Por Christián Willatt, director ejecutivo Red de Inversionistas Ángeles de Chile.
Independiente del tamaño o la industria, actualmente todas las empresas se ven enfrentadas a mercados y competencia globalizados, rápidos cambios tecnológicos y organizacionales, y a nuevos desafíos y oportunidades.
Frente a esta situación, las compañías que resultan exitosas tienen un patrón común: su capacidad para adaptarse, cambiando e innovando de manera continua para desarrollar nuevos productos y servicios, diseñar e implementar nuevos procesos productivos, adoptar nuevas estrategias y generar nuevas estructuras organizacionales, entre otros.
Dichos cambios se implementan a través de proyectos exitosos que permiten construir el futuro de la empresa. Sin embargo, según diferentes estudios, el 70% de los proyectos o más fracasan (Beer & Nohria 2001; Cope 2003). La causa principal: pobre gestión de proyectos.
La historia cuenta que la segunda guerra mundial fuerza a los gobiernos a buscar y desarrollar maneras más sistemáticas para ejecutar sus proyectos militares. En los años 50, la gestión de proyectos aparece como disciplina formal en los sectores defensa y construcción con el surgimiento de dos herramientas matemáticas para la programación de proyectos: PERT (Program Evaluation and Review Technique) y el Método de la Ruta Crítica CPM (Critical Path Method). Estas herramientas se masificaron rápidamente en muchas empresas privadas. En la actualidad, la gestión de proyectos está presente prácticamente en todas las industrias, con un explosivo crecimiento en los últimos años en sectores industriales como el financiero, farmacéutico, telecomunicaciones y tecnologías de la información.
Así, la gestión de proyectos o project management puede definirse como la disciplina de organizar y manejar recursos de modo tal, que se realiza todo el trabajo requerido para completar los objetivos del proyecto dentro de las restricciones de tiempo, costo y alcance-calidad definidos. Entonces, gestionar proyectos tiene que ver con realizar trabajo, con materializar, con tangibilizar, con ejecutar, con generar resultados, en suma, con la acción misma de emprender. De hecho, un proyecto no es otra cosa que un esfuerzo temporal emprendido para crear un resultado y aprovechar una oportunidad de creación de valor.
Una efectiva gestión de proyectos debe contar con dos pilares fundamentales. El primero de ellos se relaciona con el principal recurso en un proyecto: las personas. Un estudio reciente publicado en el Journal of Leadership and Organizational Studies, reveló la importancia de ciertas habilidades de liderazgo necesarias para generar cambios dentro de las organizaciones según la opinión de sus propios empleados. De hecho, un 74% de los encuestados indicó que escasamente o nunca sus líderes implementaron cambios de manera efectiva. Líderes que poseen y demuestran las habilidades para motivar, comunicar y crear equipos de trabajo, son percibidos como más efectivos para generar cambios y emprender proyectos exitosos. El segundo pilar, está relacionado con las capacidades para definir claramente objetivos, y luego de planificar, de ejecutar y controlar permanentemente las acciones que permitan alcanzar dichos objetivos.
La presencia de estos pilares incrementa de manera sustantiva la capacidad de una empresa nueva o madura de emprender efectivamente proyectos exitosos que le permitan entregar más valor a sus clientes y ser más competitivos. Las ideas, la identificación misma de una necesidad, son el primer paso para generar cambios. Ciertamente, sin la capacidad de gestión de proyectos, de emprendimiento efectivo, no cobrarán vida. Por ende, resulta vital y urgente incorporar capacidades de gestión de proyectos en la formación de emprendedores y gerentes, así como de instalar estas capacidades en las organizaciones. Uno de los más grandes gurús del management del siglo XX lo anticipó: "La gestión de proyectos es clave para sobrevivir y ser exitosos en tiempos caóticos" (Tom Peters, Liberation Management 1992).