Más del 90% de los bienes comercializados entre los signatarios del RCEP en Asia eventualmente lograrán aranceles cero. Y el CPTPP ya muestra un incremento de comercio entre naciones americanas y asiáticas. ¿Pero cuánto conviene realmente estar dentro?
El día de año nuevo de 2022, el puerto de Hainan en China anunció que había comenzado a procesar mercancías en el marco del acuerdo de libre comercio de la Asociación Económica Integral Regional: RCEP, por sus siglas en inglés.
Con este esquema, y bajo la atenta mirada de medios estatales, la firma Hainan Yanghang Industrial Company exportó un lote de sulfato de aluminio por cerca de US$ 7.260 a Japón con cero aranceles y reducciones de impuestos por US$ 364.
Es uno de los mucho resultados tangibles del RCEP, el acuerdo comercial firmado por quince países de Asia y el Pacífico en noviembre de 2020, que incluye a 10 naciones miembros de la ASEAN –Indonesia, Brunéi, Camboya, Vietnam, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur y Tailandia– más cinco de sus socios comerciales más importantes: China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda.
Juntos, estos países concentran 2.270 millones de habitantes, y un PIB bruto de US$ 26 billones, con exportaciones totales de US$ 5.200 billones, lo que representa un 30% del comercio global.
Lo relevante es que, como destacó el Ministerio de Comercio de China, más del 90% de los bienes comercializados entre los signatarios del RCEP eventualmente lograrán aranceles cero.
Justo antes de fin de año, Ren Hongbin, viceministro de Comercio chino dijo que su país estaba listo para cumplir una serie de 701 obligaciones legales que pide el acuerdo; abriendo más de 22 servicios, los que se añaden a los 100 sectores que comprometió abrir Beijing cuando ingresó a la Organización Mundial de Comercio (OMC), hace dos décadas.
“La implementación del RCEP marca una nueva era dentro [del proceso] de apertura de China”, dijo Ren citado por la agencia de noticias china, Xinhua.
Pero, por sobre las consideraciones económicas, el RCEP, además, es un triunfo político y estratégico de China, dicen analistas.
“Esta es una prueba para China de [demostrar] que es un país que está por el multilateralismo y por la liberalización comercial, y le sirve políticamente para decir ‘nosotros defendemos algunos elementos del liberalismo [comercial] de la posguerra en mayor proporción que el propio fundador, que es Estados Unidos’”, explica Farid Kahhat, profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y analista internacional.
La paradoja, señala Kahat, es que con el RCEP por primera vez China firma un acuerdo multilateral, porque hasta ahora solo ha tenido bilaterales.
Por otra parte, el acuerdo tiene la virtud de congregar en un solo bloque a países que tradicionalmente no se hubieran sentado a negociar, como Japón, Corea del Sur y la misma China.
“Por razones históricas –guerras, invasiones– nunca fue posible que Japón hiciera un acuerdo de libre comercio con Corea, o Japón con China, o China con Corea. Entonces este acuerdo, que involucra a más actores, aminora esa sensibilidad político-histórica […] y posibilita entonces que ellos hagan este acuerdo de libre comercio. Yo diría que en ese núcleo está el gran valor que tiene el RCEP”, comenta el chileno Alejandro Jara, abogado especializado en comercio internacional y ex director general adjunto de la Organización Mundial del Comercio.
De todos modos, el RCEP no sería, a juicio de Kahhat, tan espectacular como se le ha promocionado, porque, a pesar de que los países que lo integran representan el 30% PIB bruto global, “el 83% del comercio involucrado en el RCEP es comercio que ya estaba regulado por algún otro tipo de acuerdo. En realidad […] en materia de crear nuevo comercio, va a existir muy poco avance”, considera el académico.
Además, podría llegar a ser un arma de doble filo para los países firmantes.
Lea este artículo completo de AméricaEconomía acá: Latinoamérica frete al CPTPP y el RCEP: ¿espectadores del multilateralismo?