El 7 de agosto se posesiona como presidente de Colombia, Gustavo Petro, un exguerrillero de ideas liberales progresistas. De hecho, marca una diferencia con otros líderes de izquierda en América Latina, dado que no fue un seguidor de la izquierda clásica socialista estalinista, maoísta y procubana. Por lo tanto, tiene profundas diferencias ideológicas con los regímenes de izquierda de Venezuela, Cuba y Nicaragua. En cambio, tiene muchas coincidencias con las visiones de izquierda de Lula, Mojica y López Obrador.
Sus planteamientos políticos no tienen relación con la política socialista estalinista del Partido Comunista de la ex Unión Soviética y menos con el socialismo maoísta de la China de Mao Tse Tung. Sus planteamientos son de corte nacionalista, sustentados en la economía verde de un capitalismo progresista y son contrarios al globalismo del capitalismo neoliberal financierista.
Por eso, la ruptura política que genera su elección en Colombia tiene matices diferentes a la izquierda clásica latinoamericana. No es una ruptura entre la anacrónica división ideológica de derecha e izquierda del mundo de la Guerra Fría del siglo XX. Es una ruptura política similar a la que ocurrió en Colombia en 1930 cuando se derrota a la hegemonía conservadora que gobernó de 1886 a 1930 y surgió la Republica Liberal de 1930 a 1946. En este periodo se realizaron las grandes reformas económicas, polìticas y sociales en Colombia para adecuar el Estado a los cambios del capitalismo moderno.
Estos cambios se desarrollaron dentro del contexto de las luchas imperiales entre Estados Unidos y Alemania. Ahora la llegada al poder de Petro ocurre dentro del contexto de las luchas imperiales entre Estados Unidos y China, y desde luego, una lucha hegemónica que va más allá de las caducas divisiones ideológicas del mundo de la Guerra Fría.
Por consiguiente, resulta interesante examinar que el movimiento guerrillero del M-19, en el que militó el presidente Petro, fue un grupo guerrillero nacionalista que nace por el fraude electoral contra el candidato de la Alianza Nacional Popular (Anapo), el exdictador Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), en las elecciones de 1970. Fue un movimiento guerrillero inspirado en los ideales libertarios de Simón Bolívar. Por eso su espada fue el principal símbolo de su lucha armada.
Sus cercanías a las ideas políticas Bolívar explican hasta cierto punto su alianza con el Movimiento de Salvación Nacional del extinto líder conservador, Álvaro Gómez Hurtado. Se trata de una alianza clave y determinante para impulsar la Asamblea Constituyente de 1991, que originó la Carta Política que rige en Colombia, debido a que el M-19 compartía con Gómez Hurtado la tesis de las reformas profundas del régimen imperante en el país.
Por la misma naturaleza de la filosofía nacionalista y el ideario bolivariano, que originó el nacimiento del partido conservador, se explica por qué varios ex militantes del M-19 hacen parte del partido político Centro Democrático del expresidente Álvaro Uribe Vélez.
Petro es un seguidor del ideario de la izquierda liberal que ha gobernado a Colombia. La política del miedo que se difunde contra él se basa en muchas falacias. Su programa de gobierno recoge las banderas políticas y las reformas inconclusas del partido liberal, especialmente las de Revolución en Marcha del expresidente liberal Alfonso López Pumarejo, las políticas de restauración moral del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, la moralización política y la lucha contra el narcotráfico del liberal Luis Carlos Galán Sarmiento y las tesis de Gómez Hurtado sobre un acuerdo sobre lo fundamental.
Las reformas que plantea son idénticas a las que ha formulado el Partido Liberal desde el siglo XIX y son las que requieren Colombia para reorientar su desarrollo económico y pasar de una economía extractivista de minerales a una economía basada en una revolución agrícola e industrial.
Su propuesta sobre la reforma agraria es similar a la que planteó el liberalismo en 1936, en 1962 y en 1968. Sus planteamientos no son para convertir a Colombia en un país socialista como Venezuela, Cuba o Nicaragua, sino para modernizar el Estado y adecuar su aparato productivo a los cambios en un capitalismo progresista.
Petro que no es el primer presidente de izquierda ya lo fueron Alfonso López Pumarejo y Ernesto Samper Pizano, tampoco es el primer exguerrillero que ocupa la presidencia ya lo fueron Antonio Nariño, Camilo Torres, Simón Bolívar, Francisco Paula Santander, José María Obando, José Hilario López, Tomás Cipriano de Mosquera, entre otros.