De los 9 millones de muertes prematuras por contaminación que ocurrieron en el 2015, 7,1 millones estuvieron relacionadas con el mal estado del aire y 1,8 millones con problemas de agua.
Respirar aire cargado de esmog, tomar agua contaminada y usar ciertos químicos como el plomo están aportando más muertes en el mundo que el sida, el tabaco o las mismas guerras juntas. Esta fue la conclusión a la que llegó un estudio publicado por la revista médica The Lancet y realizado por la Comisión sobre Polución y Salud, un proyecto que reunió a 40 expertos durante dos años para rastrear la carga que el daño sobre el medio ambiente puede tener en la salud humana.
Sólo en el 2015, advierte el estudio, 9 millones de personas murieron prematuramente por factores relacionados con contaminación, lo que representa el 16% de las muertes de ese año. Pero la cifra, además de evidenciar un problema de salud pública a nivel mundial, representa un problema económico, pues se estima que las pérdidas de bienestar debido a la contaminación alcanzan los US$ 4,6 billones por año. Es decir, el equivalente al 6,2% de la producción económica mundial.
Es más, en países de ingresos bajos y medios, la contaminación genera pérdidas de su producto interno bruto hasta de un 2 % por año, mientras que las enfermedades relacionadas por polución son responsables del 1,7 % del gasto de atención en salud en países de ingresos altos. “Los costos atribuidos a las enfermedades relacionadas con la contaminación probablemente aumentarán a medida que se identifiquen más asociaciones con otras enfermedades”, advierte el estudio.
El problema es que la contaminación del medio ambiente no afecta a todos por igual, pues los países vulnerables, con ingresos medios y bajos, resultan ser los más afectados. De hecho, el 92 % de las muertes relacionadas con contaminación ocurrieron en países que cumplen estas características. Por esto, mientras países como Bangladés, Somalia, Chad, Níger, India, Nepal, Sudán del Sur, Eritrea, Madagascar y Pakistán fueron lo más afectador, países como Brunéi, Suecia, Finlandia, Barbados, Nueva Zelanda, Trinidad y Tobago, Canadá, Islandia, Bahamas y Noruega registraron pocas muertes relacionadas a la polución (ver mapa).
Aire contaminado, el que más mata
Con 7,1 millones de muertes relacionadas con la polución del aire, este se convirtió en el factor más riesgoso de los cuatro examinados por el estudio. Aspectos como el exceso de material particulado y el ozono se han vinculado con enfermedades como hipertensión, problemas respiratorios y afectaciones cardíacas. Sin embargo, el estudio aclara que mientras la contaminación del aire dentro de los hogares aportó 2,9 millones de muertes, la contaminación del ambiente contribuyó a los 4,2 millones restantes.
Por su parte, la falta de acceso al agua potable segura, así como un saneamiento inadecuado, contribuyeron a 1,8 millones de fallecimientos en el 2015, convirtiéndose en el segundo factor más riesgoso. La población que se vio más afectada por este problema está en África subsahariana.
Finalmente, la contaminación en el lugar de trabajo, incluida la exposición a toxinas, carcinógenos y el humo de tabaco ajeno, dio como resultado 800.000 muertes. A esta siguió la contaminación por plomo, el único metal del que se disponen buenos datos, que se relacionó con 500.000 muertes al año.
Sumados estos cuatro tipos de contaminación, en total fueron responsables del 21 % de todas las muertes por enfermedad cardiovascular, el 26 % de muertes por cardiopatía isquémica, 23 % de las muertes por infartos cerebrales, el 51 % de las muertes por obstrucción crónica pulmonar y el 43 % por cáncer de pulmón.
Lo cierto, como lo declaró Philip Handrigan, uno de los directores de la Comisión, es que “la polución es mucho más que un desafío medioambiental. Se trata de una amenaza profunda y generalizada que afecta muchos aspectos de la salud y el bienestar humanos”.