Una investigación de la Carnegie Mellon University, con 128 personas de entre 35 y 65 años, analizó cómo afecta en la felicidad el incremento en la frecuencia sexual.
El mito dice que a más sexo, mayor felicidad. Y es que a quién no le gusta hacer el amor en la mañana, en la noche o incluso después de almuerzo. Qué mejor. Pero no se entusiasme, porque un reciente estudio de la Carnegie Mellon University concluyó que “el incremento en la frecuencia no lleva a un aumento de felicidad”.
La revista The Journal of Economic Behavior & Organization publicó los resultados del estudio que reclutó a 128 personas, de entre 35 y 65 años de edad, con el objetivo de averiguar cómo afecta en la felicidad la frecuencia sexual.
Las conclusiones fueron claras: al grupo que se le pidió que tuviera más sexo, había experimentado disminución en su felicidad. También cayó su deseo sexual y también el cómo disfrutaban el sexo.
“El deseo de tener relaciones sexuales disminuye mucho más rápidamente que el disfrute del sexo una vez que se ha iniciado. En lugar de centrarse en el aumento de la frecuencia sexual a los niveles que experimentaron al principio de una relación, las parejas deberían trabajar en la creación de un entorno que despierte su deseo y que haga que el sexo sea aún más divertido”, dijo Tamar Krishnamurti, coautor del estudio.