Luego de 2014, en Chile algunas posiciones se fusionaron, ya que las empresas buscaron alivianar su estructura de costos.
En 2014, Chile enfrentó una paralización en su crecimiento económico, principalmente por la incertidumbre que en ese momento originó el anuncio de ciertas reformas al sistema tributario y laboral, provocando un descenso en la confianza empresarial y del consumidor. De hecho, ese año el PIB del país anotó su peor desempeño en cinco años, el ritmo de la generación de empleo cayó drásticamente y el Banco Central redujo la proyección de crecimiento para los meses venideros, lo que generó despidos masivos en las compañías más afectadas por la desaceleración.
Así, la mayoría de los sectores sufrió una baja en la contratación de profesionales y un cambio en su mapa gerencial, causando un replanteamiento de la estrategia de Recursos Humanos de las compañías que se mantiene hasta la actualidad.
En este sentido, Gonzalo Casanova, director de Randstad Professionals, dijo que algunas posiciones se fusionaron, ya que las empresas buscaron alivianar su estructura de costos, y los puestos ejecutivos que quedaron disponibles no fueron reemplazados, traspasando sus responsabilidades a un cargo ya existente.
"Esto también significó una modificación en el perfil gerencial demandado. Ahora, cada vez se privilegia más a una persona multifuncional orientada a la productividad y la eficiencia, por sobre la especialización, a pesar que para este año se proyecta un mayor crecimiento de la economía. Junto a esto, encontramos la irrupción de las tecnologías de la información, fenómeno que también tuvo un impacto en el tipo de profesionales que hoy requiere la alta dirección, quienes –sea cual sea la edad que tengan- deben tener visión de futuro, aparte de apostar por la innovación y por las nuevas herramientas que hoy en día han modificado la forma de hacer negocios”, dice Casanova.
De acuerdo al estudio anual sobre tendencias en sueldos, beneficios y lugares de trabajo de Randstad, las Top3 competencias más importantes en cargos directivos son, primero, la capacidad para motivar e inspirar a otros (64%), es decir, impulsar que los equipos se ajusten a los criterios y procesos establecidos, motivar y guiar a los empleados en la consecución de los objetivos comunes; segundo, ser adaptable a los constantes cambios del mercado (64%) y; tercero, tener visión de futuro (50%).
Asimismo, “debe ser una persona capaz de adaptarse a la cultura de la empresa y a las transformaciones que ésta pueda sufrir, tanto a nivel organizacional como de mercado; además de conocer en profundidad el nuevo perfil del consumidor y los cambios de comportamiento que éste vaya teniendo a lo largo del tiempo”, dice el ejecutivo de la multinacional de recursos humanos.
Por otro lado, es imprescindible que sea un profesional multifuncional, que además de las competencias técnicas que lo llevaron a ocupar ese cargo, cuente con excelentes habilidades de relacionamiento y comunicación, capacidad de innovación para responder a las exigentes demandas de los clientes y que tenga tolerancia a la frustración, además de una mirada global del negocio; pero por sobre todo que posea la capacidad suficiente para detectar y comprender las señales sociales, económicas, tecnológicas y políticas del entorno local y global e incorporarlas de manera coherente a la estrategia de la organización.
De esta forma, "los nuevos directivos se caracterizan porque muestran una actitud coherente y honesta con sus ideas, generan una relación de respeto que permite la adhesión y el compromiso de su equipo con los objetivos; pero también son personas que se involucran, que no dirigen desde una oficina ni miran desde lejos, sino que están presente en el día a día y predican con el ejemplo", concluye Casanova.
Los porcentajes suman más de 100% porque más de una respuesta es posible.
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