El Chief Risk Officer también juega un papel fundamental para crear una cultura de la administración de riesgos.
La administración de riesgo de las empresas mexicanas aún no está completamente desarrollada y se encuentra más dirigida a temas de cumplimiento que a mejores prácticas, a pesar de que muchas de las grandes organizaciones del país cuentan con un comité de riesgos.
Entre los problemas que propicia este factor se encuentra que en la mayoría de las áreas de negocios, la administración de riesgos está dividida en silos y no de manera integral, y que las empresas no cuentan con una figura encargada de analizar los peligros, designar la propiedad de la empresa y alinear el modelo de administración de riesgos a los objetivos de la compañía.
En este sentido, el Chief Risk Officer (CRO), también nombrado director de riesgos, juega un papel fundamental, porque es la persona encargada de crear la cultura de la administración de riesgos en la organización.
El estudio “Riesgos corporativos”, elaborado por la consultoría PwC señala que existen tres líneas de defensa: la primera está conformada por la alta gerencia y las unidades de negocio, la segunda por los comités de riesgo y la tercera por la auditoría interna, quienes están a cargo de la administración de riesgos y aunque el CRO se encuentra en la segunda línea, tiene la capacidad de interactuar con la primera y la tercera.
El informe también dice que a nivel global, sólo 13% de las empresas cuenta con una primera línea de defensa, es decir involucran a los CEO.
Además, el estudio precisa que en los próximos 18 meses, 57% de los CRO reportará un avance en la administración, debido a que su participación en el proceso de planeación estratégica de la compañía ha incrementado.
Liderazgo colaborativo
El secreto para obtener una mayor resiliencia empresarial y crecimiento en la organización es desarrollar una administración de riesgos basado en la colaboración, con responsabilidades claras en la primera línea, que se encargan de promover la colaboración entre las demás líneas de defensas, a fin de administrar los riesgos de forma eficiente y efectiva.
En otras palabras, la primera línea toma decisiones de acuerdo a la estrategia, mientras que la segunda influye en la toma de estas medidas, a partir de cuestionamientos, consultas y colaboración, en tanto la tercera se enfoca en proteger a la organización y crear valor.
Beneficios de un programa de primera línea
Un programa de administración de riesgos dirigido por la primera línea se vuelve en automático más estratégico y activo, contribuye a la generación de ingresos sólidos y al crecimiento de las utilidades, así como a una menor rotación de empleados, y una mayor capacidad de soportar interrupciones.
Además, estas empresas “se recuperan más rápido de eventos adversos de riesgos y de disrupciones relacionadas; debido a que facilitan que cada una de sus líneas de defensa se concentre en áreas específicas, logrando así que sean más ágiles y enfocadas durante los tiempos difíciles”.
El estudio también precisa que el sector de producción y servicios industriales y de consumo es el que cuenta con mayores actores de primera línea (40%), seguido por servicios financieros (33%) y tecnología, información, comunicación, entretenimiento y medios (11%).
Por último, el informe señala que una buena comunicación de las tres líneas de defensa amplia la tolerancia al riesgo de la empresa y al contar con este esquema se optimiza la administración de riesgos, además, se liberan a las líneas de realizar tareas que pertenecen a otra área.
Asimismo, la colaboración estrecha entre las líneas promueve un flujo libre y gratificante de perspectivas e ideas, lo cual se traduce en mayor rapidez y eficacia en la solución de conflictos.
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