Todos podemos disfrutar de un buen plato, pero existe un límite peligroso que trae asociadas enfermedades como la obesidad.
La obesidad resulta de un desbalance entre la ingesta y el gasto energético que se produce por la interacción entre factores biológicos y ambientales que favorecen un exceso de consumido de comida.
Dentro de los factores causales se encuentra la disminución de la actividad física, el sobre consumo de alimentos de alta palatibilidad (cualidad de un alimento de ser grato al paladar) y elevada densidad energética.
La teoría de que algunas personas pueden desarrollar una adicción a los alimentos ha sido muy debatida en los últimos años. “No hay consenso sobre un término y una definición para describir patrones de hábitos de alimentación de tipo adictiva, aunque estos patrones se han asociado con depresión, efecto negativo, desregulación emocional, entre otros”, explica Carolina Navarro Klenner, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la U. Andrés Bello.
“Entre las hipótesis de la adicción a la comida, una de ellas postula que ciertos alimentos, especialmente los alimentos altamente procesados con alto contenido de azúcar, sal, y / o grasa, desencadenan procesos y síntomas fisiológicos, similares a los causados por la adicción a las drogas”, define la nutricionista.
Respecto a cómo se manifestaría esa adicción, la académica de la UNAB, detalla síntomas como “antojos, síntomas de tolerancia, abstinencia, y angustia asociados”.
“Esta dependencia se debe en parte, a que dichos alimentos activan el sistema de recompensa cerebral de manera similar a las drogas. Esto genera la liberación de ciertos neurotransmisores como la dopamina, la cual desencadena una necesidad de repetir la conducta”, agregó.
La profesional advierte que “la búsqueda y caza de alimentos, el comportamiento orientado a la recompensa, la motivación para obtener alimentos sabrosos y la alimentación compulsiva, son todos factores determinantes de la adicción”.
“Esto, especialmente cuando los alimentos hedónicos (aquellos que provocan sensación de placer al comer y se asocia justamente a alimentos de alta palatibilidad o sabor exacerbado que provocan sensación de agrado y estimulan el apetito), ricos en calorías, son de fácil accesibilidad”, sentencia.
Tratamiento
La nutricionista advierte que “en la medida que el paciente aumenta el tejido graso y se hace más obeso, la regulación de hambre y saciedad no funciona, está desregulada, por lo que el cerebro en vez de decir ‘no coma más’, envía señales y hace que la persona coma más y consuma más alimentos energéticos”.
En cuanto a cómo enfrentar esta situación, la académica de la UNAB admite que “el tratamiento debe ser manejado por un equipo multidisciplinario y se recomienda a los pacientes no tener a mano alimentos altamente procesados con gran cantidad de sellos, sino que optar por alimentos más naturales, una dieta equilibrada y comer más veces al día, para evitar el ayuno prolongado”.