La intención del creador italiano es seguir con su trabajo, afrontando el paso del tiempo con buena actitud y ganas de sentar estilo.
Destaca de Giorgio Armani su facilidad para erigir de la nada una firma poderosa que, hoy en día, abarca moda, cosmética y hasta arquitectura, con una máxima: crear tendencias apegadas a una elegancia minimalista, sin un ápice de ostentación. Para Armani, menos siempre ha sido más.
Casi cuarenta años después de fundar su marca, de la mano de Sergio Galeotti, Giorgio Armani pone rostro al prototipo exitoso de diseñador-empresario que no teme indagar en ningún sector comercial, aunque aplica en cada nuevo proyecto su característica impronta sobria y comedida, visible en su moda y en su forma de trabajar.
Las chaquetas americanas "sexys" y varoniles, de líneas puras, que vienen a la cabeza cuando se escucha su nombre, son un logro más de su destreza empresarial, que ha dado vida a distintas líneas de perfumería, cosmética y complementos y hasta ha logrado la inauguración de un hotel propio en la Burj Dubai Tower, en Dubai.
El diseñador de piel muy bronceada, de ojos azul claro y cabello níveo, que el próximo 11 de julio cumplirá 80 años, no vislumbra en su particular horizonte una retirada profesional y lo ha reiterado en varias ocasiones. Nunca ha sido un transgresor (no lo ha querido ser), y eso le ha valido una continuidad en los armarios más elegantes del mundo, como en el de Sofía Loren, Robert de Niro o Claudia Cardinale.
El estudio del cuerpo, su pasión
El joven amante de la fotografía que trabajó como escaparatista antes de entrar en la firma que le vio crecer, Nino Cerruti, se decantó en principio por la medicina, y aunque finalmente abandonó el estudio del cuerpo humano por su verdadera pasión, la moda, llevó a este campo su interés por las formas naturales del cuerpo.
No hay más que ver la caída de sus diseños, casi una prolongación de la anatomía de los modelos que los lucen en las grandes pasarelas, y la falta de aderezos que ha caracterizado su trabajo para saber que Armani conoce la costura en todas sus variables.
Giorgio Armani siempre es capaz de convertir la mínima expresión en una respuesta elegante. "Nadie puede vivir prisionero en su ropa", ha declarado siempre este creador de moda masculina y femenina.
Dicen los que lo conocen que es un caballero culto e introvertido, y su propia vida se ajusta con rigor a una agenda que le obliga a trabajar de sol a sol, aunque eso parece satisfacerle.
Pocas veces se ha salido del tiesto que él mismo ha fabricado con un estilo muy personal, inspirador e impermeable al paso del tiempo, pero alguna ocasión ha tenido para romper sus propios moldes. Por ejemplo, cuando diseñó parte del vestuario que lució Lady Gaga en la gira "Born this way ball".
Consejos a un ministro
La excéntrica cantante llevó formas extremas y materiales futuristas pero trabajados "con el saber hacer de la costura", informó la firma en un comunicado. Giorgio Armani es una autoridad en el mundo de la moda, y él lo sabe, por eso no teme dar consejos al primer ministro italiano, Matteo Renzi, sobre cómo vestir.
Huir de la camisa y "llevar más a menudo la corbata", le encomendó Armani a Renzi en un encuentro reciente con la prensa. Por lo demás, el milanés nacido en Piacenza ha sido siempre fiel a su tierra y ha intentado llevar lejos el "made in Italy" con muchas acciones que demuestran que su país, Italia, ha sido para él algo más que una inspiración.
Vistió al equipo olímpico de su país en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, aunque también ha trabajado para clubes ingleses diseñando su vestimenta deportiva. Pero, sobre todo, Giorgio Armani ha sido una pieza clave en la instauración del glamur típicamente italiano en el cine americano, para el que ha trabajado en multitud de ocasiones.
El gran hito de la relación entre Armani y el séptimo arte fue la película "American Gigoló" (1980), en la que un joven Richard Gere lucía sus trajes. Este coqueteo de Armani con el cine le ayudó mucho a la hora de entrar en el mercado estadounidense.
Cinco años más tarde, la revista Time le dedicó una portada, algo que también le permitió convertirse en juez y parte de la meca del cine mundial; ha diseñado los vestuarios de "Los intocables" (1987), de "Belleza robada" (1996) y de "Algo que contar" (2000), entre otros.
Su vida actual está alejada de las agitadas recepciones y celebraciones que acompañan al mundo de la moda, aunque dentro de una rutina apacible, marcada por el trabajo y la lectura, Giorgio Armani se permite ciertos lujos, como surcar, de vez en cuando, las aguas de las islas Baleares (España) en el Mediterráneo a bordo de su yate, el Main.
A sus casi 80 años, al hombre homenajeado en el Museo Guggenheim de Bilbao (España), en la primera exposición de este espacio dedicada a un diseñador vivo, lo único que puede retirarle es el hastío. Hay Armani para rato, y los amantes de preservar el buen gusto en la moda seguro que se lo agradecerán.