Simples cambios en la vida cotidiana de las personas evitan la pérdida de audición, una condición irreversible a la que todos están expuestos.
Hoy en día es casi imposible pensar en una vida sin tecnología. Sus avances han invadido la cotidianidad con televisores multifuncionales y smartphones, e incluso juegan un papel fundamental en la educación de niños y adolescentes en la mayoría de países del mundo.
Cd y cintas vhs quedaron a un lado para darle paso a la aparición de reproductores mp3 y DVD, que a su vez perdieron fuerza tras la reciente aparición y crecimiento de las plataformas móviles de streaming.
Más que a otras personas, estas nuevas tecnologías se han implantado en el día a día de las nuevas generaciones, desde millennials, quienes han vivido la transición de discman a teléfonos multifuncionales, hasta los touch, niños de siete años que desde antes de aprender a hablar ya utilizar con propiedad computadores, tabletas y otros dispositivos.
Esta interacción tecnológica hace que las personas se enfrenten a posibles riesgos a los que antes no estaban expuestas. Uno de ellos, con el que se está en contacto a diario, es el uso no seguro de auriculares. Ya sea para escuchar música o ver películas, los audífonos se han hecho un lugar importante en el día a día de niños, adolescentes y adultos.
Hay un límite de volumen sano con el que una persona puede utilizarlos. Este se encuentra por debajo de los 80 decibeles, es decir, una intensidad moderada que permite escuchar y comunicarse fácilmente con personas a su alrededor.
Pero, ¿qué ocurre cuando alguien sobrepasa los niveles de volumen recomendados? Luis Miguel Suárez, médico cirujano especialista en otorrinolaringología, habló con El Espectador y aseguró: “exponerse a sonidos que superen los 80 decibeles pone en riesgo el órgano encargado de transformar las ondas sonoras en impulsos eléctricos. Estas ondas empiezan a generar un daño en las células ciliadas del oído interno y en la medida en que vamos perdiendo esas células, nos vamos ensordeciendo”.
Audición y nuevas generaciones
“No hay datos en Colombia, pero estudios realizados en Estados Unidos mostraron que más o menos uno de cada cinco adolescentes presentan pérdida de audición permanente. De igual forma, cerca del 90 % utiliza audífonos y de ellos el 25 % dice que escucha menos”, comentó Suárez.
La exposición a fuertes ondas de sonido, cada vez a más temprana edad, puede generar deficiencias auditivas en los futuros adultos. Se podría llegar a los 30 años con esta clase de problemas, comunes en personas mayores de 60 años.
“Lo que se proyecta a futuro es que va a haber una población nunca antes vista que presente pérdida de audición permanente”, aseguró el especialista, quien afirmó también que estos problemas son totalmente prevenibles.
Educación y prevención
Los daños que generan las fuertes ondas de sonido en la audición son irreparables. Al nacer, un ser humano cuenta con unas 15.000 células ciliadas, receptoras y transductores del sonido. Los pacientes con sordera poseen cerca de 3.000 células.
Simples medidas como utilizar audífonos a moderados niveles de intensidad o alejarse del ruido directo en conciertos y discotecas, pueden evitar futuros problemas auditivos en la mayoría de los jóvenes.
“La recomendación más importante es la educación. Cuando alguien conoce los riegos que tiene utilizar estos dispositivos a un volumen alto, ya sabe cómo prevenirlos. Igualmente, si conoce cómo evitar los fuertes sonidos durante conciertos, con tapones artesanales u otras herramientas, puede proteger su órgano auditivo”, concluyó Suárez.
Los especialistas aseguran que si se tienen en cuenta estas precauciones, habrá menos pacientes que lleguen a sus consultas manifestando escuchar pitidos y ruidos cuando están en silencio, condición conocida como tinnitus, primer síntoma de la pérdida de audición.
Así que siempre tenga en cuenta que al usar los audífonos debe poder oír lo que está ocurriendo en su entorno. Si no, baje el volumen. Es una cuestión de salud y prevención.