Joven iraquí que sufrió un accidente doméstico en su cara, descubre en el tatuaje cosmético la manera de mejorar su situación y ayudar a otras personas a borrar esas incómodas marcas de vida.
Cuando Basma Hammed era una niña se quemó con aceite hirviendo en un accidente doméstico que le afectó el 40% de su rostro. Las numerosas intervenciones plásticas a las que se sometió no le ayudaron a borrar las cicatrices.
Entonces descubrió el tatuaje cosmético, lo aprendió, lo perfeccionó y probó un método para recuperar el pigmento de la piel.
Hoy la joven de 28 años, nacida en Iraq, pero que trabaja en Toronto, impulsa un programa social para ayudar a otras personas que por diversas razones han sufrido algún tipo de lesiones o quemaduras que les han dejado cicatrices.
Samira Omar es una de las jóvenes a las que Basma le ha devuelto la alegría al rostro, luego de que fuera atacada con violencia por cuatro compañeros de clase en Reino Unido. Los estudiantes la golpearon y le echaron agua hirviendo en la cara y los brazos.
La historia fue contada en un reportaje por la cadena canadiense CBC News a inicios de este año. Basma es el ángel de la guarda para Samira. La joven especializada en tatuajes cosméticos la ayudó con el tratamiento gratuito para tatuar pigmentos de color natural de su piel en las cicatrices.
En la aplicación de su técnica, Basma se maneja con tonos de pigmento y una máquina de tatuaje y se especializa en la llamada “micropigmentación paramédica”, una práctica de tatuaje que no busca crear dibujos, sino recuperar el color de la piel que ha estado expuesta al fuego.
Basma tiene una clínica en el norte de York, Canadá, y una en Chicago (Estados Unidos) especializadas en la talla y micropigmentación paramédica.
Dibujar cejas, cubrir pequeñas cicatrices provocadas por cortes o caídas, aplicar micropigmentación que sirve para disimular la calvicie, casos de vitíligo y manchas también son parte de su trabajo.