Se trata de un punto adicional para estrechar el orificio vaginal para más placer de su pareja y muchas veces sin consentimiento de la paciente.
En pleno siglo XXI, aún existen prácticas que parecen propias de épocas pasadas en las que reinaba el machismo. Una de ellas es muy común y sucede diariamente en las salas de maternidad, y muchas mujeres son víctimas sin enterarse en el momento.
Se trata del husband stitch o punto para el marido, el que consiste en agregar un punto al proceso de episiotomía de manera que el orificio vaginal quede más estrecho y pueda otorgarle mayor placer sexual al hombre al momento del coito.
La episiotomía es una cirugía que ensancha la abertura de la vagina durante el parto. Los especialistas realizan un corte en el perineo (la piel y los músculos entre la abertura vaginal y el ano) y luego lo cosen para que vuelva a su estado anterior.
Según contaron algunas matronas y sexólogas al portal español El País, esta práctica se realiza sin el consentimiento de la paciente y la mayor parte de las veces se le consulta a su pareja, aunque en ocasiones los médicos sólo lo hacen.
La matrona Claudia Kaiser reconoció al medio que ha oído comentarios en la sala de partos como “por las dudas, coser un poquito más”, junto a indirectas “que dejaban en claro que se hacía por el placer del hombre en futuras penetraciones”. “Recuerdo el escalofrío, risas absurdas o incómodas entre el morbo y la vergüenza. Como cuando sucede algo que comúnmente se acepta, pero en el fondo sabes que está mal”, dijo.
Por su parte, la matrona y sexóloga Anabel Carabantes dijo que cuando más se realizaba esta práctica, antes del año 2000, “no le hablaban a la mujer, si no que con su marido”, sostentiendo la falta de ética con la paciente y que nunca fue una petición expresa de ella.
“El ginecólogo o ginecóloga se lo comentaba, casi como una broma, explicando que al coser iba a dejar la vagina como si su mujer no hubiera parido”, relata Carabantes.
Mucho dolor
Además de la falta de ética, al no consultar a la paciente sobre los procedimientos que se llevarán a cabo en su propio cuerpo, y de tomar iniciativa propia o ver a la pareja de la mujer como “propietario” de ella, este “punto para el marido” además trae otro tipo de consecuencias.
La sexóloga explicó que este punto está de sobra en el procedimiento y que “no hay ninguna indicación médica que lo justifique”. Además explica que trae consecuencias que la mujer nota varios meses después, cuando retoma su actividad sexual.
“Al cerrar de más la entrada de la vagina, el introito, supone para la mujer que tiene tejidos mal colocados, no hay elasticidad, el clítoris está aprisionado en su parte terminal, la entrada de algo en su vagina produce dolor”, explica y asegura que además esto produce angustia en las mujeres que se enteran que les “han realizado una práctica quirúrgica sin su consentimiento”.
La especialista explica que un médico se percata de inmediato cuando una mujer ha sufrido esta intervención porque la coloración de la zona íntima cambia. “Se aprecia claramente para alguien que es experto, pero no para la propia mujer”, señala.
En tanto, sí es posible revertir el proceso con cirugía reconstructiva, aunque no es algo habitual, la que consiste en “volver a cortar la cicatriz, aunque no tan profunda como una episiotomía puesto que el punto extra es a nivel superficial, y suturar adecuadamente”.
Francisca Fernández Guillén, abogada y parte del equipo de El parto es nuestro, organización que protege a mujeres tras sufrir violencia obstétrica, sufrió este “punto para el marido” en 2002 cuando la ginecóloga le dijo que la iba “a dejar como una virgen”. “No descubrí hasta tiempo después que eso significaba que me había estrechado la abertura vaginal”, reveló.
Explicó que para ella, como para otras mujeres, esto no sólo trajo consecuencias físicas: “Las mujeres nos vemos convertidas en un objeto para el placer ajeno, por una tercera persona que se inmiscuye en nuestra vida sexual sin habérselo permitido. Es una humillación y una invasión inaceptable de tu intimidad física y psicológica. Tuya y también de tu pareja”.
En esta línea, la psiquiatra Ibone Olza asegura que las secuelas del “punto para el marido” suelen tener repercusiones negativas. “Las secuelas pueden afectar a la vida sexual y repercutir muy negativamente en la relación de pareja. Además de los síntomas de ansiedad, se presentan secuelas físicas como dolor a la penetración, incontinencia de orina o fecal, o dolor en la vulva recurrente”, dice.
“El hecho de no haberlo decidido, ni haber sido informadas por el profesional médico, se puede vivir como una agresión ginecológica a tu autoconcepto, tu autoestima y tu sexualidad”, explica.
Respecto a tomar acciones legales, la abogada explica que es algo “difícil de demostrar” puesto que los ginecólogos “no lo escriben en la historia clínica”. “Podría ser considerado como trato humillante o vejatorio, aunque lo más acertado sería enfocarlo como un delito de lesiones”, añade.
Finalmente, la matrona Anabel Carabentes señala que, a pesar de todo lo que pueda manifestar la paciente, la decisión final queda en manos del profesional que atiende el parto.