Los médicos y el personal sanitario desean atender de la mejor manera posible a los pacientes de COVID-19. Pero ¿qué hacer si los respiradores no alcanzan para todos?
Deutsche Welle: El personal sanitario y los médicos de Italia relatan conmocionados no haber podido atender de manera adecuada a todos los pacientes que lo necesitaban. ¿Qué líneas maestras guían a los médicos a la hora de decidir a quién ayudar?
Georg Marckmann: En el área de la medicina de catástrofes, es decir, cuando nos encontramos ante un gran número de heridos, tenemos líneas maestras clásicas de triaje mediante las que los pacientes quedan clasificados en categorías según el tratamiento que deben recibir. Lo que aún no tenemos son recomendaciones para situaciones como las que se han producido en Italia, en las que, debido a la propagación del coronavirus, ha habido tantos pacientes que necesitaban ser conectados a respiradores que no ha habido suficientes para todos.
El triaje implica distribución. ¿De qué maneras se puede repartir a los pacientes?
Hay distintas categorías: los enfermos cuya vida corre peligro inminente son atendidos de forma inmediata, el tratamiento de los gravemente enfermos se pospone, mientras que los pacientes leves reciben tratamiento más tarde. Por otro lado, los enfermos sin perspectivas de supervivencia reciben exclusivamente cuidados de espera. Lo decisivo en situaciones con muchos enfermos es que debemos cambiar nuestra visión habitual, centrada en un paciente concreto, en una visión enfocada en un grupo o población. En la primera tratamos de adaptar el tratamiento al bienestar y la voluntad de un solo enfermo, mientras que en la segunda intentamos que haya el menor número posible de muertes. Eso pone bajo presión al personal sanitario porque no está acostumbrado a esas situaciones.
En una crisis de este tipo, en la que faltan respiradores y material de cuidados intensivos ¿a quién hay que atender primero? ¿Quienes necesitan ayuda más urgente o quienes tienen mayores posibilidades de supervivencia?
Normalmente nos guiamos por la urgencia: el enfermo más grave tiene acceso a los recursos más intensivos. En situaciones en las que no son suficientes, cambiamos a un reparto que tenga en cuenta las perspectivas de éxito. Así se hace en casos de catástrofe y estaría bien justificado en una situación en la que tenemos a muchos pacientes que necesitan respiradores artificiales y no hay para todos.
¿Cómo podemos constatar con precisión a qué grupo pertenece cada paciente?
La valoración del pronóstico de un paciente tiene una larga tradición en la medicina intensiva. Con los enfermos de COVID-19, nos encontramos todavía algo inseguros en cuanto a sus perspectivas. Ya tenemos los primeros datos llegados de Italia, donde se ha tratado de establecer criteros con los cuales valorar la probabilidad de muerte en los pacientes graves.
¿Qué puede hacerse por los médicos y el personal sanitario?
Es muy importante protegerlos. La gran prioridad es la disponibilidad de trajes de protección individual y mascarillas, material que sigue escaseando. Dependemos de un personal sanitario en buenas condiciones de salud para ocuparse adecuadamente de la gran cantidad de pacientes con COVID-19. En cuanto a la carga psicológica que soportan debido a las decisiones de triaje que toman, es muy importante que existan protocolos que definan los criterios a seguir.