Las mexicanas no sólo emprenden abriendo un negocio, también y en la mayoría de los casos, lo hacen a través desocupaciones adicionales a las de su trabajo formal.
Las mujeres se han vuelto una parte importante del mundo económico, ya que a pesar de los obstáculos como la violencia, machismo y desigualdad de oportunidades, cada vez son más las mujeres que buscan crecer, generar empleos y covertirse en empresarias.
Ejemplo de ello es que de cada cinco pequeñas y medianas empresas (pymes) que se abren en el país, tres están lideradas por mujeres. Tan sólo de 1995 a 2013, la cifra pasó de 2.5 a 4 millones de emprendedoras, de acuerdo a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
“Por un lado, factores como la oportunidad de aprovechar los propios recursos y poner en práctica las habilidades adquiridas por estudios o experiencia profesional, y, por otro lado, la necesidad de aportar económicamente a su entorno familiar son causantes de esta incorporación. Ésta última tiene una importante repercusión en las familias, ya que hace que las mujeres dejen de tener una dependencia económica total, las empodera y propicia una cultura de mayor igualdad en su comunidad”, comentó Paloma Quijano, colaboradora del Centro de Emprendimiento y Desarrollo Empresarial (CEDE) de la Ibero.
Las mexicanas no sólo emprenden abriendo un negocio, también y en la mayoría de los casos, lo hacen a través deocupaciones adicionales a las de su trabajo formal. Mientras que los hombres inician un negocio para materializar una idea o bien, generar un nuevo producto o servicio, muchas mujeres lo hacen por necesidad, pues buscan incrementar sus ingresos a través de pequeños negocios.
Este tipo de emprendimiento se basa en modelos en los que aumentan sus ingresos como distribuidoras, vendedoras o representantes de alguna marca y utilizan sus propias redes de contactos.
“Muchas mujeres emprenden por necesidad, pues hoy persisten muchos obstáculos en el ámbito laboral: la oferta de servicios de cuidado infantil es insuficiente y las prácticas laborales flexibles, son prácticamente inexistentes. Es por eso que, ante un mercado laboral que no ha sabido adaptarse a sus necesidades, no es sorprendente que, para muchas mujeres, el emprendimiento sea la única alternativa para desarrollarse profesionalmente y aumentar sus ingresos”, declaró Manola Martín Rangel, directora de Egresados y Desarrollo Profesional de la Universidad Iberoamericana.
Por ello, el emprendimiento femenino representa un potencial que estamos desaprovechando. Con base en cifras del Banco Mundial, se calcula que 70% de las mujeres que emprenden no tienen acceso a ningún tipo de financiamiento, lo que ocasiona un déficit alrededor de 300,000 millones de dólares en materia de emprendimiento.
“¿Qué podemos hacer? Apoyar a mujeres emprendedoras a tener planes de inversión, solvencia, así como, desarrollo, crecimiento, expansión e internacionalización, de esta manera, sus negocios se convertirán en los motores de impulso económico que necesitamos. Hoy, no podemos estar satisfechos con negocios que sólo fomenten el empleo. Necesitamos empresas más productivas y rentables, establecidas en los sectores más redituables y con el capital suficiente para expandir sus operaciones”, añadió Manola Martín Rangel.
Es necesario seguir fortaleciendo las leyes que estimulen las negociaciones con empresas grandes lideradas por mujeres, también se debe hacer que se observe la inversión de los fondos de forma más equitativa entre hombres y mujeres.
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