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Esa agua potable con leones dentro
Viernes, Septiembre 16, 2016 - 10:54

Tres bacterias que viven en las cañerías o caños hogareños u hospitalarios provocan US$ 2.000 millones en gastos por 80.000 casos anuales en EE.UU. Y el problema empeora año a año.

Tufts University / Cluster Salud. El mundo siempre ha sido un lugar peligroso. La idea de civilización urbana, con todas sus contradicciones, se sustenta en crear un espacio en el cual no haya que estar en alerta máxima ante lo desconocido todo el tiempo. Por ejemplo, nadie dudaría que entre ir a tomar un par de sorbos de agua en una laguna en la sabana africana o picar hielo una noche en medio del Ártico congelado, y abrir el grifo de agua de la cocina para llenar un vaso, no hay donde perderse en cuanto al peligro.

Error.

Un nuevo análisis de 100 millones de registros de Medicare (el seguro médico de salud en EE.UU.) de los adultos mayores de 65 años reveló el aumento de los costes sanitarios por las infecciones asociadas con bacterias patógenas oportunistas causantes de enfermedades tales como Legionella que pueden vivir dentro de los sistemas de distribución de agua potable, incluyendo los del hogar y los hospitales.

El asunto no es una mera anécdota. Un equipo dirigido por investigadores de la Escuela Friedman de Nutrición y Ciencias Políticas en la Elena Naumova y de la Escuela de Medicina de la Universidad de Tufts encontró que entre 1991 y 2006, más de 617.000 hospitalizaciones relacionadas con tres patógenos comunes en la cañerías o caños dio como resultado alrededor de US$ 9.000 millones en pagos de Medicare: un promedio de US$ 600 millones al año.

En la década posterior a 2006, los costos podrían exceder los US$ 2.000 millones para los 80.000 casos por año que ocurren, según los autores del estudio.

No se trata de algo que haya sucedido siempre y sólo ahora se haya descubierto. El verdadero villano somos nosotros mismos: nuestro mal uso de los antibióticos, porque la resistencia a los antibióticos, y el envejecimiento de la infraestructura pública. El primero resultó estar presente en entre 1% y 2% por ciento de las hospitalizaciones y aumentó el costo por caso entre un 10 y un 40%.

“Los patógenos locales que viven en la plomería se pueden encontrar en el agua, duchas, bañeras de hidromasaje, instrumentos médicos, cocinas, piscinas, piletas de natación, en casi cualquier local donde la gente utilice el agua pública”, dijo la autora principal del estudio, Elena Naumova, profesora de la Escuela Friedman. Quien agregó que “la tendencia al alza observada en las infecciones asociadas es probable que continúe, y el consumo y envejecimiento de los sistemas de distribución de agua podría ser pronto una fuente adicional de resistencia a múltiples fármacos costosos”.

Es por ello, que “este es un llamado claro para un diálogo más profundo entre los investigadores, agencias gubernamentales, ciudadanos y responsables políticos, de manera que podamos mejorar el intercambio de datos y encontrar soluciones sostenibles para reducir los riesgos de salud pública planteados por estas bacterias”.

Si pasa tanta agua por las cañerías, ¿cómo pueden estas bacterias sobrevivir? Lo hacen al crecer como biopelículas en las superficies interiores de las tuberías. Las biopelículas permiten a estos patógenos para resistir los desinfectantes y los factores de estrés ambiental, y ayudan, entonces, en la propagación de la resistencia a los antibióticos y los genes virulentos. A medida que aumenta la edad de los sistemas de distribución de agua, su susceptibilidad a la contaminación también lo hace. Sin embargo, pocos estudios a gran escala habían examinado hasta ahora la carga para la salud pública y económica de estas bacterias.

Los tres enemigos principales

La investigación de Naumova se centró en las hospitalizaciones relacionadas con tres patógenos oportunistas: Legionella pneumophila, Mycobacterium avium, y Pseudomonas aeruginosa, lo que pueden causar una variedad de infecciones en las vías respiratorias, o infecciones localizadas sistémicas graves, sobre todo en poblaciones vulnerables, como las personas de edad avanzada o inmunocomprometidas.

Durante la última década, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades reportaron un aumento sustancial de la incidencia de estos patógenos oportunistas, con las Pseudomonas sola contabilizando alrededor de 51.000 hospitalizaciones por año con 6.000 infecciones resistentes a múltiples fármacos en 2011.

De todas maneras, no se trata de no tomar más agua corriente. “Mientras que el agua potable pública es segura en general, es claramente más segura si usted está sano que si usted tiene condiciones médicas que aumentan su vulnerabilidad a las infecciones. El riesgo de enfermar de agua potable es mucho menor que el riesgo de enfermar de los alimentos, pero no es cero”, dijo el también autor Jeffrey K. Griffiths, profesor de salud pública y medicina comunitaria de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tufts.

Griffiths, que es también ex presidente del comité de agua potable para el Consejo Asesor Científico de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, aseveró que “estas infecciones pueden causar una gran cantidad de enfermedades y nos cuestan mucho dinero, y tener objetivos de desinfección de las tuberías nos puede salvar de estas consecuencias”.

De todas formas, los autores advierten que sus datos no se pueden sacar conclusiones sobre el porcentaje de infecciones causadas directamente por el agua contaminada. La relación entre el envejecimiento sistemas de distribución de agua y resistencia a los medicamentos es muy plausible, pero aún no se ha establecido firmemente, según los autores.

El problema es que los presupuestos para los reguladores de agua estatales y federales han disminuido. En 2013, se informó que “las autoridades federales habían reducido las subvenciones de agua potable: 17 estados habían reducido sus presupuestos de agua potable en más de una quinta parte, y 27 había cortado el gasto en empleados a tiempo completo”, ello con “graves consecuencias para la capacidad de los estados para proteger la salud pública”.

Según Naumova, “desafortunádamente, las pruebas de agua para los patógenos no se realizan de forma rutinaria, por otro lado, la mayoría de las pruebas de agua no son accesibles, son demasiado complicadas”. Todo ello, cuando “estudios bien controlados y experimentales sobre la influencia de la ecología microbiana, los tipos de desinfectantes, los materiales de tuberías en la ocurrencia de patógenos oportunistas y su persistencia son necesarios con el fin de establecer sus relaciones de resistencia a los medicamentos”.

Parece complicado. Y lo es. Pero la alternativa es meter la versión microbiana de la sabana africana en medio del baño y la cocina de su casa.