Los medicamentos son recetados frecuentemente para tratar la ansiedad, los dolores neuropáticos y la epilepsia.
Un grupo de fármacos conocidos como gabapentinoides, entre los que se encuentran la gabapentina y la pregrabalina, podrían estar relacionados con un aumento hasta del 25% en el riesgo de suicido. Así lo afirma una investigación liderada por la Universidad de Oxford (Reino Unido) y publicada recientemente en la revista British Medical Journal (BMJ).
Los gabapentinoides, recetados frecuentemente para tratar la ansiedad, los dolores neuropáticos y la epilepsia, están entre los 15 mejores medicamentos a nivel mundial en términos de ingresos. Además, según el BMJ, su uso ha aumentado drásticamente en los últimos años, sobre todo en Reino Unido.
Por esto son varios los expertos que han lanzado un llamado de alerta, en especial en países del norte, sospechando que, quizá, se esté abusando de esos medicamentos, sobre todo para tratar el dolor. Una preocupación que va de la mano con el hecho de que, análisis previos han encontrado evidencia, aunque poca, que los relaciona con sobredosis, agresión y suicidios. Razón que llevó a que los investigadores de Oxford decidieran hacer una nueva revisión sobre el asunto.
“Para abordar estas deficiencias aplicamos un diseño dentro del individuo a una gran muestra poblacional para examinar las asociaciones entre los gabapentinoides y los resultados adversos relacionados con los trastornos de coordinación (lesiones en la cabeza o el cuerpo, o ambos e incidentes, y incidentes de tránsito), salud mental (suicidio), comportamiento (sobredosis involuntarias) y criminalidad (delitos violentos)”, explica la publicación del BMJ.
El estudio usó datos de salud y la historia criminal de 192.000 personas suecas que tomaron gabapentina o pregrabalina entre el 2006 y el 2013. De estos, casi el 5% (10.000 participantes) fueron tratados por comportamientos suicidas o efectivamente se suicidaron, y el 9% (17.000) registraron sobredosis no intencionales.
En otras palabras, explica la investigación, los suicidios y la conducta suicida aumentó un 25% cuando las personas tenían una prescripción de algún gabapentinoide, mientras para las sobredosis no intencionales la cifra fue del 24%. Para las lesiones en cabeza y cuerpo el aumento de riesgo mientras se tomaba la medicación fue de 22%, y para los accidentes de tráfico y las ofensas el porcentaje fue un 13% más alto.
Pero un punto importante al que llegó la investigación, y que se debe tener en cuenta antes de sacar cualquier conclusión, es que mientras no todos los riesgos aplicaron para personas mayores, sí fueron constantes para los jóvenes.
“Por grupo de edad, los resultados para gabapentinoides mostraron un aumento en los riesgos de comportamiento suicida en personas menores de 55 años y una reducción o no asociación en los mayores de 55 años. Los riesgos más altos fueron en el grupo de edad de 15 a 24 años. Los participantes más jóvenes (15-34 años) mostraron mayores peligros, mientras que los participantes mayores ( más de 55 años) mostraron una reducción o ninguna asociación”, explica el estudio.
¿Por qué sucede esto? Según le explicaron los investigadores de Oxford a el periódico The Independet, todo apunta a que es probable que los jóvenes combinen su receta con alcohol y sustancias ilegales. Además, son edades en las que se suele ser más ser más vulnerable a los efectos secundarios emocionales y psicológicos.
“Este es el estudio más grande en el mundo real del patrón de uso de gabapentinoides”, comentó a The Independent la profesora Seena Fazel, psiquiatra forense de la Universidad de Oxford y autora principal del estudio. "Lo principal es mirar las pautas ahora y ver si son consistentes con la evidencia de estos riesgos. Si no es así, es posible que deban revisarse para proteger a estos grupos de alto riesgo”, agregó.
Igualmente, en la investigación los autores concluyen lo siguiente: “Si nuestros hallazgos se triangulan con otras formas de evidencia, las guías clínicas pueden necesitar una revisión con respecto a las prescripciones para los jóvenes y las personas con trastornos por uso de sustancias. Otras restricciones para la prescripción fuera de etiqueta pueden necesitar consideración”.