La creación de la Universidad Autónoma Indígena Intercultural (UAIIN), remontada hace más de dos décadas, se resume en una lucha por la defensa de la historia, la lengua y las costumbres de estos pueblos.
A finales de enero se llevó a cabo en Popayán una ceremonia adornada con gerberas y rosas amarillas. Telas verdes y rojas, los colores de la tierra y de la sangre, colgaban por encima de los presentes.
Se dieron cita representantes del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) y miembros del Gobierno, del Ministerio de Educación. Una combinación de facciones andinas y mestizas, en sus manos bastones de mando y camisas almidonadas o encorbatados fueron retratados por fotógrafos institucionales. Estaban allí, después de medio siglo de ilusión, firmando un convenio para que el Estado financie la primera institución de educación superior propia de sus pueblos, la Universidad Autónoma Indígena Intercultural (UAIIN).
Detrás de ese encuentro se esconde una historia sobre “mingas, muertos, derramamiento de sangre, viudas y huérfanos”, cuenta el representante legal del CRIC y de la UAIIN, Hermes Evelio Pete Vivas. Promesas y promesas desde que los pueblos del Cauca labraban extensos campos a cambio de un jornal, poco los unían sus lenguas y no entendían por qué iban y venían de un lado para otro, desplazados, sin tierras. Desde entonces, cuando empezaron a luchar por sus territorios a principios de los setenta, un modelo de educación hecho por ellos mismos los desvelaba.
Tal sueño inspiró hace 42 años el Programa de Educación Bilingüe en el departamento. En palabras de Pete, “un proyecto a manos de las autoridades indígenas del CRIC para construir la política pública de educación”. Su mayor énfasis era recuperar la palabra, sus lenguas y conservar la cultura a como diera lugar. No es para menos: la riqueza étnica de Colombia está desplegada en 115 pueblos indígenas asentados en el territorio nacional con 65 lenguas autóctonas.
Esa política pública de educación, en la que se concentraron los mayores, constituyó el Sistema Educativo Indígena Propio (SEIP). Bajo sus concepciones no existe la educación superior, porque todo proceso educativo debe ser superior. Se trata, más bien, de un “proceso integral, progresivo y permanente a lo largo del ciclo vital, en el que intervienen la familia, la autoridad espiritual, la comunidad, las autoridades culturales y políticas, que refleja las capacidades organizativas, donde se manifiesta que la responsabilidad no es exclusiva del maestro y la escuela, sino de toda la comunidad”. Así se lee en los principios de la UAIIN, colgados en su página web.
Bajo esa idea, desde 1998, crearon la especialización de pedagogía comunitaria y con ella, ya en noviembre de 2003, erigieron una universidad propia de los pueblos indígenas del Cauca. Según sus concepciones, la estructura en la que funciona la institución está dividida en un componente “político, pedagógico y administrativo en el que quienes orientan y mandan son las comunidades, autoridades y la consejería regional, desde los congresos y juntas directivas”, explica Pete.
Allí, sin la aprobación del Gobierno, fueron montando un programa con 10 tejidos, también conocidos en la educación tradicional como pregrados. En vez de utilizar el término carreras, su oferta entrelaza los saberes y conocimientos ancestrales. Estos son tejidos de derecho propio que van desde la madre tierra, salud intercultural, comunicación intercultural, licenciatura en pedagogía de artes ancestrales, el buen vivir comunitario, revitalización de la madre tierra, entre otros.
Ante ese panorama, hace cuatro años el Ministerio de Educación les prestó atención. Después de una minga indígena, la cartera emprendió un estudio de factibilidad en el que analizaron medio siglo de trabajo con el fin de reconocer a la UAIIN como una de las instituciones de educación superior del país. Su aprobación fue la primera ley que el presidente Iván Duque sancionó en su mandato, en septiembre de 2018.
Gracias a ello, un total de 22 estudiantes están inscritos actualmente en los programas, que ya cuentan con registros calificados. Un 5% de la oferta para la comunidad universitaria está abierto para población campesina y afro. Quien no cumpla con esas características ni sea indígena también puede matricularse en la institución, todo depende de una certificación de su organización. En caso de no tenerla, la consejería mayor del CRIC estudia la solicitud y la expide internamente.
De esa manera, la Universidad Autónoma Indígena Intercultural (UAIIN) se ha constituido como la primera de este carácter en el país.