El ex ministro de Asuntos Exteriores de Singapur reflexionó en evento de IESE sobre la internacionalización económica de China y de cómo los ejecutivos en general deben gestionar el cambio y la diversidad.
En la tercera parada del tour por Asia en conmemoración del 50º aniversario del programa MBA, antiguos alumnos y amigos del IESE se reunieron recientemente en Hong Kong con George Yeo, ex ministro de Asuntos Exteriores de Singapur, miembro del Consejo Asesor Internacional del IESE y actual vicepresidente de Kerry Group.
Sensibilidad cultural: Feng Shui para todos
De acuerdo con el portal de noticia de IESE, Yeo, que abordó temas como la política global, la estrategia empresarial y la gestión de la diversidad, inició la sesión defendiendo el importante lugar que ocupa el Feng Shui en China. Esta práctica milenaria tiene como objetivo alcanzar la armonía entre las personas y su entorno y se ha usado históricamente en la orientación de edificios y de hogares, teniendo en cuenta las "fuerzas invisibles" que conectan el universo, la Tierra y la humanidad.
Por extraña que esta práctica pueda parecerle a un occidental, indicó, "si esta exigía mantener las persianas bajadas, así se hacía, pasara lo que pasara".
"Si hubiese ignorado la opinión de los demás, habría creado un ambiente negativo. Aunque nunca se puede obedecer a ciegas, la cuestión es que los aspectos culturales son importantes. Porque el respeto hacia los demás significa también respetar sus preferencias culturales".
Graduado por Harvard, Yeo elogió al IESE por haber sido "extremadamente sensible a la diversidad cultural en comparación con lo que han hecho otras escuelas de negocios".
"Harvard todavía es una institución muy americana. London Business School, muy británica. Pero el IESE no es ni de aquí, ni de allá. Es una mezcla, un híbrido. Y aunque la falta de una cultura dominante podría ser, de alguna forma, algo molesta, finalmente esta se convierte en una fuente de energía. Si puedes abrir una brecha entre las fronteras, puedes extraer valor. Porque cuando los vientos fríos topan con otros que son cálidos, el resultado pueden ser tornados, huracanes y tifones", aseguró.
En efecto, el mundo en el que vivimos está pasando por un cambio profundo. En el pasado estábamos dominados por Occidente y por sus ideas, pero el mundo de hoy es cada vez más multipolar y más multicultural, y las diferencias se han convertido en parte del día a día, reflexionó Yeo. "Aquellos que sean capaces de gestionar estas diferencias son los que aportarán valor a la sociedad. Los que no sean capaces, los que se refugian dentro de sus fronteras porque así se encuentran más cómodos, no añadirán valor alguno".
Construir puentes beneficia a ambos lados
El cambio más importante que se está dando en la región, explicó Yeo, es el resurgimiento de la civilización asiática a nivel global, especialmente en los casos de China y la India. "Es un fenómeno de grandes dimensiones que cambiará las vidas de todos nosotros", insistió. Por primera vez, los intercambios comerciales de China con sus países vecinos —Japón, Corea, la ASEAN, India, Asia central y Rusia— han superado a los de los Estados Unidos y la Unión Europea sumados. China se ha convertido en el principal país comercial del mundo y todo parece indicar que la tendencia continuará.
"Dentro de cinco o diez años, los intercambios de China con sus vecinos y la integración de su economía con otras economías asiáticas darán lugar a la región más importante de la economía global, así como a ciertos cambios en los patrones de conducta".
Yeo también habló del banco para la infraestructura en Asia —"World Bank for Asia"—, cuyo objetivo original era mejorar la conectividad entre China y sus países vecinos. "A los EE.UU. les preocupaba la posición del banco asiático con respecto a las instituciones Breton Woods —en particular hacia el FMI y el Banco Mundial—, e intentaron impedir que ciertos países apoyasen esta aventura".
"Sin embargo, China ha tranquilizado a sus vecinos y ha explicado que esto no es una competición para obtener una posición dominante. "Necesitamos las conexiones", insistió. "Cada vez que se produce un alejamiento o se levanta una frontera, y que para superarla se construye un puente, una carretera, un túnel, una conexión aérea o un enlace de fibra óptica, ambos lados salen enormemente beneficiados. Hay creación de valor y se mejora la calidad de vida de millones de personas".
Preguntado por los peligros de que un solo actor domine la escena mundial, Yeo apuntó que "en la mentalidad occidental, el poder es una lucha constante: si uno crece, siempre será a expensas de otro. Si China se comportase como un país occidental, su emergencia habría llevado a una guerra. Si el gigante asiático tuviese una mentalidad de ‘misionero’ como la de los EE. UU., entonces el mundo entero podría estar en paz. Si China compartiese esa mentalidad, pero considerase que su auge debería acompañarse de un mundo ‘más chino’, entonces tendríamos un mundo en conflicto. Pero, afortunadamente, los chinos carecen de esta ambición", afirmó.
Aprender a gestionar la diversidad
La creciente influencia de China en el panorama global también significa que ya no puede permitirse "mantener un perfil bajo". Hay asuntos claves que deben negociarse como, por ejemplo, hasta qué punto internacionalizará su economía y cómo gestionará el ciberespacio. ¿Es China proclive a "homogeneizarse" tal y como han hecho otros actores globales?
"No lo creo", respondió Yeo. "Su civilización ha superado la prueba del tiempo y ha demostrado que hay algo de tenaz en su diseño interno, algo que también es parte del ADN de la población china", aseguró.
El aumento de la influencia china creará nuevas fronteras con Japón, Asia central, Rusia y el sudeste asiático que se extenderán más allá de la India, desde el sur de Asia hasta el Mar Caspio, África y América central. Se están observando nuevas comunidades chinas, así como bodas interculturales, en lugares de África y el centro y sur de América, algo que está generando una nueva cultura de chinos en el extranjero.
"Deberíamos estudiar estas fronteras y recordar que, cada vez que hay una frontera, también hay una diferencia, y cada vez que hay una diferencia, hay posibilidades de añadir valor", reflexionó Yeo.
"El IESE nos enseña a gestionar esta diversidad. Si puedes superar las diferencias, entonces puede surgir la amistad, lo que no solo es maravilloso de por sí, sino que es moralmente bueno porque cada uno de nosotros es diferente. Todos hemos sido creados de forma diferente. Lo perverso del comunismo era que intentaba hacernos a todos iguales, algo que va en contra de la naturaleza humana. Cada uno de nosotros es responsable de sí mismo. Así que cuando nos relacionamos entre nosotros, el respeto por la diversidad, la individualidad y la singularidad de todas y cada una de las personas es crucial. Y en este sentido, el IESE ofrece uno de los mejores entornos de las escuelas de negocios líderes en todo el mundo".