Hemingway conoció el lugar cuando escribía "Por quién doblan las campanas". El barman le preparó un daiquirí sin azúcar y con el doble de ron, entre otros ingredientes. A partir de entonces se convirtió en la bebida favorita del Premio Nobel de Literatura.
Uno de los más emblemáticos restaurantes-bar de Cuba, "El Floridita", próximo a cumplir dos siglos, atendió el pasado año a 100.000 turistas, atraídos por el mito del novelista estadounidense Ernest Hemingway, el más famoso de sus clientes.
Este singular sitio de La Habana, donde al decir de muchos se prepara el mejor daiquirí (coctel) del mundo, entró en el imaginario popular gracias al Premio Nobel de Literatura 1954, quien inmortalizó el lugar, donde degustaba el daiquirí, una mezcla de azúcar, jugo de limón, ron blanco y hielo frappé.
El gerente general de la instalación, Andrés Arencibia, dijo a periodistas que el escritor "marcó una impronta, pues aquí se reencontraba con sus amigos, leía la prensa, se preparaba sus propios cocteles y vivía su espacio, y eso es lo que vienen buscando los clientes hoy, pues quieren saber dónde se sentaba, qué tomaba y qué comía".
"El Floridita" surgió de la idea de un avispado comerciante español, quien en 1817 abrió en la céntrica esquina de Obispo y Monserrate de La Habana un bodegón al que nombró "La Piña de Plata". Con el tiempo, un nuevo dueño lo nombró "La Florida", que más tarde se llamó "El Floridita", un sitio que conserva desde mediados del siglo XX su decoración "Regency" (estilo arquitectónico del Reino Unido del siglo XIX).
En la actualidad el lugar es administrado por la estatal Empresa Extrahotelera Palmares. A inicios de los años 30, el negocio fue adquirido por Constantino Ribailagua y Vert, conocido por todos como Constante, quien antes se desempeñó como barman del restaurante.
Hemingway, quien por esos años escribía en Cuba el borrador de la novela "Por quién doblan las campanas", visitó el bar un día de 1932 y Constante le preparó un daiquirí sin azúcar y con el doble de ron, cinco o seis gotas de marrasquino, el toque de limón y el hielo frappé; a partir de entonces se convirtió en la bebida favorita del Premio Nobel de Literatura.
Se cuenta que después Hemingway llegaba al lugar, se tomaba varias copas y se llevaba otro par en un termo para el camino, o si no se lo servían en una copa especial -previamente helada- que iba bebiendo mientras el chofer lo conducía hasta la cercana Finca Vigía, la casa que tenía en las afueras de La Habana.
A partir de ese momento, el escritor acostumbraba llevar por las noches a invitados del calibre de Errol Flyn, Ingrid Bergman, Ava Gardner, Spencer Tracy y toda una constelación de estrellas de las letras, la plástica, la música o el deporte.
En 1953 "El Floridita" fue considerado por la afamada revista "Esquire" entre los siete más famosos bares del mundo, codo con codo con el "Pied Piper Bar" de San Francisco, el "Ritz" de París y su similar de Londres, el "Club 21" de New York, el bar del hotel "Shelbourne" de Dublín y el "Raffles Bar" de Singapur.
Cuarenta años más tarde, en 1992, "El Floridita" recibió el galardón "Best of the best five star diamond award" de la Academia Norteamericana de Ciencias Gastronómicas como el "Rey del Daiquirí" y más representativo restaurante especializado en pescados y mariscos.
A los artistas cubanos Fernando Boada, primero, y José Villa Soberón más recientemente, se debe la imperecedera presencia de Hemingway en "El Floridita".
Una escultura a tamaño natural de un Hemingway recostado a la barra, obra de Villa Soberón, y un busto, realizado por Boada, flanquean la banqueta en la que acostumbraba a sentarse el novelista para tomar su trago favorito, "el Papa Special".
Ese es un daiquirí singular que se elabora hoy con Ron Havana Club Carta blanca, jugo de toronja, hielo frappé, jugo de limón y licor marrasquino, componentes que se mezclan sin azúcar en la batidora durante 30 segundos y se vierte en una copa para agua extraída de la nevera.
(Agencia Xinhua)