Presente en más de 20 países y 100 universidades, Universities Allied for Essential Medicines ya logró reducir el precio de un fármaco contra el VIH.
Gilead Sciences es una de las farmacéuticas más populares en el mundo. Tiene su sede en California, Estados Unidos, y sus medicamentos se han convertido en unos de los más populares y eficaces para tratar enfermedades de alto costo como el VIH. Su reputación, sin embargo, ha decaído en algunos países. En Brasil, por ejemplo, está en serios aprietos. Hace poco fue demandada por subir el precio del Sofosbuvir, un medicamento crucial para tratar la hepatitis C. Desde enero su valor creció en más del 1.400 %. “Es un caso inédito”, dijo uno de los demandantes a un medio local. “Es algo arbitrario”, replicó otro.
La acción judicial, que desde hace un mes ha ocupado varias páginas de periódicos brasileños, estuvo liderada por once organizaciones. Entre ellas Médicos Sin Fronteras, la Defensoría y la Facultad de Derecho de la U. São Paulo. En la lista también estaba el nombre de un movimiento de estudiantes que se ha expandido por veinte países con un propósito: luchar por el acceso a los medicamentos. Universities Allied for Essential Medicines (UAEM) es su nombre y está tomando una fuerza global sin precedentes en el mundo farmacéutico. Ya aglutina a más de cien universidades.
Hace poco abrió un capítulo en Colombia bajo una premisa: “Queremos investigar los problemas de acceso a medicamentos en el país e incidir en las políticas públicas. Vamos a hacer activismo para informar a la gente qué es lo que está sucediendo. Vamos a crear evidencia con todo el rigor científico de la academia”, dice Jonathan Venegas, coordinador nacional y uno de sus fundadores. “Queremos que los medicamentos dejen de ser un tema invisible”.
Así comenzó
La historia de UAEM empezó con un logro que quedará como un hito en el mundo farmacéutico. En 2001 estudiantes de la Universidad de Yale (EE. UU.) se unieron para pedirles a las directivas y a la compañía Bristol-Myers Squibb que permitieran la producción genérica de un fármaco clave para tratar el VIH. Los casos se estaban multiplicando en África y su alto costo impedía que miles de pacientes accedieran a él. Después de muchos intentos, Yale y Bristol, dueños de la patente, cedieron y expandieron su fabricación.
“Eso mostró que los estudiantes también pueden contribuir al desarrollo de medicamentos. Las universidades están bien posicionadas para influir en la manera en que se desarrollan y distribuyen tecnologías médicas”, apuntaron en su página web.
Desde entonces, en cabeza de Merith Basey, una médica estadounidense que ha liderado campañas de acceso a medicamentos en varios países, la UAEM se expandió a un ritmo vertiginoso. En su lista hoy hay grupos de las universidades de Stanford, de Chicago, de Duke, de Nueva York, de Cornell (en EE. UU.), y de Viena, Ámsterdam, Burdeos, Leipzig, Múnich, Oslo y Southampton (en Europa). También están las universidades de Lagos (Nigeria), Makerere (Uganda), el Instituto de Medicina de Nepal, la U. Nacional de Singapur, la U. de Queensland (Australia), la U. de São Paulo y la U. Federal de Santa Catarina, en Brasil. Argentina se unió hace poco.
“Somos un movimiento global de estudiantes universitarios”, señalan. “Estamos en una posición única para impulsar el cambio (…) Utilizaremos el rigor y la sofisticación intelectual para luchar por una mayor innovación y por el acceso a medicamentos y las tecnologías relacionadas con la salud (…) Nuestro trabajo estará guiado por los principios de no partidismo, democracia, transparencia, solidaridad y respeto”.
Son principios que han replicado en escenarios internacionales como la Asamblea Mundial de la Salud y en protestas en varias ciudades donde, con enormes pancartas, les recuerdan a los gobiernos que hay serios problemas por resolver como los altos precios de las medicinas y el monopolio de varias compañías. Uno de sus últimos documentos mostró que muchas universidades no son transparentes al realizar ensayos clínicos. Desde 2018, además, se embarcaron en una campaña para pedir a la U. de California que retire su reclamo de patente en India sobre un medicamento para tratar el cáncer de próstata. Su argumento era sensato: su desarrollo del Xtandi había sido financiado con recursos públicos.
En Colombia el capítulo de UAEM empezó a tomar forma en 2017. Con la ayuda de algunos profesores, poco a poco fue reclutando integrantes. Hoy son 48 alumnos de las universidades Nacional (sede Bogotá), Externado, Militar y Nacional (sede Medellín) que se reúnen cada quince días para coordinar frentes de trabajo. Ya han asistido a un par de reuniones globales de la UAEM y coordinado debates académicos. En septiembre, por ejemplo, realizaron el primer Foro de Transparencia en la Investigación Biomédica, y es usual que sus integrantes estén en los debates públicos sobre medicinas.
“Somos un grupo que busca aportar un grano de arena en la lucha contra la escasez de medicamentos esenciales”, cuenta Felipe Zamudio, estudiante de Derecho y coordinador del grupo del Externado. “A pesar de que tenemos diferentes formaciones, nos une un interés por ayudar a resolver ese desabastecimiento. Esa diferencia nos enriquece. Hacemos un trabajo interdisciplinar”, dice Camila Vargas, coordinadora del capítulo de la U. Militar. Entre sus integrantes hay químicos farmacéuticos, economistas, abogados y médicos, pero quieren, como sucede en otras latitudes, que se sumen artistas y más humanistas.
Aunque hasta el momento sus acciones empiezan a tomar fuerza, Jonathan Venegas, químico farmacéutico, promete dos años de trabajo intenso. Pronto se conformarán como una organización no gubernamental y reclutarán a más estudiantes. “Queremos que más regiones se adhieran a este gran proyecto. La idea es que sea un colectivo que perdure así haya cambio de líderes; que el interés persista así haya cambios generacionales”, explica.
Luisa Mendieta, estudiante de décimo semestre de Derecho y coordinadora del grupo de la U. Nacional, tiene una buena manera de resumir las razones por las cuales los estudiantes deben unirse a esta causa: “El acceso a medicamentos es un asunto crucial en nuestras vidas. En Colombia la discusión ha sido opacada por otros temas que suelen prevalecer en la agenda pública. Nosotros queremos explicarle a la gente por qué debería preocuparse por esto y exigir. Para eso nos estamos centrando en trabajar, desde la academia, sobre transparencia a la hora de hablar de medicinas; en poner en el debate las discusiones sobre innovación y en hacer advocacy. Vamos a incidir y lo haremos con rigor. No por ser estudiantes nuestros trabajos carecerán de rigurosidad científica. Esto dejará de ser una discusión de unos pocos”.