Los males mentales de la vida moderna afectan a cualquier persona. Sin embargo, el inmigrante debe adaptarse a una nueva cultura con costumbres diferentes y un idioma distinto, viviendo -además- experiencias de discriminación y desigualdad.
La salud mental está relacionada al modo en que se piensa, se siente y se actúa de manera regular, ante distintas circunstancias de la vida.
Por ejemplo, todas las personas se sienten preocupadas, ansiosas, tristes o estresadas de vez en cuando. Pero si estas sensaciones permanecen por tiempos prolongados e interfieren en el trabajo o en las relaciones personales, entonces es probable que se trate de un problema de salud mental.
Se estima que tan sólo en Estados Unidos una de cada cinco familias sufre este tipo de problemas que incluye, entre los más comunes, depresión, fobias, trastorno bipolar y esquizofrenia.
Y los inmigrantes, incluyendo los de origen hispano o latino, son más propensos a desarrollarlos. La buena noticia es que todas estas condiciones suelen ser tratables y pueden resolverse con terapia y/o medicinas.
Desde luego, los problemas de salud mental no son exclusivos de los Estados Unidos ni de los latinos, pueden afectar a cualquier persona, independientemente de dónde vive, en cualquier momento.
El problema más de fondo que enfrenta esta situación es que se tiene una idea equivocada frente a ellos, un “estigma” que detiene cuando se trata de buscar ayuda o de ir con el médico o con un profesional calificado para que se establezca el diagnóstico y recibir así un tratamiento adecuado.
Ya sea por pena (vergüenza) o pensando que se debería contar con la fortaleza de salir adelante solos, esta consulta se evita. Cuando en realidad, no tiene nada que ver con fortaleza. Así como la presión alta y la diabetes son enfermedades que no se tratan con fortaleza, la depresión, los ataques de pánico y otros trastornos mentales también requieren tratamiento de un profesional.
Ahora bien, algunos estudios indican que, como los inmigrantes tienden a tener más estrés, debido a los cambios culturales a los que están expuestos, tienen más posibilidades de sufrir algún tipo de problema de salud mental.
La comunidad hispana y latina en Estados Unidos pertenece a este grupo y se encuentra más propensa a padecer este tipo de complicaciones.
La inmigración puede ser traumática ya que implica el distanciamiento de seres queridos y familiares; el inmigrante debe adaptarse a una nueva cultura con costumbres diferentes y un idioma distinto, además, puede ser discriminado e incluso frecuentmente lleva condiciones de vida que no son buenas.
Todo esto puede provocar ciertas condiciones como el estrés, la depresión y la ansiedad.
A pesar de que muchos latinos tratan de incorporarse rápidamente a la cultura de Estados Unidos, varios se enfrentan con desigualdades socioeconómicas, educativas y de acceso a los servicios de salud y esto agrava la situación.
Si bien es cierto que el apoyo de los amigos y los familiares es muy importante, dependiendo del problema, a veces es necesaria la ayuda profesional, la cual no se busca, a veces por falta de recursos y a veces por el estigma acerca de las enfermedades mentales.
Algunos estudios estiman que menos del 10% de los latinos con trastornos emocionales buscan los servicios de un especialista en salud mental.
En términos generales, si se siente tristeza, nerviosismo, cansancio o irritabalidad frecuente, puede que no sea algo temporal sino algún tipo de problema de salud mental. Todo problema de este tipo, como una diabetes o una gripe, requiere ayuda profesional.