Un ejemplo de ese periplo es la actual generación de estudiantes en Henley Business School, compuesta por 30 estudiantes de 17 nacionalidades distintas, de los cuales cuatro pertenecen a América Latina. Un mexicano, un peruano y dos colombianas relataron a AméricaEconomía su travesía en pos de una gran formación profesional y personal en el Reino Unido.
“Match”. Ese es el concepto que ocupa Julio Pasache para describir cómo las estrellas se alinearon a su favor en 2017. Estaba decidido a cursar un MBA a tiempo completo, al mismo tiempo que el banco donde trabajaba en Lima lanzaba un programa para becar a quienes buscaban continuar sus estudios profesionales sin necesidad de renunciar.
Envió correos a distintas universidades y Henley fue la elegida. Y es que le seducían sus atributos: podría potenciar su inglés, el programa se enfocaba en el liderazgo y el desarrollo personal, y podría descubrir sus potenciales habilidades en un entorno que lo alejara, literalmente, de su zona de confort.
Así vendió su auto, arrendó su departamento, su esposa Claudia renunció al trabajo y junto a su pequeño hijo de dos años tomaron todos sus ahorros y emprendieron el gran viaje…
Una nueva vida esperaba en Reading, Reino Unido, a esta familia peruana. “Siempre debemos tomar riesgos. Esta experiencia es única y decidimos vivirla al máximo y en familia”, destaca este licendiado en Administración y Finanzas, de 35 años de edad, y hoy parte de la actual generación del Full-time MBA de Henley Business School, programa que se inició en septiembre de 2017 con 30 estudiantes, de 17 nacionalidades distintas. Además de Julio, los latinoamericanos son tres: Mauricio Dávila, de México; Catalina Soto y María José Restrepo, de Colombia.
La historia de Mauricio es distinta. Cuenta que en 2016 conoció la b-school en una feria de maestrías de negocios en Ciudad de México. Ahí conversó con un representante de Henley y quedó impresionado, así que “después de esa conversación, seguí investigando”, recuerda.
Soltero y sin hijos, a sus 31 años de edad este licenciado en Estudios Internacionales optó por dejar Monterrey para priorizar su carrera y así escalar profesionalmente. Igual caso para Catalina y María José, ambas con domicilio en Bogotá, que aterrizaron en Reading para iniciar una formación profesional en Henley.
“De acuerdo a mi perfil y lo que yo quiero hacer en el futuro (tener mi propia empresa), la mejor opción era estudiar un MBA”, comenta María José. Así buscó maestrías en diez escuelas de negocios de Canadá e Inglaterra, y luego seleccionó a las mejores cinco. Finalmente, la balanza se inclinó por Henley debido a dos factores: tener la posibilidad de realizar una pasantía en Sudáfrica y ser becada por Henley con el 60% del valor de la matrícula, tal como lo consiguieron los otros tres latinos.
Catalina puso sus ojos en el Reino Unido por su padre, quien en los años 90 realizó un máster en Glasgow Caledonian University, gracias a una beca. Al mismo tiempo, un diario colombiano informaba de la beca Chevening, que otorga el gobierno británico todos los años. Postuló y la ganó, así que solo debía elegir un lugar… “En ese punto empecé a ver los ránkings y vi que Henley Business School estaba muy bien posicionada. Eso y que esté ubicada a 25 minutos de Londres, me llamó la atención”, resume.
Desarrollo personal
Al preguntarle a los latinos que eligieron a Henley respecto de la principal ventaja de estudiar ahí, un concepto se repite. El Full-time MBA incluye sesiones de desarrollo personal dentro de su intensa malla académica.
“Aprendes a identificar tus fortalezas y cómo mejorar tus debilidades. Algunos trabajos son bastante introspectivos, pero de estos descubres las cualidades que te han hecho llegar hasta este punto y cómo utilizarlas en el futuro para ser aún más exitoso y tener una vida balanceada”, resalta Mauricio Dávila, de México.
Catalina admite que “este componente (las sesiones de desarrollo personal) me ha ayudado a confirmar y descubrir muchos aspectos de mi personalidad que me harán una mejor líder. Estos son espacios de reflexión que me han ayudado también a ratificar mi plan de carrera, pero sobre todo a darme cuenta que la inteligencia emocional y la capacidad de resiliencia es lo que nos permite continuar y cumplir nuestras metas”.
Sabor de culturas
Pero también destaca el acotado número de alumnos por clase como un componente de calidad educativa en Henley. Treinta almas parecieran que es un buen número para estimular la cercanía y potenciar el debate en el aula. Y si a aquello le sumamos la diversidad cultural, aún mejor.
Catalina nos cuenta parte de la dinámica diaria: “Cada uno se encarga de ejemplificar en las clases cómo ciertos temas son manejados en nuestros países de origen, lo cual enriquece nuestro conocimiento y nos permite entender cómo comunicarnos e interactuar con otras culturas”.
Las amistades fuera de las aulas también han sido relevantes, considerando que durante un intenso año de estudio se crea una familia multicultural. “Cada domingo me reúno para cenar con mi grupo de amigos más cercano, que vienen siendo de India/Arabia Saudita, Estados Unidos, Jordania, Inglaterra/Pakistán, Italia. Normalmente nos turnamos la cocinada, para probar diferentes platos de cada cultura y escuchar música de todo tipo”, cuenta Mauricio.
La esencia de Henley
Julio Pasache, quien dejó Perú junto a su familia para trasladarse por un año a Reading, si hasta el momento ha valido la pena. Responde taxativo: “Al 1.000%”.
Mauricio de Monterrey, México, afirma que el Full-Time MBA de Henley “es un programa demandante, pero con el que vas a crecer de manera profesional y personal, haciendo amistades y conexiones con compañeros de todo el mundo”. No podría ser de otro modo. La universidad cuenta con una red con más de 70.000 ex alumnos.
Está convencido que es una oportunidad única para los latinos, sobre todo para quienes buscan reforzar el idioma. “Estando en Inglaterra te forzarás a practicarlo a diario. Si tu nivel de inglés es más bajo, la universidad te aporta con diferentes cursos a lo largo de tus estudios”, aclara.
Para Catalina, el programa es una excelente oportunidad para aprender una metodología académica diferente, una oportunidad para salir de los esquemas latinoamericanos y enfrentarse a nuevos retos. “Me he dado cuenta que los latinos somos estudiantes muy competentes, que podemos rendir y tener éxito en otros lugares del mundo; es una forma de ganar confianza y de poder exponer al mundo nuestros orígenes. Es una oportunidad para traer conocimiento de nuestra cultura y de nuestros países”, concluye.
Los cuatro latinos se graduarán en septiembre de 2018. Julio, junto a su familia, regresará a Lima para retomar la vida que dejaron pausada. Mauricio, de México, Catalina y María José, de Colombia, mientras tanto piensan buscar nuevos retos en Europa, y por qué no, alargar ahí esta nueva vida.