Los estudiantes, en colaboración con investigadores del CERN, utilizan las tecnologías más sofisticadas para desarrollar nuevos productos y servicios.
Cinco equipos de estudiantes de ESADE Business School, la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) y el Istituto Europeo di Design (IED) de Barcelona han participado, por cuarto año consecutivo, en el proyecto Challenge Based Innovation (CBI). Se trata de una iniciativa de IdeaSquare y del Departamento de Innovación de la Organización Europea para la Energía Nuclear (CERN), en que equipos multidisciplinarios de estudiantes, docentes e investigadores trabajan en nuevas soluciones para el futuro de la humanidad en los ámbitos de la educación, la sanidad pública, la ayuda en casos de emergencia o la contaminación.
Los grupos están formados por alumnos de diferentes disciplinas ya que, según los impulsores del CBI, “las combinaciones más extraordinarias producen los resultados más atractivos” y es esto “lo que el proyecto quiere potenciar”. Participan en el proyecto nueve estudiantes del Full-Time MBA de ESADE Business School; siete de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Telecomunicación de Barcelona (ETSETB), y tres de la Facultad de Informática de Barcelona (FIB), por parte de la UPC; además de nueve estudiantes de títulos superiores de Diseño y del Diploma en Creative Advertising and Branding del IED Barcelona.
Los retos a que se han enfrentado los estudiantes de las tres instituciones giraban en torno a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, detallados en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible en los ámbitos de la educación, la sanidad, la contaminación o la ayuda en casos de emergencia.
En concreto, los participantes han buscado soluciones innovadoras para cinco grandes retos: el empoderamiento de las mujeres y de los jóvenes en los países en vías de desarrollo mediante la educación y el emprendimiento en el ámbito de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM, según sus siglas en inglés); el desarrollo de métodos operativos para la inspección de la radiación; el diseño de tecnologías de inmersión para actividades de formación en misiones de emergencia sanitaria; el rediseño de soluciones para compartir conocimientos, y, por último, la incidencia del medio ambiente en la salud pública.
El proyecto CBI ofrece a los estudiantes la posibilidad de utilizar la tecnología del CERN, máximo exponente del desarrollo de las nuevas tecnologías, y establecer un contacto directo con los científicos de la organización para aprender más acerca de sus áreas específicas de conocimiento. Durante cuatro meses, han identificado y analizado diversas necesidades y problemas, que los han llevado a definir los proyectos que ahora presentan.
Cinco retos y cinco propuestas
Uno de los proyectos consiste en la creación de un sistema de recogida de datos sobre los certificados académicos mediante la tecnología blockchain. El equipo de estudiantes se ha inspirado en situaciones en que las personas deben huir de sus países como consecuencia de un conflicto bélico y se encuentran con la dificultad de que no pueden demostrar la formación previa que han recibido. Los estudiantes plantean una posible base de datos universal que pueda recopilar información académica para poder realizar dicha certificación en todo momento.
Otro equipo de estudiantes ha desarrollado un dispositivo que detecta el gas radón en los hogares y en los edificios públicos, utilizando una tecnología desarrollada por el CERN, conectada con una aplicación que registra la exposición que ha tenido una persona a lo largo de su vida en estos espacios. El gas radón es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la segunda causa de muerte por cáncer de pulmón y es responsable de entre el 3 y el 14 % de los casos de este tipo de cáncer en todo el mundo. Los estudiantes se plantean ampliar el proyecto y analizar también la incidencia de los rayos ultravioletas, que son la otra causa principal de cáncer por radiación.
Utilizando una tecnología haptic, que permite la interacción virtual mediante el tacto, el tercer proyecto propone un chaleco que transmite datos sobre la presión arterial, la temperatura o la respuesta a estímulos, para aportar más realismo sensitivo al entrenamiento virtual en situaciones de riesgo. La idea es que el chaleco registre los cambios fisiológicos que experimenta la persona al realizar estos entrenamientos virtuales (en su ritmo cardíaco y respiratorio, y en la sudoración), con el objetivo de que el programa de entrenamiento se ajuste a la respuesta de la persona a cada situación de riesgo y determine cuándo está preparada para afrontarla.
Otro de los proyectos es la creación de un sistema alternativo al actual de publicación de los resultados de una investigación científica, que tenga más en cuenta su difusión e incidencia en la sociedad. Los sistemas actuales valoran solo los impactos de una investigación a partir de la cantidad de citas que ha recibido un artículo científico (Índice h). En este sentido, los alumnos han planteado la creación de un índice alternativo que amplíe el concepto de impacto de una publicación científica y valore el retorno a la sociedad, y que tenga en cuenta también las patentes y la transferencia de conocimientos y de tecnología al mercado.
Finalmente, un quinto equipo de estudiantes ha planteado la creación de un dispositivo para mejorar la calidad del aire en los espacios interiores o en los sistemas de movilidad urbanos. Se trata de una solución que permite filtrar el aire y eliminar las partículas nocivas, así como mejorar las sensaciones psicológicas asociadas a los espacios cerrados, para proporcionar mayor bienestar.
El acto de presentación del CBI podrá seguirse en streaming en el siguiente enlace.