La Fundación Cardioinfantil de Bogotá, Colombia, impulsó su primer Congreso de Internacional de Ingeniería y Arquitectura para la Salud, con miras a discutir cómo desarrollar de mejor manera la infraestructura hospitalaria, en favor de cada paciente.
Una buena infraestructura hospitalaria es vital para atender a los pacientes y sus necesidades. En el caso de Latinoamérica siempre supone un desafío, ya sea por falta de centros médicos o de innovación.
Según Global Health Intelligence, el número de camas de los hospitales en Colombia aumentó en un 5,2% entre el 2017 y el 2018 y actualmente existe un mayor crecimiento en la adquisición de equipos biomédicos como los dedicados al cateterismo cardíaco y a la hemodiálisis.
En el país, en los últimos años se han hecho modificaciones a los hospitales públicos, principalmente para disminuir la sobreocupación de estos espacios y para reducir los eventos adversos y las brechas de calidad de atención a pacientes. De hecho, solo en la capital, Bogotá, se aprobó una inversión de 1,5 billones de pesos (US$ 436, 2 millones) para infraestructura de nosocomios públicos, que se ejecutará hasta el 2023, lo que provocará un crecimiento de 1.272 camas en 200.000 metros cuadrados e impactando a cerca de 1.695.000 habitantes.
En este contexto, se desarrolló en agosto en Bogotá, el “I Congreso Internacional de Ingeniería y Arquitectura para la Salud”, impulsado por la Fundación Cardioinfantil (FCI), cuya finalidad fue la de discutir la importancia de aunar criterios entre las distintas disciplinas partícipes del sistema de salud para generar mejor infraestructura y experiencia del paciente.
El evento contó con cerca de 300 participantes de países como Chile, Perú, México, España y del país anfitrión, como clínicos, biomédicos, ingenieros y arquitectos hospitalarios, y gestores de tecnología y de ambiente físico en entidades de salud. A su vez, participaron actores relevantes de la industria como la Joint Comission, el Icontec y el Johns Hopkins Hospital.
El director de operaciones de la FCI, Juan Carlos Rodríguez, declaró que “hemos encontrado en la sinergia de las áreas de ingeniería clínica, ingeniería hospitalaria, arquitectura y equipo médico y asistencial una ruta directa a los resultados clínicos, la seguridad del paciente y la calidad de los procesos”.
Desde la FCI comentan que han comprendido que es relevante agregar valor al paciente desde el diseño y la construcción de la infraestructura. Esto se refleja en que actualmente la institución cuenta con un departamento exclusivo para arquitectura hospitalaria. En cuanto al área de ingeniería clínica, Andrea García Ibarra, jefe de Ingeniería clínica de la Institución, explica que “la hemos llevado a otro nivel, ampliando su alcance y logrando impactar la adquisición maestra de la tecnología, la optimización de los recursos financieros y la identificación de oportunidades para generar una gestión estratégica de los equipos biomédicos”.
“En Latinoamérica tenemos el reto de integrar los proyectos de ingeniería clínica, hospitalaria y arquitectura con las necesidades asistenciales y las estimaciones de crecimiento de las instituciones prestadoras de salud, actualmente muchos reprocesos en el desarrollo de proyectos, se deben a la falta de integración de los equipos de ingeniería, diseñadores, operadores, asistenciales, administrativos y usuarios finales de las áreas”, aseguró Alma Díaz, jefe del departamento de Arquitectura hospitalaria de la Fundación Cardioinfantil.
Trabajar desde las “entrañas” del hospital
Díaz explica que en esta institución se trabaja desde las “entrañas” del hospital, lo que se traduce en conocer las necesidades del paciente, del equipo médico y asistencial, del administrativo y de los pacientes y visitantes. “Por eso todos los proyectos los trabajamos con ese enfoque 360, para que a la medida que los desarrollamos, estemos realmente cubriendo las necesidades de ellos”, declara.
