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Hace quince años, Bolaño trepaba por Chile…
Lunes, Abril 14, 2014 - 16:30

Invitado a ser jurado en un concurso de cuentos, Bolaño regresaba a su país luego de más de veinte años de ausencia. El reencuentro es explosivo y nada de fácil.

La imagen hace recorrer un airecillo helado por la espalda. Santiago de Chile, años 80. Jóvenes y creativos escritores se reúnen en la casa de una acomodada muchacha, en pleno barrio alto. En noches de toques de queda, la concurrencia divaga sobre la inmortalidad de las letras, en medio de tragos y música, mientras la carga eléctrica del hogar baja a veces por extrañas razones. El marido de la dueña de casa, en tanto, cumple raras labores en los sótanos del lugar.

Uno de los concurrentes, algo pasado de copas, comienza una búsqueda frenética y desordenada por el baño. Aparentemente se equivoca de puerta, baja por unos escalones oscuros, camina por un pasillo desconocido y su periplo es detenido por un bulto extraño tirado en el suelo, de inclasificable pero inconfundible apariencia humana.

El joven recupera la lucidez perdida por la algarabía del piso de arriba. No se acuerda ya de su necesidad fisiológica. Vuelve a la fiesta un tanto asustado y confundido. Acaba de hacer un hallazgo que nunca debió descubrir…

TÍTERES SIN CABEZA

La historia fue revelada en marzo de 1999 por Roberto Bolaño, en un quemante artículo para la desaparecida revista española Ajoblanco, en el que reflexionó cómo había visto Chile al regresar por primera vez luego de 25 años. Durante el último trimestre de 1998 la publicación chilena Paula lo había invitado a ser jurado en un concurso de cuentos y aceptó viajar para dirimir con los otros miembros en torno a lo premios.

Fue un reencuentro complejo. Pero que dio sus frutos, porque el medio literario nacional se adentró sin vaselina a su particular propuesta estética, logrando concitar interés para que volviera a la Feria del Libro de Santiago, hace exactamente diez años. Sólo a meses de iniciarse dicho evento, publicó su artículo en Ajoblanco cuyo título fue “El pasillo sin salida aparente”.

En el escrito, Bolaño no dejó títere con cabeza. Con una especial dosis de ironía, y con la espeluznante anécdota del tropiezo con el un bulto humano como corolario, describió las fiestas que una parte del mundillo literario chileno realizaba en la casa de Mariana Callejas, una escritora que -según varios colegas- poseía un atractivo talento, pero que -al cabo del tiempo- reveló un penoso “pero”: era esposa de Michael Townley, agente de la Dina (al igual que ella), quien -entre otras labores- torturaba prisioneros políticos en el sótano de su casa.

NOCTURNO DE CHILE

La agente literaria Jovana Skármeta, en tanto, recuerda que el paso de Bolaño por la Feria del Libro el año 1999 fue explosivo: “Lo principal es que la gente en Chile lo conoció y, sobre todo, pudo leerlo, lo que para él fue extraordinariamente gratificante. Siempre tuvo prestigio y lo que ocurre en la actualidad es el típico fenómeno que pasa cuando un autor muere joven: quiere saberse más de él”.

Luego de su paso por la feria edita “Nocturno de Chile”, esta vez su impresión literaria sobre el país, en el que establece -por ejemplo- la figura de Sebastián Urrutia Lacroix (un cura Opus Dei que es crítico literario) y María Canales (una agente de la Dina que organiza fiestas en su casa). Originalmente el libro se llamaría “Tormenta de mierda”, pero finalmente aceptó cambiarlo por uno más calmado.

El origen del nombre estaba en un sueño que se le repitió muchas veces antes de volver a Chile. Se veía regresando en tren hasta la Estación Mapocho. Al bajarse se percataba que no tenía ni pasaje de vuelta ni dinero, el cielo empezaba a nublarse y la lluvia se hacía inminente, mientras se daba cuenta -además- que andaba en ropa de verano.

Algo muy parecido a lo que le pasó hace una década, en la Feria del Libro, en plena Estación Mapocho de Santiago de Chile.

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Revista Cultura y Tendencias