De acuerdo a Hill+Knowlton Strategies, la mala percepción de los atributos de honestidad y transparencia, y medidas para prevenir la corrupción; están estresando los estándares que se demandan en la gestión de los gobiernos corporativos en Chile.
Las empresas están en deuda en Gestión y Liderazgo, una de las dimensiones más importantes para la construcción de reputación y que se construye con dos de los atributos peor evaluados durante 2016 del Estudio de Reputación Corporativa (ERC)®, que realiza Hill+Knowlton Strategies y GfK Adimark.
De acuerdo a Hill+Knowlton Strategies, la mala percepción de los atributos de honestidad y transparencia, y medidas para prevenir la corrupción; están estresando los estándares que se demandan en la gestión de los gobiernos corporativos en Chile.
En el marco del campo del Estudio de Reputación Corporativa (ERC)® 2017, que la consultora realiza hace 16 años junto a GfK Adimark, se identificó que el 73,6% de los consumidores considera que la reputación de un gerente general o dueño de una empresa “influye mucho” en el capital de prestigio de su organización.
El levantamiento, que se realizó en julio de este año y cuyos resultados más gruesos se darán a conocer a fines de agosto, mostraron que, si una empresa se ve envuelta en algún escándalo, los consumidores consideran que los principales responsables son, por una parte, la empresa como un todo, pero también los altos ejecutivos (63%) y en tercer lugar el dueño o a quien se asigna la propiedad de la compañía (17,7 %).
“Es interesante observar la alta incidencia del desempeño de los ejecutivos en la construcción de reputación de las empresas que lideran, lo que da cuenta que su labor ya no sólo está asociada a las competencias que tradicionalmente enlazamos a la conducción operacional”, explica Pamela Leonard, gerente general de Hill+Knowlton Strategies.
La ejecutiva reflexiona sobre los efectos que esto tiene en la comunicación y cómo las empresas se conectan con su entorno. “La consultoría tradicional en comunicaciones se guía por blindar a la empresa minimizando su exposición y la de sus ejecutivos, muy por el contrario, lo que está pidiendo con fuerza el contexto social es consistencia y sobre todo que se dé la cara”.
La dimensión gestión y liderazgo es la segunda más importante para los consumidores, después de productos y servicios; seguida por la dimensión emocional que sufrió una caída severa a partir de 2009; por efecto de la crisis subprime y el cuestionamiento a la credibilidad de las empresas por la forma en que venían gestionando la manera de hacer negocios. Esto lleva a mirar con detención cuánta confianza es capaz de ganar un líder para su empresa. Entre 2002 y 2008, las empresas promediaban una nota de 5,5 en el atributo de confianza, mientras que entre 2009 y 2016, la nota cayó a un 4.8.
“La invitación es a debatir en torno a la reputación corporativa y a cómo las instituciones son percibidas a través de las personas que las conforman. Hoy los mejores liderazgos son aquellos que han contribuido a sacar a sus compañías de un problema con alta connotación pública, encarnando los propósitos de su quehacer, con coherencia entre lo que declaran y lo que efectivamente hacen. No se trata de contar bien una historia, sino ser la historia” concluye Pamela Leonard.