Organizaciones científicas, con el apoyo de Unicef, llevan años trabajando en llamar la atención de la importancia del yodo en el desarrollo de bebés y niños pequeños. Un nuevo estudio demuestra que todavía hay millones de menores que no reciben una adecuada dieta.
Consumir yodo durante el embarazo puede ser una de las claves para el desarrollo cerebral y psicológico de los bebés. Desde hace años, Unicef y GAIN, una alianza global para mejorar la alimentación, están trabajando en determinar cuáles son los efectos de una dieta baja en este mineral y cuáles son los esfuerzos necesarios para mejorar su consumo en todo el mundo.
En un reciente estudio revelado por el programa de la ONU para la infancia muestra que todavía hay mucho que hacer en este tema. Según las cifras publicadas, 19 millones de bebés y niños en todo el mundo están en riesgo de daño cerebral o problemas en su desarrollo psicológico por no consumir suficiente yodo.
Aunque desde mediados de los años 90 existe un movimiento mundial para agregar pequeñas cantidades de yodo a la sal que se consume a diario, todavía hace falta muchos más gramos para prevenir los riesgos de los menores. “La deficiencia de yodo generalizada puede disminuir el capital cognitivo de naciones enteras, disminuyendo el progreso socioeconómico”, explica una publicación del diario inglés The Guardian.
Para dar una idea mejor de cuál es el impacto que tiene este mineral en su desarrollo, científicos aseguran que el 14 % de los bebés que no consumen suficiente yodo pueden tener entre ocho y 10 puntos menos en su coeficiente intelectual en comparación con niños que sí tienen suficiente acceso al mineral.
De acuerdo con el reporte que se conoció ayer, los países más afectadas por la falta de yodo en la dieta diario son: Burundi, Mali, Madagascar, Mozambique, Sudán del Sur y Sudán. Otro de los datos que llaman la atención del estudio es que en África, al rededor de 3.9 niños no tienen acceso a los niveles del mineral que son necesarios para su correcto crecimiento.
Varios nutricionistas que participaron de la investigación aseguran que todavía hace falta un compromiso más notorio de los productores de sal pues, es en este condimento, en donde los niveles de yodo deberían ser más altos. Los científicos recuerdan que otra fuente importante de este mineral es la leche.
“Toda la sal que se consume debe estar yodada. Todavía hay productores que añaden el mineral de manera irresponsable al condimento y por eso vemos que hasta en Inglaterra hay problemas con su consumo”, explica el informe, en donde además se recuerda que el consumo de sal debe estar limitada a no más de cinco gramos al día.
Para hacer un esfuerzo mundial para acabar este riesgo en el desarrollo de los bebés que es completamente prevenible, los científicos autores del informe sugieren que los procesos para agregar yodo a la sal deben ser una prioridad para los planes de países en todo el mundo para mejorar la nutrición de los niños.