El descubrimiento de respuestas inmunitarias en genes presentes en dicha patología neurodegenerativa plantea la posibilidad de que la muerte neuronal pueda ser tratada con inmunoterapia.
La hipótesis más extendida hasta ahora sobre las enfermedades neurodegenerativas es que carecían de propiedades autoinmunes. Sin embargo, aunque su origen sigue siendo incierto, desde hace casi un siglo se investiga su relación con un posible mal funcionamiento del sistema inmunitario.
Un nuevo estudio, publicado esta semana en Nature y liderado por David Sulzer de la Universidad de Columbia (EE.UU.), apoya este último enfoque en relación al párkinson, una patología neurodegenerativa irreversible y progresiva para la cual aún no ha sido encontrada una cura.
“Dos fragmentos de alfa-sinucleína, una proteína que se acumula en las células del cerebro de los pacientes afectados, pueden activar las células T relacionadas con los ataques autoinmunes”, explica Sulzer.
En otro trabajo de 2014, Sulzer observó que las células T tenían el potencial para confundir neuronas dañadas por el párkinson con invasores externos. En la reciente investigación se compararon muestras de 67 pacientes y 36 participantes sanos para observar las diferencias en su cerebro.
Los expertos advirtieron cómo un conjunto definido de moléculas derivadas de alfa-sinucleína –que actúa como determinante antigénico manifestado por los alelos del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH)– puede ser reconocido por las células T de los pacientes pero no en los participantes sanos.
Una de las funciones de las proteínas CMH es unir fragmentos de proteínas procesadas y presentarlos en la superficie de la célula para ser probados por células del sistema inmunitario. Allí, la mayoría de los fragmentos son ignorados por el sistema inmunitario, pero algunos provocan una respuesta de las células T inapropiada.
Nuevos enfoques en la investigación
La respuesta de las células T está relacionada con un gen implicado en el sistema inmunitario, lo que explicaría la asociación de la enfermedad con variantes de los genes del CMH y que sugiere cómo una respuesta autoinmune puede ser la causa de la enfermedad.
“El problema se agrava en edades avanzadas y en ciertas patologías donde el proceso de reciclaje de proteínas se atenúa y da lugar a la acumulación de proteínas como la alfa-sinucleína”, afirma Sulzer.
Si el sistema inmunitario no ha observado esas proteínas con anterioridad, las confundirá con un patógeno al que hay que atacar.
Por ahora, el equipo continúa el análisis de las respuestas de diversos pacientes. Su próximo objetivo será identificar las fases moleculares que derivan en una respuesta autoinmune en animales y modelos celulares.
“Nuestro descubrimiento plantea la posibilidad de que la inmunoterapia pueda incrementar la tolerancia del sistema inmunitario a la alfa-sinucleína, lo que podría prevenir el empeoramiento de los síntomas de los pacientes”, concluye Alessandro Sette, coautor del estudio e investigador de La Jolla Institute for Allergy and Immunology.