Por José Yuste, para Dinero en Imagen (Excélsior).
Que el Tigre Toño desapareciera de las Zucaritas, que Pancho Pantera dejara las latas de chocolate, que los M&Ms dejaran de tener cara y ojos, que el felino Chester de Cheetos dejara de venir en las bolsas. Esto es lo que se animaron a hacer en Chile.
¿Medida radical? Sin duda, pero las autoridades chilenas consideran que les ayudará a combatir la obesidad y diabetes en niños y hasta en adultos. Y todo ello viene a colación por la decisión que hoy tomará en México la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sobre si el etiquetado actual de los alimentos en México debe ser revisado por expertos en salud o no.
No hay etiquetas de advertencia sobre sal, grasas, azúcar
La industria alimenticia pegó el grito en el cielo. ConMéxico pidió a la Corte ser parte de esta discusión, porque un análisis parcial del etiquetado podría traer “profundas consecuencias económicas y sociales”.
Y desde luego que la industria, a través de ConMéxico, debe participar en la discusión. Pero, igualmente, cierto es que hoy necesitas tener estudios en química de alimentos para entender un etiquetado. Sinceramente, es difícil que un consumidor mexicano tome la decisión de llevarse tal o cual producto, con base en el etiquetado mexicano, que trae contenidos de ingredientes, pero no te dice si son porcentajes altos, bajos o regulares y que pueden afectar la salud.
En cambio, estamos llenos de publicidad saludable. Todo es saludable. En Chile pusieron una medida sencilla, la de una etiqueta negra si el alimento tiene un alto contenido calórico, de grasas, de sal o de azúcar. Es una etiqueta de advertencia, y el consumidor ya decidirá si se la lleva o no. Sucede que hoy en día es fácil dejarse llevar por la publicidad de un producto de anaquel, por la simple leyenda de que está fortificado, es natural, orgánico o más saludable.
Etiquetado de 2015, un paso; hasta se discutió un semáforo
Desde 2015, la Cofepris en México autorizó un etiquetado distinto. Fue un avance. Pero, según la ONG El Poder del Consumidor, no se tomó en cuenta la opinión de expertos imparciales, sino sólo a la industria.
Y más allá de si El Poder del Consumidor suele exagerar o ejercer cruzadas a ultranza contra ciertas compañías, lo cierto es que el etiquetado en México no parece funcionar para que un consumidor pueda tomar una decisión. Esta ONG interpuso un amparo que hoy decide la Suprema Corte, y que llevaría a las autoridades de Salud a revisar el etiquetado.
En el etiquetado mexicano todavía ganan las leyes publicitarias, que pueden tener personajes animados o buena mercadotecnia para decir que son más saludables. No tenemos ningún tipo de advertencia en el etiquetado. En 2015, se llegó a mencionar que pudiera existir una suerte de semáforo: Rojo si el alimento tenía un contenido calórico, de sal, grasa o azúcar muy elevado. O el amarillo o el verde para contenidos moderados.
¿Exagerado, sin tigres, panteras, conejos o juguetes?
Quizá Chile exageró en eliminar al Tigre Toño, a Chester Cheetos, a Pancho Pantera, al conejo de Nesquik o los juguetes del chocolate Kinder Sorpresa.
Pero los chilenos consideran que eliminar la mercadotecnia es un primer paso para combatir la obesidad y diabetes. Además, allá sí pusieron un etiquetado de advertencia, con cintas negras, si los alimentos tienen altos contenidos calóricos o de sal, azúcar y grasas.
En México, debemos reconocer que existen esfuerzos empresariales, algunos pequeños, otros muchos mayores para disminuir el contenido calórico o para informar mejor al consumidor. Bimbo y PepsiCo redujeron el tamaño de las bolsas de botanas que venden a niños, y ConMéxico buscó eliminar grasas trans. O Coca-Cola, que ha reducido todo el nivel de azúcar de sus refrescos y ha lanzado en los anaqueles diversas presentaciones donde siempre debe haber una botella o lata que no tenga azúcar o tenga bajos contenidos calóricos.
A pesar de estos esfuerzos empresariales, para el consumidor mexicano el etiquetado en los alimentos, botanas y bebidas sí es difícil de entender para tomar una decisión. Necesitarías acudir al supermercado con un nutriólogo para que te esté descifrando si los alimentos tienen porcentajes mayores de sal, azúcar, grasas o contenidos calóricos. Hoy la Suprema Corte tomará una decisión.