicos más bajos son muy reducidas.
El quintil más alto evalúa con un 6,5 su nivel de satisfacción con la vida y el quintil más bajo con un 5,0. Esta diferencia es bastante baja, si se considera que en los países de América Latina el quintil de ingresos más altos de cada país percibe, en promedio, cerca del 57% del ingreso total, mientras que el quintil más pobre percibe cerca del 4%.
De igual forma, el 79% de los individuos del quintil de ingreso más alto en sus países se declara satisfecho con su calidad de vida material, frente al 57% de aquellos del quintil más bajo.
“Esto implica que los grupos de ingresos más bajos tienen un sesgo optimista más pronunciado que los grupos de ingresos más altos”, dice Gatica y agrega que “se genera una ‘paradoja del crecimiento infeliz’, ya que se observa que el crecimiento económico, en vez de elevar, reduce la satisfacción de los diversos aspectos de la vida de las personas, especialmente en países que han alcanzado un cierto estándar de ingresos y de consumo”.
¿Cómo se mide un término tan esquivo como la felicidad? La docente Karina Gatica explica que un buen intento ha sido el Índice de Satisfacción con la Vida, creado por el analista de la Universidad de Leicester, Adrian G. White, herramienta que incorpora factores como la salud relativa de las personas, su riqueza y el acceso a la educación.
Además se realiza una encuesta donde se pregunta a las personas elegidas hasta qué punto se sienten felices, una novedad algo arbitraria, ya que dependerá de lo dispuestos que estén los encuestados a expresar sentimientos y dar cuenta de su subjetivad.
De acuerdo al Informe de Desarrollo Humano 2013, las capacidades más relevantes para el logro del bienestar subjetivo son: gozar de una buena salud, tener cubiertas las necesidades físicas y materiales básicas, conocerse a sí mismo y tener vida interior, sentirse seguros y libre de amenazas, participar e influir en la sociedad, experimentar placer y emociones, tener vínculos significativos con los demás, ser reconocido y respetado en dignidad y derechos, conocer y comprender el mundo en que se vive, disfrutar y sentirse parte de la naturaleza, tener y desarrollar un proyecto de vida propio.
“Los estudios evidencian que para alcanzar la felicidad es importante el ámbito personal, el entorno social y las circunstancias que parecen determinar los niveles de bienestar subjetivo, dando cuenta que existen dos espacios privilegiados para el disfrute, según los resultados del estudio realizado por Csikszentmihaly y dados a conocer en su libro Flow, estos son el trabajo y las relaciones sociales”, concluye la docente.