Si el estímulo no se maneja, corre solo. Esa es la triste verdad. Por eso, economista que analiza los comportamientos de las personas da siete consejos para hacer frente al desafío de la cena navideña.
Parece lógico, pero no es lo que se piensa primero. La clave para no comer de más en las cenas navideñas es construir un menú que no fomente seguir masticando. Simple.
Dan Ariely, economista del MIT y experto en la Economía del Comportamiento, que investiga cómo factores emocionales, sociales y cognitivos afectan las reacciones de las personas, subraya que la cena debe observarse como un fenómeno estratégico.
En ese sentido, la idea es cerrar las expectativas a comer mucho y diseñar una dinámica alimenticia que vaya marcando un esfuerzo en cada paso que se da, de manera que comer -si bien sea algo que se disfrute- se transforme en una experiencia un poco cuesta arriba.
El asunto es complejo: si fuera por manifestar voluntad, son pocos quienes no señalen su deseo de comer poco en la cena navideña. Sin embargo, la realidad es más irracional. Si el estímulo no se maneja, corre solo.
El experto del MIT entrega una guía de siete puntos clave en los que se busca seguir un plan.
1. La gente juzga su saciedad en función de lo que queda en el plato, no en lo que ha comido. Usar platos pequeños o servir raciones chicas ayuda a no comer de más.
2. No poner la comida al centro. Servir las porciones en la cocina, llevarlas al comedor y dejar los platillos en la cocina. Es más difícil que la gente repita un plato si está lejos a si está frente a ellos.
3. Empezar con una sopa pesada y baja en calorías. Si se empiezan a llenar desde el primer plato, comerán menos después.
4. Evitar una gran variedad de platillos. Mientras más opciones se tienen, mayor es el deseo de probar todo.
5. No esforzarse en elaborar platillos bajos en calorías, la gente no mide la satisfacción haciendo un análisis calórico. Lo que más llena son los alimentos ricos en fibra y con alto contenido de agua. ¿El mejor ejemplo? ¡Los brócolis!
6. No comprar la cena hecha, ya que tienden a ser preparadas con menos cuidado para la salud. Si se supiera, probablemente la gente no querría comer algo que se frió en aceite de tres días o que no se conoce en qué estado se encontraba al envolverse. Comprar los insumos para la cena y, definitivamente, prepararla.
7. En rigor, no hay que preocuparse por lo que se come en una, dos o tres cenas de la temporada, ¡hay que preocuparse por lo que se consume durante toda la otra parte del año que viene!
Como anexo, el economista Ariely recomienda una última recomendación si todo lo anterior falla: usar ropa ajustada.