El sociólogo francés habla de la injusticia y de cómo la ideología del mérito puede esconder una apuesta por la “selección” social.
La desigualdad y la pobreza son flagelos que aún las sociedades más desarrolladas no han podido eliminar del todo. La esperanza de los gobiernos liberales ha sido puesta en la educación. ¿Cuál es el tipo de escuela que lucha contra la inequidad social? François Dubet, profesor de sociología en la Universidad de Burdeos II y director de estudios en la Escuela de Altos Estudios de París, autor de Repensar la justicia social (Siglo XXI Editores), habló con El Espectador sobre los retos de la escuela para construir justicia social.
-Un concepto muy utilizado en los medios es el de justicia social, pero ¿cuál es su definición?
En todas las sociedades existen desigualdades y la justicia social consiste en saber qué desigualdades son justas y qué desigualdades son consideradas injustas. Cuando decimos que esto es justo y aquello es injusto tenemos una concepción de la justicia social. Por ejemplo, podemos decir que tal salario es justo porque corresponde al esfuerzo y a la cualificación del trabajador, o que es injusto porque el trabajador no es suficientemente bien remunerado.
-¿Cuál es la relación entre la justicia social y la escuela?
Una escuela justa debe permitir a todos sus estudiantes conseguir logros en función de su trabajo y su talento. Una escuela es injusta cuando los logros de los estudiantes dependen de las condiciones sociales y de los ingresos de sus familias. Desde este punto de vista, casi todas las escuelas en el mundo son injustas, porque los estudiantes de clases favorecidas tienen mejores resultados que aquellos de clases desfavorecidas. En todos los países hay excepciones y algunos estudiantes de familias pobres tienen logros sobresalientes en la escuela, pero no son muchos.
-¿Qué piensa de que los gobiernos prefieran becar a algunos pocos que tienen las más altas calificaciones?
Para ser justos se debe ayudar a los estudiantes en función de sus recursos económicos, con el fin de que puedan acceder a la educación elemental. En seguida se debe ayudar a los estudiantes pobres que son buenos estudiantes y que tienen altos rendimientos escolares. Pero no hay que darles más dinero a aquellos que ya tienen mucho.
-¿Existe alguna ideología detrás del concepto de meritocracia?
La meritocracia es una teoría de la justicia aceptable en la medida en que es bueno recompensar los méritos. Pero esta teoría tiene dos debilidades. La primera es que el mérito depende a menudo de las condiciones sociales y de la educación: los ricos tendrán más méritos, pero no necesariamente merecen estos méritos. La segunda es que las desigualdades producidas por la meritocracia pueden parecer demasiado grandes para ser justas. ¿Es justo que un jugador de fútbol, que tiene el mérito de marcar goles, gane millones de dólares mientras un obrero no puede alimentar a su familia porque no tiene ningún talento particular?
-¿La educación pública superior debería ser financiada por completo por el Estado?
Si solamente los niños ricos acceden a la educación superior financiada por el Estado, es decir, pagada con impuestos, su estudio estaría siendo pagado por los pobres. En este caso sería más justo que los ricos pagaran por sus estudios. Pero si la clase media y la clase popular acceden a la educación superior, el Estado debe financiarla. De manera general, es necesario que la educación sea financiada por el Estado.
-Usted habla de la igualdad de oportunidades y la igualdad de posiciones. ¿Cuál es la diferencia?
La igualdad de posiciones consiste en pensar que la justicia social es la reducción de la desigualdad entre los más ricos y los más pobres gracias a la redistribución y el Estado de bienestar. La igualdad de oportunidades afirma, en primer lugar, que la justicia consiste en darles a todos las mismas oportunidades de acceder a todas las posiciones sociales desiguales, sin discutir la desigualdad de estas posiciones. En principio, estas dos concepciones tienen puntos que las acercan, pero no deben confundirse ya que no invitan a llevar a cabo las mismas políticas, en materia de educación, por ejemplo.
-¿Cuál de los modelos, igualdad de oportunidades o igualdad de posiciones, contribuye mucho más a la justicia social?
Creo que hay que darle prioridad a la igualdad de posiciones, porque entre más igualitaria es una sociedad, más grande es la igualdad de oportunidades. Al contrario, las sociedades que tienden a la igualdad de oportunidades, que son a menudo las sociedades más liberales, son también las sociedades más desiguales.
-¿Por qué dice que la igualdad de oportunidades esconde una apuesta de darwinismo social?
Herbert Spencer, filósofo inglés del siglo XIX, explicaba muy bien que la igualdad de oportunidades era comparable a la selección natural de Darwin. Para él, con una meritocracia pura, los mejores ganan y es justo que dominen porque son superiores. Darwin agregaría que deberían casarse entre ellos a fin de constituir una élite natural, una aristocracia legítima o incluso una “raza superior”. De manera mucho menos radical, este es un pensamiento ampliamente difundido entre muchos que tienden a señalar que los dominantes merecen dominar y los dominados ser dominados si la competencia escolar y económica es justa como puede serlo la competencia deportiva.