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Estos son los desafíos que tienen los líderes colombianos en el sector público
Domingo, Abril 1, 2018 - 08:24

Dejar de prometer siempre lo mismo, laborar con transparencia y poner su ética como primera instancia, cumplen con parte de la receta.

En Colombia existen 6.153 entidades públicas de orden nacional y territorial, y todas ellas con líderes que tienen en sus manos el futuro no sólo de su población más cercana, también el del país entero. Una cifra revelada por Ana María Gómez, directora de Movilidad y Formación del Ministerio del Trabajo, quien recuerda que el adquirir el conocimiento para reconocer las oportunidades de crecimiento sostenible y ponerlo en práctica, se ha convertido en uno de los mayores retos de las cabezas que están al frente de estas organizaciones.

Con el reto de la recuperación económica que se registró en Colombia en 2017, las elecciones presidenciales que se aproximan, lo casos de corrupción lamentables como el de Odebrecht y los que se registraron como evidentes malas decisiones de sus directivos, como Reficar; la tasa de desempleo que hay en el país y la crisis ambiental por la que cruza el mundo, se hace urgente una evolución en el pensamiento de los que lideran desde el sector público, “que son los que tienen como objetivo final, más allá de producir económicamente, satisfacer las necesidades de la sociedad y representar el bien común”, asegura Gómez.

Estas organizaciones públicas, que utilizan recursos de todos los colombianos para cumplir con sus obligaciones, como lo aclara María Fernanda Valdés, coordinadora del área ambiental y fiscal de la Friedrich Ebert Stiftung en Colombia son, desde su creación, llamadas a aplicar el liderazgo sostenible. Pero, ¿lo cumplen? “En Colombia no se puede afirmar ni negar la existencia de dicho liderazgo en el sector público. La presencia de este es más fuerte en algunas entidades; en otras, ni siquiera existe”, agrega.

Liderar de manera sostenible va más allá que influir en un grupo de personas, es “tener en cuenta todos los impactos que implica movilizar a otros. Es un liderazgo que debe entender que cualquier acción que se haga para mover a las personas tiene una consecuencia social, ambiental y política”, asegura Juan David Aristizábal, director del Centro de Estudios de Liderazgo del Colegio de Estudios Superiores de Administración (CESA).

Colombia lideró a nivel internacional la Agenda 2030, que como lo explica la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, fue la encargada de establecer los 17 objetivos de desarrollo, los cuales reemplazaron los conocidos Objetivos del Milenio, y la que se propone poner a las personas en el centro. Esta tiene un enfoque de derechos y busca un desarrollo sostenible global dentro de los límites planetarios.

Pero, ¿estamos ejerciendo un liderazgo sostenible real? La minería ilegal, un cuestionado permiso para que en el país se adelante el fracking, la idea de construir en la reserva forestal Thomas van der Hammen, nos confirman que el panorama no está claro. Cuando se fundó el Ministerio de Medio Ambiente en 1993 en Colombia, con el fin de velar por los recursos naturales renovables, “el liderazgo era sostenible, se crearon políticas que prometían hacer esto posible, sin embargo, con el tiempo esta entidad se desbarató, desapareció el Sistema Nacional Ambiental (SINA), porque quedó desfinanciado, no tiene presupuesto”, advierte Valdés.

El aspecto ambiental no es el único afectado por la falta de liderazgo, tanto sostenible como consciente, por parte de los líderes de las entidades públicas. Varios casos han minado la confianza de la gente: en 2010, Colombia conocía el escándalo del carrusel de la contratación que se desarrolló en Bogotá durante la administración de Samuel Moreno, caso que no ha sido cerrado. En 2016, el nombre de la constructora brasileña Odebrecht empezó a salir en todos los medios de comunicación del mundo por el pago de dineros y sobornos a funcionarios de gobiernos de 12 países. Al mismo tiempo se hacía pública la feria de contratos que se realizaba en Reficar. Y la política, que vive uno de sus más altos momentos de desprestigio, no queda por fuera.

“Todos los colombianos hemos conocido los casos de corrupción, promesas sin cumplir, proyectos que no se ejecutan, sistemas colapsados, mal servicio a la ciudadanía, entre otros. Todo esto es el resultado de no incorporar y desarrollar líderes éticos y responsablemente sociales tanto en el sector público como en el privado”, resalta Eliana Bohórquez, presidenta de Focus Escuela Internacional de Gestión Comercial y Liderazgo.

El reto está en que estos líderes que hacen parte de los organismos administrativos, ya sean ministerios, institutos, colegios o universidades, sean competentes, fieles a los valores y creencias, que logren generar confianza, inspirar a otros, que actúen con transparencia, generen relaciones confiables con sus colaboradores, usuarios y con la comunidad en general. Todo, amarrado a lo que tanta falta hace en el país: ética.

FOTO: PEXELS.COM

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ELESPECTADOR.COM