¿Qué es la felicidad? y ¿qué podemos hacer para incorporarla a diario en nuestra vida? son algunas de las preguntas que responde el autor del libro "La felicidad no es cosa de otro mundo", quien también reflexiona cómo la región trabaja su bienestar subjetivo.
Eugenio Tironi, doctor en Sociología: "América Latina es altamente productiva en términos de felicidad"
Viernes, Junio 3, 2016 - 12:25
Todas las personas buscan ser felices, siendo este sentimiento uno de los máximos anhelos de los seres humanos, las sociedades y los gobiernos. Pero, ¿qué es la felicidad?, ¿cómo podemos mantenerla e incorporarla constantemente a nuestra vida?, son algunas de las preguntas que rondan por la mente humana pero que no siempre encuentran una respuesta clara.
El doctor en Sociología, consultor privado e investigador, Eugenio Tironi, se ha empeñado en entregar ciertas respuestas, las que han quedado plasmadas en su más reciente trabajo, "La felicidad no es cosa de otro mundo", libro que aborda el bienestar subjetivo tanto desde el punto de vista individual como social. ¿Estamos administrando bien la felicidad? Esa es una de las grandes dudas.
- ¿Qué es la felicidad?
- Para efectos del libro, la felicidad es aquella apreciación que tiene la persona respecto a la vida que lleva en el momento que se le aplica la encuesta. En general, tiene que ver con el poseer los recursos para alcanzar lo que uno se propone y eso puede variar entre un millonario, para quien puede ser comprarse un yate aún mejor que el del millonario de al lado, o el de una persona de un campo de concentración que se propone obtener una cucharada de sopa más condensada que la que obtuvo el día anterior. Ambas cosas pueden producir felicidad y si el prisionero consigue su cucharada el grado de felicidad puede ser superior al que le produce al millonario tener un yate más lujoso que su vecino. Esa sensación, que siempre es muy fugaz y que llamamos felicidad, la puede causar cualquier elemento y se va reinventando cada vez. Después que uno tiene esa sensación, uno recae en su tasa histórica de felicidad y vuelve a su piso.
En la felicidad, hay factores individuales y sociales. Entre ellos, disponer de relaciones afectivas intensas y estables; el contar con una vida sexual frecuente - en estas materias por lo general, la frecuencia importa más que la intensidad-; tener creencias, pues eso da la idea de que el destino no es responsabilidad exclusiva de uno y así se anda con una mochila un poco más liviana; y sentirse parte de una comunidad, los que responden también a las ideologías y los movimientos sociales actuales; el orgullo nacional; cuestiones más ambientales; el contar con un sentimiento de haber experimentado movilidad social; la estabilidad en el trabajo, el mundo laboral es un factor que contribuye a la felicidad.
- ¿Qué pueden hacer las personas diariamente para hacerse cargo de su propia felicidad?
- No es que tenga tips, pero está el limitar las aspiraciones y no huir del dolor, sino que afrontarlo y vencerlo, porque si uno evita el sufrimiento no tiene posibilidad de tener esta cuota de felicidad. Cultivar las relaciones afectivas; evitar la rutina, buscar la ruptura y la sorpresa; viajar; y contribuir, porque si yo soy rico o tengo recursos, obtengo más felicidad en aquello que comparto que en aquello que consumo con exclusividad. En cierto modo, la felicidad es algo que uno obtiene de los demás y no de uno. Algo que influye mucho es el mantenerse enfocado, porque el deambular y el comparar son cosas demasiado negativas. Por eso, la rutina no es buena, porque me lleva a divagar, en cambio, la sorpresa me obliga a concentrarme y a mantenerme alerta y eso contribuye a la felicidad.
- ¿Cómo influyen las redes sociales en la felicidad?
- Creo que los smartphone y las redes sociales son herramientas que contribuyen a establecer vínculos y, por ese hecho, son plataformas que estimulan el sentimiento de felicidad, porque no hay nada que produzca más bienestar subjetivo que los vínculos. Nada. Si los nexos sociales se debilitan las consecuencias para la felicidad son negativas, en el sentido que las redes sociales pueden ayudar a mitigar el aislamiento, la soledad, el individualismo. Estamos envueltos en un tipo de sociedad y desarrollo que contribuyen mucho a la competencia y que estimula mucho la infelicidad y cada uno carga por si solo con el fardo de su destino. Todo eso puede producir en el corto plazo felicidad pero tiene el efecto de una droga, que necesita cada vez más para obtener el mismo estimulo y eso significa más trabajo, menos horas con la familia, menos amigos y eso a la larga termina pasando la cuenta en materia de felicidad. Por eso, hoy está tan en boga replantearse eso. En el fondo, estamos ante una gran rebelión ante el imperialismo y el monopolio de la economía y los economistas, que son los que han dominado el mundo en el último siglo.
