Su libro se impuso entre más de ochocientos cincuenta manuscritos presentados por escritores de treinta y tres países diferentes.
La obra "Siete casas vacías", de la escritora argentina Samanta Schweblin, ganó el IV Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero, anunció el jurado de este certamen literario bianual dedicado al género del cuento en lengua española.
“Estoy empezando a sentir que la literatura no es un hobby sino que es algo neurálgico en mi vida. En ese sentido, este premio llega en un buen momento”, dijo la autora de 37 años en entrevista con Télam.
El libro de Schweblin se impuso entre más de ochocientos cincuenta manuscritos presentados por escritores de treinta y tres países diferentes.
Con sus cuentos, la escritora “vuelve a indagar en la normalidad rara o la rareza de lo normal”, destacó el jurado, presidido por el escritor argentino Rodrigo Fresán.
“'Siete casas vacías' es un libro habitado por situaciones familiares u conflictos vecinales en los que predomina un costumbrismo perverso que explora los amores desviados y las formas más singulares de la ternura”, añadió el tribunal, que integran el argentino Andrés Neuman, la española Pilar Adón y la mexicana Guadalupe Nettel, ganadora de la edición anterior.
El galardón, que está dotado con 50.000 euros, es una iniciativa conjunta del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero y la editorial Páginas de Espuma, especializada en el género del cuento español y latinoamericano. El premio fue entregado en un acto celebrado en la Casa América de Madrid.
La obra premiada consta de siete cuentos “que tienen que ver con nuestra vida cotidiana, que suceden en un plano real y cercano, pero en el que ocurren algunas cosas que funcionan como válvulas de escape, como ollas de presión, buscando soluciones que quedan por fuera del pacto sociocultural de la normalidad”, explicó la propia autora.
“Hay una búsqueda de todo lo que queda por afuera de eso. Una búsqueda y también soluciones que encuentran los personajes. Hay una comunión entre nuestro mundo real y un montón de otras texturas que están cerca pero no nos animamos a tocarlas”, agregó Schweblin, quien actualmente vive en Berlín, donde imparte talleres literarios en el Instituto Cervantes y en su propia casa.
Esta joven argentina cuenta con una prometedora carrera literaria: su primer libro, "El núcleo del disturbio" (2002), obtuvo los premios del Fondo Nacional de las Artes y el Concurso Nacional Haroldo Conti. En el 2008 fue galardonada con el premio Casa de las Américas por su obra de cuentos "Pájaros en la boca" (2009), que fue traducido a trece lenguas y publicado en más de veinte países. También se hizo con la última edición del premio francés Juan Rulfo. Y en 2014 publicó su primera novela, "Distancia de rescate".
“Trabajé tres años en "Siete casas vacías". Parte de las historias las escribí en Buenos Aires y otras en Berlín, pero son todos cuentos porteños”, subraya Schweblin.
La autora se describe a sí misma como “cuentista”, un oficio que cultivó desde muy pequeña, cuando aún no sabía escribir y ya le contaba historias a su madre. “Lo hacía de manera intuitiva. Yo sentía que si respetaba ciertas consignas lo que obtenía era una atención de los demás, de una manera que no conseguía con otro tipo de juegos”, relató sobre sus primeros pasos.
Con 12 años leía “literatura de verdad” y escribía casi todos los días, y a los 18 comenzó a formarse pero la suya “fue una educación ecléctica y pragmática”.
Schweblin, nació en la ciudad de Buenos Aires aunque vivió siempre en la provincia, en Hurlingham. Hizo la carrera de cine, un mundo del que aprendió sobre el arte de contar historias. No obstante, señala que para ella “lo visual en el cine y lo visual en lo literario es distinto”.
Dice que como escritora le gusta inscribirse en la tradición rioplatense, que aborda el género fantástico pero desde un plano de lo real, en el que lo fantástico está sugerido: Adolfo Bioy Casares y Horacio Quiroga son algunos de sus referentes.
Sin embargo, no siente que esta literatura sea contemporánea. “Aprendí a escribir leyendo a los norteamericanos, a Ernest Hemingway, John Cheevere, Raymond Carver, entre otros. Me encantan porque tienen un manejo de la atención muy fuerte”, afirmó Schweblin.
Precisamente, a la hora de sentarse a escribir a ella lo que la motiva es “el deseo de contar y jugar con la atención del otro, con los miedos, con una promesa de que hay algo que será contado, develado, todo ese juego de tensión y atención me gusta mucho”, confesó.
“También las imágenes que tengo, cosas que escucho. Ideas chiquitas y precisas. A veces una imagen única que trae tantas pistas de lo que quiero contar que suelen ser gérmenes muy poderosos”, apuntó.
En "Siete casas vacías", el estilo falsamente "suave" de Schweblin se filtra por los resquicios de espacios domésticos donde conviven estos personajes oprimidos y faltos de esos encuentros y desencuentros que magistralmente dibuja la escritora argentina.
Quienes la han premiado sostienen que “es muy destacable su capacidad para hacernos entrar en una narración con elementos oportunamente seleccionados, de envolver y atrapar al lector, de modo que este se sume en una historia que desestabiliza, que arrincona y que deslumbra". Schewblin es “maestra en ese ejercicio narrativo” y eso lo ha valorado el jurado.