Aunque las plataformas digitales han hecho que el consumo de pornografía sea mucho más rápido y variado, un nuevo estudio presentado en la reunión anual de la Asociación Estadounidense de Sociología, sugiere que las tasas de divorcio llegan a triplicarse cuando hombres y mujeres ven porno dentro de su matrimonio.

 

Aunque ya se habían hecho otros estudios similares en los que se advertía que el consumo de material sexualmente explícito no es lo más sano para una relación marital, ninguno había tenido una base de datos tan robusta como este, que permitiese analizar, durante un período de varios años, cómo la pornografía influye en el matrimonio.

 

La investigación trabaja a partir de datos recopilados entre 2006 y 2014, de la Encuesta Social General de los Estados Unidos, en la cual las mismas personas son entrevistadas cada año, lo que les permitió a los investigadores analizar y hacer seguimiento a las actitudes, comportamientos y estilos de vida que van cambiando con el paso del tiempo.

 

Para medir el uso de la pornografía, se le preguntó a la gente cómo calificaban su relación sentimental y si habían visto una película porno en el último año. De los 5.698 encuestados, 1.681 dijeron que habían visto una película porno y 373 dijeron que lo habían hecho por primera vez en el período analizado.

 

Samuel Perry, autor del estudio y sociólogo de la Universidad de Oklahoma, encontró que las personas que empezaron a ver porno durante los nueve años que se analizaron eran más propensas a divorciarse de sus parejas. Para los hombres, la posibilidad fue de 5% a 10% y para las mujeres ese número aumentó de 6% a 18%.

 

Los investigadores también notaron que entre más joven sea la persona que consume porno, más altas son las probabilidades de que se divorcie. Mientras tanto, las personas que asisten a un evento religioso, al menos una vez a la semana, y dicen ser creyentes tienen menos probabilidades de divorciarse.

El Espectador