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Encuentran clave del "eslabón perdido" en península de Yucatán
Jueves, Mayo 15, 2014 - 17:38

Revista "Science" publica un estudio sobre un esqueleto sorprendentemente bien conservado de entre 12.000 y 13.000 años de antigüedad que tiene las proporciones craneales de los beringianos y un rasgo genético exclusivo de los nativos de América. Los restos fueron descubiertos en una fosa oceánica en el mar de Tulum, en México.

La humanidad llegó a América cruzando el estrecho de Bering, entre lo que actualmente son Siberia y Alaska. Eso ya no hay quien lo dude. Sin embargo, existe una controversia porque las características físicas, sobre las proporciones del cráneo, de los primeros americanos o beringianos no se parecen a las de los indígenas americanos contemporáneos. Incluso se ha especulado sobre la posibilidad de que haya habido orígenes distintos para estos grupos humanos.

La revista "Science" publica un estudio sobre un esqueleto sorprendentemente bien conservado de entre 12,000 y 13,000 años de antigüedad que tiene las proporciones craneales de los beringianos y un rasgo genético exclusivo de los nativos de América. “Hay que ser cuidadosos”, dice James Chatters, autor principal del estudio, hecho en una gran colaboración entre la National Geographic Society, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) con investigadores y fondos de diversas universidades de Estados Unidos.

“Este estudio no excluye la posibilidad de que haya habido orígenes distintos, porque sólo tenemos un individuo, pero podemos decir que el esqueleto (el único que se ha encontrado de toda una época y todo un continente) no da bases para pensar que haya habido orígenes distintos” sino que la evolución se dio en el continente americano.

Los restos de Naia, quien vivió sólo 16 o 17 años, fueron descubiertos en una fosa oceánica en el mar de Tulum, frente a la península de Yucatán, llamada Hoyo Negro. Su esqueleto, completo y tan bien conservado que permitió analizar el ADN mitocondrial de una de sus muelas, es uno más junto con los de osos y tigres dientes de sable, algunos incluso más antiguos.

Pero Naia es única en la paleohistoria del continente. La Humanidad llegó a lo que entonces era el Puente de Tierra en Bering (o Beringia) hace entre 26,000 y 18,000 años, y comenzó a expandirse hacia el Sur en algún momento hace unos 17,000 años. Sin embargo, aquellos primeros americanos eran no sólo nómadas sino “muy nómadas”. Se desplazaban mucho y no hacían, entierros muy formales. Lo que ha hecho casi imposible encontrar sus restos.

Se tienen fragmentos de huesos aquí y allá. Así que en realidad sabemos muy poco de ellos. El equipo de buzos del Proyecto Espeleología de Tulum (PET), encabezado por Alberto Nava, se juntó simplemente por la curiosidad.

“PET surgió del deseo de explorar las cuevas en Quintana Roo”, explica Nava. En el 2007, en el sistema de cavernas submarinas Sac Actun, encontraron una gran fosa a 40 metros de profundidad. La llamaron Hoyo Negro por ser muy oscura, impenetrable a la luz del Sol (algo notable en las claras aguas del Caribe). No tardaron en darse cuenta de que la oscuridad de Hoyo Negro guardaba un tesoro importante.

“Lo primero que vimos fue un fémur de un metro de longitud así como huesos de un animal parecido a un mastodonte llamado un gomfoterio”, dice Nava. Así que, sin alterar el entorno ni los vestigios que encontraron (esto es importante, para que se pueda reconstruir la historia del lugar y de sus “habitantes”), dieron aviso al Instituto National de Antropología de Historia.

“A medida que fuimos explorando Hoyo Negro, el proyecto se hizo más importante y poco a poco se ha convertido en un trabajo permanente. Gracias al apoyo del INAH y National Geographic podemos hacer estos trabajos”, dice Nava.

Galería de fotos/ El Economista.con.mx

Autores

El Economista