Nira Kaplansky ha trabajado con víctimas del conflicto palestino-israelí. Durante su conferencia en Barranquilla explicó el mecanismo BÁSICO, útil en menores de ocho años que se puede aplicar en colegios.
La israelí Nira Kaplansky, experta en estrés postraumático, terminó su conferencia en la Universidad del Norte de Barranquilla haciendo alusión a la arquitectura de los rascacielos. Parecería muy disparatado traer ese ejemplo a colación en una charla sobre las técnicas de educación para niños con traumas, pero tenía mucho sentido.
Kaplansky es magíster en arteterapia de la Universidad de Sury en Londres y licenciada en trabajo social de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Durante su intervención explicó que cuando los arquitectos planean un rascacielos, no sólo construyen bases fuertes, sino que ponen un tanto de flexibilidad en los pisos del medio y en los más elevados para que cuando vengan vientos fuertes los edificios no se quiebren. “Lo mismo hay que hacer con la infancia: raíces fuertes y ser flexibles en los lenguajes de enfrentamiento a las situaciones de estrés”.
Con esos lenguajes se refería a seis categorías que, según la experta, hacen que los niños sean resilientes, es decir, sepan sobreponerse a las adversidades. En últimas, es una preparación para la vida misma. “Los seis recursos de resiliencia empiezan a promover una educación integrativa porque seguro habrá algún huracán”, remató. Para ella, esos lenguajes son universales, se expresan en algunas culturas más que en otras, pero todos los tenemos y cada uno de ellos corresponde a una letra que se lee al final como BÁSICO.
La B significa beatitud y son todas aquellas cosas relacionadas con la fe o el crecimiento espiritual. La A se refiere al afecto y busca que las personas expresen lo que sienten. La S es la parte social, en la que es clave algún tipo de apoyo comunitario o familiar. La I, o imaginación, impulsa el lado artístico, creativo o humorístico de una persona. C es cognitividad y son todos aquellos que hallan los caminos a sus problemas de manera racional. Finalmente, la O de organismo permite evacuar los traumas a través del ejercicio, el deporte o simplemente mantenerse ocupados.
Como sostuvo Kaplansky, esta técnica no es nueva. “Lo nuevo está en la manera como se organiza para que no nos olvidemos de ningún paso”, dijo. Además comentó que se trata de un sistema práctico que se puede poner en marcha en los colegios a través de juegos muy sencillos día a día.
El modelo empezó a discutirse desde los años ochenta, cuando el psicólogo israelí Mooli Lahad lo incluyó en sus terapias creativas para tratar a personas con traumas. Desde entonces surgió la pregunta, ¿cómo es posible que en aquellas ciudades bombardeadas la gente no esté haciendo fila para tener una consulta psicológica? El modelo arrancó aplicándose a adultos, pero luego Kaplansky descubrió su utilidad en niños. “Desde el nacimiento estamos creando y potenciando la resiliencia mental”, sostuvo.
La idea de esta terapeuta es fomentar todos los mecanismos de resiliencia posibles porque, por lo general, se priorizan algunos pocos. Por ejemplo, cuando a Israel llegó una copiosa migración de rusos, sólo sabían enfrentar sus traumas desde la razón y creían tener éxito. Les tomó tiempo entender que a sus hijos les inculcaban el lado emocional para solucionar sus problemas.
La experta concluyó que esta técnica es preventiva y sirve antes de que los niños hayan sido diagnosticados con traumas severos. Fue enfática en que se puedan acentuar todas estas categorías desde las escuelas y familias. Desmintió la tradicional frase de cajón que dice que “lo que no mata, hace más fuerte”, pues, por el contrario, los dramas nuevos nunca nos hacen mejores. Al final, complementó el ejemplo arquitectónico: “Todo consiste en desarrollar paredes más fuertes y anchas”.