Entre los proyectos que destacan de la fundación están, por ejemplo, el de cuidado integral pediátrico. “Para la UCI pediátrica hicimos un equipo con experiencia del paciente, acompañados de psicólogos y el equipo médico e hicimos un primer taller, un grupo focal, donde nos reunimos con los familiares y con los pacientes”, señala.
Díaz destaca que la idea de tener todo este equipo interdisciplinario era escuchar de primera mano sus necesidades, “porque uno a veces desde el diseño ve muchas cosas importantes desde la función, norma, cumplimiento de ciertas características, pero nos alejamos un poco de la humanidad y necesidad directa de una persona. Un ejemplo de esto fue un paciente que se encontraba hospitalizada durante siete meses, que junto a su familia nos compartió sus experiencias, y el tener ese contacto voz a voz y esa posibilidad de entender sus necesidades nos ha permitido que los proyectos sean mucho más enriquecidos”, comenta.
En estas mismas reuniones con pacientes, cuenta, Díaz, les han hecho peticiones, que no habían pensado. Muchas de las madres que recibimos, vienen de regiones apartadas de Bogotá y cuando llegan al hospital traen maletas amplias, la pañalera es muy grande y no tienen mucho espacio, según cuenta. “Una de las mamás decía que le encantaría que los lockers fueran un poco más espaciosos para que pudiera dejar sus pertenencias tranquilamente, y otras que les gustaría tener un espacio para poder tomarse un cafecito que esté en la unidad, para así no alejarse de sus hijos y poder leer la biblia”, dice. Por esto agrega que “a veces a nosotros se nos van algunos detalles importantes para el confort de ellos, que no los vemos y que si los podemos descubrir a través de estos grupos”.
Mejorar la autonomía de los pacientes
En cuanto a los errores que pueden cometerse dentro de los proyectos hospitalarios, muchos de estos, se dan, a juicio de la especialista, por dificultades en la gestión. “Esto ocurre sobre todo con grandes equipos biomédicos, resonadores, o angiógrafos... también cuando se montan salas de cirugía híbridas, o se cae en errores de implantación de la tecnología, porque no se hace esa primera integración de los dos equipos, de infraestructura e ingeniería. Muchas veces puedes tener toda la sala terminada, perfecta, y resulta que la potencia del equipo no era lo suficiente o el brazo se estrella contra el muro, ya que no pensaste en ese componente de integrar las ingenierías con la infraestructura”, resalta.
Díaz señala que investigaciones de universidades de EE.UU. dan cuenta de que a través de estrategias de diseños centradas en el paciente se pueden disminuir de cuatro a dos días de hospitalización. “Esas estrategias son contacto con el exterior, con la naturaleza, es decir, tener la oportunidad de ver el exterior, los cambios de iluminación que te acercan al círculo circadiano, o mantener el control de algunas condiciones, porque los pacientes cuando están hospitalizados, sienten que pierden el control de su autonomía… tú llegas y te dicen qué tienes que comer, a qué hora te ponen el medicamento, el uso del baño, etc. No tienes control de las condiciones y eso genera mucho estrés y ansiedad en los pacientes”, indica.
A través de la ingeniería, explica, se le pueden brindar al paciente ciertos inputs, ítems para que éste tenga control, como de la iluminación, las persianas, el televisor... si eres vegetariana poder pedir una dieta así, tener un espacio para meditar u orar, etc. “Debemos enfocar el diseño a la seguridad del paciente, que las superficies del piso sean antideslizantes, que los espacios permitan una movilidad adecuada para pacientes con riesgo de caída, por ejemplo, que los baños sean asequibles para personas con movilidad reducida, todas las condiciones de enfermería, puntos de oxígeno en baños, e incorporando nuevas terapias como aromaterapia o musicoterapia, que permiten que el paciente baje sus niveles de estrés y se recupere de una manera más rápida”, indica.