Por Maribel Ramírez Coronel, Periodista en temas de economía y salud para El Economista.
Como era de esperarse, dados los recortes presupuestales de los últimos años que no dejaron resguardados, protegidos o blindados los recursos para salud, hoy los indicadores ya marcan claramente que el gasto en salud per cápita va en declive.
Si en el 2012 el gasto en salud promedio para cada mexicano sumó 4.495 pesos (US$ 239), para el 2017 se contrajo a 4.372 pesos (US$ 232). Ello significa que lo que gasta el gobierno mexicano en cada uno de sus habitantes para la atención y cuidado de su salud es menos que lo que gastaba hace cinco años.
Es una noticia triste, digamos que trágica e incluso podríamos decir que dramática por distintas razones. El gasto destinado al cuidado de la salud es un rubro que debe considerarse prioritario por todos los gobiernos del planeta. Todo el mundo está de acuerdo en que el rubro de salud, junto con el de educación, es uno de los grandes igualadores sociales. Y cuando se reduce sucede al revés, amplía la brecha de la desigualdad.
Para el 2018 no mejorarán las cosas, porque la creciente inflación nos anulará el aumento en términos nominales que se consideró dentro del Presupuesto de Egresos. En realidad, el gasto público en salud para el año próximo volverá a declinar. El gasto público en el sector salud muestra un lamentable estancamiento en términos reales desde el 2015.
Nos basamos en un análisis realizado por Evercore, la empresa de asesoría financiera perteneciente al corporativo Protego del exsecretario de Hacienda, Pedro Aspe. El equipo de Evercore, a petición de la Asociación Mexicana de la Industria de Investigación Farmacéutica (AMIIF) dirigida por Cristóbal Thomson, realizó un primer estudio del gasto público en salud en el 2015 cuando reveló varios datos de interés, entre ellos la elevada proporción del rubro administrativo dentro del gasto en salud, donde hoy aún nos falta mucho por hacer.
En estos días Evercore acaba de entregar a AMIIF una actualización de dicho estudio donde lo que destaca es precisamente el declinante gasto per cápita en el rubro de salud. No podía ser de otra forma considerando los recortes presupuestales en salud que se vienen haciendo desde el 2012 a la fecha. La brecha acumulada de los recursos faltantes para poder regresar a los niveles de gasto per cápita que había en el 2012 es superior a 28.000 millones de pesos (US$ 1.488 millones).
Este informe de Evercore detalla las cantidades de presupuesto destinadas a salud (ver el gráfico de abajo) año por año. Muestra cómo entre el 2010 y el 2012, los últimos años del sexenio anterior, el gasto en salud se elevó de 462.200 millones de pesos (US$ 24.569 millones) en el 2010, a 502.000 millones de pesos (US$ 26.683 millones) en el 2011 y a 526.200 millones de pesos (US$ 27.969) en el 2012. A partir de ahí, en el presente sexenio hubo una clara desaceleración. Del 2013 al 2015 pasó de 525.400 (US$ 27.920) a 548,000 mdp (US$ 29.121 millones), pero del 2015 al 2018 se registró un estancamiento notorio y en términos reales un declive.
Los próximos candidatos a gobernar deben tener claro la prioridad de invertir en la buena salud de la población. Cada vez hay más literatura que evidencia cómo no sólo deriva en ganancia social, sino también en desarrollo económico. El sector salud no debe verse sólo como un generador de gasto. Particularmente, en México es un sector que puede impulsar beneficios a la productividad y a la competencia.