Convencido de que las experiencias son vitales para el aprendizaje de los estudiantes, Graus repasa en esta entrevista el nuevo rol de los profesores, si incluir o no tecnología en las aulas y reflexiona sobre el poder del aprendizaje entre pares.
En el marco del primer Foro Internacional de Educación, titulado "El rol que jugamos, inspirando a las mentes del mañana", que realizó KidZania en Chile, conversamos con Ger Graus, Director Global de Educación en KidZania, y también fundador del "Children's University Trust.
-¿De qué manera se puede introducir la tecnología al interior de las aulas con buenos resultados?
Hay dos opciones, una buena y una mala. Actualmente, se intenta hacer algo bueno, nuevo e innovador, pero dentro de un modelo antiguo, lo que es difícil. Lo que debemos hacer es no incluir la tecnología en un modelo antiguo, sino que ser también innovadores con el modelo. Hay que hacer que los jóvenes sean profesores, que los niños aprendan de otros niños y que los profesores sean supervisores. Hay tres tipos de educadores en la vida: los adultos, los niños y el entorno. Este último tiene un papel muy importante y los demás un rol secundario.
Los pedagogos tienen que ser guías, porque su rol está cambiando. Se están convirtiendo más en facilitadores del aprendizaje, donde los niños se informan, aprendan del resto y de su entorno.
-¿De qué manera, entonces, los niños pueden aprender entre sí y el profesor mantenerse como un facilitador?
Los profesores son una especie de jefes de proyecto en medio de un modelo educativo que no ha cambiado. Necesitamos hacer lo mismo, pero con otro foco. Como ejemplo, generalmente se intenta que los niños hablen en clases en un entorno que no es natural para ellos, pero ¿por qué no se los lleva a un teatro? Ahí pueden desarrollarse, porque es un ambiente que los inspira a hacer eso. Hay que crear espacios innovadores que permitan que los niños se sientan en el lugar donde quieren estar y hacer cosas. Estos escenarios van evolucionando, pero las escuelas siguen siendo iguales.
En KidZania, se les pregunta a los niños qué les gusta y qué no, y a ellos les agradan más las actividades que tienen marca. Cuando se les pregunta por qué prefieren este tipo de actividades, ellos responden que les parecen más reales y eso les permite sentirse parte. Por eso hay que hacer que las cosas se realicen en ambientes naturales. No todas las salas de clases tienen cuatro paredes.
-Se habla mucho de fomentar en los niños el pensamiento crítico, la creatividad y la comunicación. ¿De qué manera es posible trabajar estas capacidades en espacios escolares?
Muchas escuelas se están encargando de desarrollar el pensamiento crítico y la comunicación con muy buenos profesores, pero hay que trabajar en seguir haciendo mejores instancias de este tipo. Muchas veces solo se desarrolla la enseñanza teórica, muy indoor, pero hay que juntarla con la experiencia, y de esta forma se le dará un propósito a la enseñanza. Es por eso que los buenos profesores deben enfocarse en el propósito.
-Con el paso de los profesores a facilitadores, enfocados en desarrollar un propósito en clases, ¿qué deberían estar aportando y aprendiendo?
Los profesores hacen un gran trabajo; hay que darles el mérito, pero el sistema debe ser más flexible. Todo el sistema se basa en enseñar, medir mediante exámenes y publicar los resultados de cada escuela. No es lo único que se debe hacer. Un profesor tiene que darse el tiempo de conocer a sus alumnos, conocerlos realmente para saber en qué dirección guiarlos.
-Ahora se fomenta mucho el aprendizaje de tecnologías y ciencias, pero tampoco queremos dejar fuera las humanidades y el desarrrolo de habilidades blandas. ¿Cómo generar una enseñanza combinada?
Lo más importante es liderar con el ejemplo, pese a que sigamos inculcando la ciencias y tecnologías. Los niños copian los comportamientos y si mostramos que la conversación, respetar o ir a un museo es importante, lo verán a través del ejemplo y lo sentirán como algo propio y lo replicarán. Si fuera obligación, por ejemplo, es bastante probable que lo harían propio. Ojalá todos los colegios pudieran pedir a los niños que lleven sus libros a sus casas y los compartan con sus familias, para luego comentar en clases lo que aprendieron con sus padres o tutores. Sin embargo, muchas veces culpamos a la tecnología de todo. Finalmente, somos nosotros los que usamos mal la tecnología.