- América Latina es, según el libro, una de las regiones más felices ¿Cómo es esa lucha de un modelo de progreso ajeno versus nuestro patrimonio intangible?
- Ese es el gran desafío de la región: ¿cómo ser desarrollado sin destruir su patrimonio? y este radica en una capacidad sobresaliente para producir felicidad con pocos recursos a mano. América Latina, en general, es altamente productiva en términos de felicidad, eso implica que en lugar de adoptar un modelo de desarrollo de índole anglosajón o europeo, que corresponde a otras raíces culturales, busquemos un modelo de desarrollo que se nutra, recupere y proyecte rasgos que son propios de nuestra cultura y que tenga un valor extraordinario en el mundo moderno, actual, que es la capacidad de producir felicidad. En el libro planteo levantar un capitalismo latinoamericano, que es mucho más contemporáneo que el que nos enseñaron los Chicago Boy, ese es un capitalismo basado en el crecimiento indefinido y con la inspiración de la felicidad con el crecimiento económico. América Latina tiene mucho que aprender de ella misma y que enseñarle al mundo.
- ¿Cuáles serían las principales bases del capitalismo latinoamericano?
- Creo que tiene que ver con un capitalismo que no considera la familia una traba para el desarrollo económico. Durante mucho tiempo se pensó que el gran obstáculo en las empresas era estar basada en la familia y que era mejor que fueran sociedades abiertas y dispersas que no tuvieran controladores, a nadie preocupado pensado a largo plazo, sino que fueran un grupo de accionistas interesados en el corto plazo, que eso producía una buena empresa. Creo que eso viene de vuelta, la sociedad basada en tradiciones familiares es un activo latinoamericano. Otro activo es el mestizaje, que somos híbridos, que mezclamos la diversión y la amistad con el trabajo. Para eso los norteamericanos tienen que hacer coaching y nosotros lo tenemos incorporado en nuestro ADN, contratan gente para que les digan lo que para nosotros es obvio, que lo hemos hecho toda la vida. Las creencias religiosas, que en América Latina son muy fuerte, no son creencias que deberían estar condenadas a desaparecer por efectos del desarrollo porque perfectamente pueden convivir; también la relación la naturaleza y los animales.
- Perú tiene unas tasas muy bajas de felicidad, a pesar que tiene varios ingredientes, como que es bastante religioso y que en los últimos años ha sido una de las economías de más rápido crecimiento en la región...
- Es algo con los países andinos: Bolivia, Perú y Ecuador. No tengo una respuesta clara, pero, probablemente, influye mucho el racismo y el clasismo con el mundo indígena, porque el sentimiento de discriminación hace a las personas muy miserables, probablemente este sentimiento de movilidad social no se afinca como llegó a hacerlo en Chile o Brasil en los últimos años.
- El otro fenómeno es de México y Guatemala, que tienen una tasa alta de felicidad pero son países bastante violentos.
- La creencia religiosa y la fuerza de los grupos familiares. Tengo la impresión que México tiene, al menos en término retóricos, políticos e históricos, mejor resuelto la integración del mundo blanco con el mundo indígena.
- ¿América Latina está en el vértice de ver cómo enfrenta esto?
- Yo creo. Un camino que estaba planteado era: vamos a recuperar un crecimiento del 6% y vamos a llegar a ser desarrollados, es decir, igual a Estados Unidos, por lo que vamos a ser todos felices. Ese es un camino suicida. En ese proceso además tenemos que ir abandonando todos esos rasgos tradicionales de Latinoamérica. Las expectativas de movilidad se van a ir moderando, vamos a crecer al 3%, entonces no podemos descansar en ese motor como la fuente principal de bienestar subjetivo y, por tanto, tenemos que fortalecer otros factores como son la relación con la naturaleza, los vínculos familiares y sociales y para eso cómo lo vamos a hacer: recuperando ciertos rasgos que son propios de nuestra cultura.
- ¿Cómo estamos administrando la felicidad?, ¿somos consciente de lo que tenemos?
- No, hemos tenido una clase dirigente que ha creído que su misión es exterminar ciertos valores propios de la región, como si fueran cosa del pasado, cuando son aquello ingredientes los primordiales para producir la felicidad de sus pueblos.