Hoy recorre el mundo promocionando "La templanza", su tercer libro.
María Dueñas nunca pensó en ser escritora pero cuando a los 41 años decidió probar suerte con una novela, "El tiempo entre costuras", rompió todos los récords de ventas en España. Para esta profesora de filología inglesa, casada y con dos hijos, el éxito es un premio a la determinación de poner el alma en todo lo que hace. Pragmática, sencilla y muy voluntariosa, no le dan miedo los retos y por eso aceptó la propuesta de convertir su best seller en una serie de televisión, que se puede ver por Netflix.
Hoy recorre el mundo promocionando "La templanza", su tercer libro, pero siempre regresa a España para disfrutar de un buen arroz y un vino tinto, mientras escucha flamenco o Bruce Springsteen.
- ¿Con qué se van a encontrar los lectores en este nuevo trabajo?
- Con un trozo de la vida de un hombre que, a mediados del siglo XIX, tiene la mala fortuna de perderlo todo, cuando se cree ya seguro. La novela cuenta cómo Mauro Larrea debe levantarse y reconstruirse a sí mismo para superar la adversidad. También hay una recreación de época que describe el mundo de la minería en México y el del vino en la ciudad española de Jerez. Y además, claro, hay una gran historia de amor.
- Son los años del fin del imperio colonial español, una época de crisis. ¿Considera que hoy el mundo está llegando también al final de una época?
- En cierta manera sí, porque la historia es siempre cíclica. Es verdad que el siglo XIX en España marca el final de muchas cosas y el inicio de otra forma de vida. Hoy quizá los cambios no sean tan drásticos, porque estamos en el bucle de la modernidad, pero también pienso que vienen aires nuevos.
- A diferencia de sus otras novelas, esta vez el personaje principal es un hombre. ¿Le supuso alguna diferencia escribir desde un punto de vista masculino?
- Pensé que me iba a resultar complicado seguirle los pasos a un hombre 24 horas al día, durante tres meses. Pero al final me resultó más sencillo de lo que pensaba. Quizá porque con los años ya entiendo mejor la mentalidad masculina. No en vano tengo un marido, un hijo y muchos amigos, así que ya sé bastante bien cómo funcionan.
- ¿Es una escritora feminista o para mujeres?
- Es verdad que tengo más lectoras que lectores, pero eso no significa que escriba para ellas. No voy a negar que miro con ojos de mujer, que tengo un punto de vista femenino, pero me parece natural y no quiero disimularlo. Por otra parte, también me leen muchos hombres y a veces son los más entusiastas.
- ¿Pero en sus libros no hay una reivindicación de la mujer fuerte, luchadora, indómita?
- No necesariamente. Es cierto que me gusta escribir de mujeres potentes, pero es porque me parece que son las que tienen una historia que contar y porque, además, a mí me gustan ese tipo de personas en la vida real. A veces puede que inconscientemente vuelque alguna cosa, pero me cuido de no ser abanderada de la condición de la mujer.
- A pesar de las muchas relaciones de pareja que hay en sus libros, no abundan las escenas eróticas. ¿Por qué?
- Intento que el relato no sea erótico. No es que tenga pudor a la hora de escribir escenas de alto voltaje, pero si la historia no las requiere, no las fuerzo. No me gusta agregar ingredientes porque sí. De todas formas, mis novelas tienen momentos de intimidad, tienen una carga de sensualidad y con eso, creo, es suficiente. No me gusta planificar a la hora de escribir una novela, o sea, pensar: ahora tengo que poner una dosis de aventura, una de intriga, una erótica, etcétera.
- ¿De qué forma escribe, entonces?
- Yo parto de los escenarios, busco uno que me seduzca. En "El tiempo entre costuras" fue Marruecos en tiempos del protectorado, por motivos familiares y porque me pareció un territorio olvidado. En "Misión Olvido" fue California en la época de las misiones franciscanas y a raíz de un viaje que hice. Y ahora es Jerez, en el sur de España, aunque la novela empieza en México y sigue en La Habana, antes de llegar a mi país.
- ¿Supone un reto la recreación de época?
- Sí, es un desafío, pero a mí me encanta. La fase de documentación es apasionante. Me interesa saber que comían en esa época, cómo se vestían, los usos sociales, como decoraban las casas, como viajaban, todas esas pequeñas cosas. Para saberlo, recurro a muchas fuentes, no solo libros de historia. Leo la prensa de la época, libros de viajes, de memorias, de moda, todo lo que puedo conseguir.
- Es una experta en filología inglesa que escribe en español. ¿Cómo maneja esa dicotomía?
A pesar de que he escrito mucho en inglés, siempre ha sido en el terreno académico, así que me es más fácil escribir ficción en español. De todas formas, los esquemas para mis libros a veces los hago en inglés, porque es una lengua mucho más sintética y me sale instintivamente. Creo que al haberla usado tanto, ha influido positivamente en mi uso del español. Mis estructuras sintácticas son más breves, no uso demasiado la subordinación y la coordinación, como es usual en nuestra lengua.
- ¿Quiénes son sus escritores preferidos?
- La verdad es que no tengo héroes literarios. Me cuesta dar una lista de preferidos. Soy muy omnívora, leo de todo. Puedo decir que me gusta mucho la novela inglesa del siglo XIX, los escritores del boom latinoamericano y J. M. Coetzee. Pero leo de lo más clásico a lo más comercial, no tengo prejuicios. Y he aprendido mucho de los libros malos, te sirven para saber lo que no hay que hacer en literatura.
- ¿Por qué decidió ser escritora?
- Llegó un momento en mi vida académica que ya había logrado mis objetivos. Eso coincidió con que mis hijos ya habían crecido y me daban un respiro. Y durante una estancia en Estados Unidos me dije: ahora que tengo algo de tiempo podría intentar escribir una novela. Y me puse a ello con determinación, muy en serio. Así surgió "El tiempo entre costuras" y todo lo demás que vino después.