Por Dr. Allen Aksamit, Neurología, Mayo Clinic en Rochester, Minnesota.
Todo diagnóstico de enfermedad neurológica es difícil para pacientes y familiares, pero el asunto es aún más preocupante hoy en día. Si bien el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 que causa el COVID-19 se ha convertido en motivo de preocupación para todos, es particularmente inquietante en las personas mayores y en quienes tienen problemas de salud o sistemas inmunitarios disminuidos. Los trastornos neurológicos, por su parte, están entre las enfermedades subyacentes que pueden aumentar el riesgo de sufrir complicaciones graves con COVID-19 en personas de todas las edades.
Los efectos neurológicos del COVID-19 aún están en estudio y no se sabe si son efectos directos del ingreso del virus al sistema nervioso o consecuencia del efecto de la enfermedad sobre el organismo. La poca información aportada por varios estudios respecto a la evaluación clínica de los pacientes plantea que el virus involucra al sistema nervioso de forma directa, pero la confiabilidad de dichos estudios todavía está en cuestionamiento.
Los últimos resultados indican que el accidente cerebrovascular parece ser una de las afecciones de mayor incidencia en los pacientes afectados por COVID-19. Sin embargo, todavía queda por determinar por qué se producen accidentes cerebrovasculares en las personas infectadas con COVID-19. Se cree que, en gran parte, podría ser debido al empeoramiento de los vasos sanguíneos —cosa que predispone a accidentes cerebrovasculares— sumado al hecho de que, desde la perspectiva respiratoria, esta enfermedad aguda tensiona a todo el organismo.
En general, cuando alguien está enfermo y especialmente ante la falla del sistema respiratorio, se sabe que el cerebro sufrirá eventos adversos debido a mala oxigenación u otros efectos metabólicos. Pese a la gravedad de estos efectos, la causa directa de estos problemas en el cerebro no es el virus.
Se ha informado acerca de pacientes que han tenido COVID-19 junto con algunos signos y síntomas neurológicos, como cambios en los sentidos del gusto o del olfato y confusión. El problema es que aún desconocemos mucho acerca del COVID-19, incluido el hecho de si estos inconvenientes son el efecto directo del ingreso del virus en el sistema nervioso y del daño cerebral, o si se trata de un efecto indirecto producido a consecuencia de la insuficiencia respiratoria o del compromiso de otros órganos. Es importante recordar que el virus del COVID-19 no es el único que causa estos síntomas de menos sentido del olfato, pues es bien sabido que el sentido del olfato y también el del gusto se ven afectados con la gripe y que otros virus respiratorios causan problemas similares. No obstante, parece que el COVID-19 provoca esto con mayor frecuencia. De todas maneras, la duda es si el virus afecta realmente de forma directa a los nervios que intervienen en los sentidos del gusto y del olfato, o si el epitelio lesionado del aparato respiratorio es el que interactúa con el nervio en la parte posterior de la nariz.
Lo más importante que veremos desde la perspectiva neurológica respecto al COVID-19 serán los cambios en la conciencia, en la cognición y en la dificultad de interaccionar o de ser capaz de relacionarse con el entorno. Una de las inquietudes es cuánto de todo esto será duradero y cuánto será solamente un efecto temporal de las alteraciones metabólicas. Esos son los puntos mucho más inciertos que existen en este momento.