Una investigación científica demuestra que fotografiar algo antes de comerlo lo vuelve más sabroso.
Un estudio publicado en febrero del 2016 en la revista Journal of Consumer Marketing reveló que el acto de sacarle una fotografía a la comida antes de ingerirla puede hacer que el comensal la sienta de manera diferente, mejor.
La investigación de carácter científico -que fue difundida por la New York Magazine- fue realizada en base a tres estudios distintos en los que participaron 360 personas. En el primero, se analizaron los efectos de fotografiar comida antes de consumirla, partiendo de dos platos diferentes: una trozo de torta y una ensalada. Los resultados demostraron que aquellos que habían tomado la foto de la torta y posteriormente la compartieron en la red social Instagram, declararon sentirla más sabrosa que aquellos que no lo hicieron. Esto no pasó con la ensalada, en cuyo sabor no se captaron diferencias importantes entre un grupo de personas y el otro.
Para el segundo estudio los investigadores quisieron llegar más lejos, esta vez no se concentraron en la fotografía sino en sus ingredientes. Decidieron proponer a los comensales la misma torta pero por partida doble, alegando que estaba hecha con ingredientes saludables y reducidos en grasas, y la otra compuesta por elementos de alto contenido calórico. En esta caso, quienes probaron las dos tortas -que en realidad eran iguales- creyeron que la que estaba hecha de ingredientes "light" era más fea que la regular.
El tercer estudio probó que observar tendencias alimenticias en Instagram u otras redes sociales puede transformar una dieta y generar que una persona elija consumir ciertos alimentos u otros dependiendo de lo que ve posteado en redes.