Tras el terremoto, el país tiene grandes escollos por delante. Analfabetismo, débil infraestructura, corrupción y décadas de turbulencia política son algunos de sus desafíos.
Puerto Príncipe. Los líderes de Haití podrían apuntar a cierto progreso desde que un poderoso terremoto devastó al país, pero sobrevivir al caos, hambre y a las insoportables pérdidas de las primeras semanas podría ser la parte más fácil de una larga recuperación.
Desde la catástrofe del 12 de enero en la que murieron hasta 200.000 personas y cerca de 1 millón quedaron sin casa en la nación de 9 millones de habitantes, las autoridades y trabajadores de ayuda han sacado decenas de miles de cuerpos de los escombros, entregado provisiones de agua en campamentos de refugiados y crearon un sistema de distribución de alimentos.
Algunos policías han vuelto a las calles, las escuelas de las áreas no afectadas abrirán el lunes, las comunicaciones están funcionando y algunos negocios han reabierto sus puertas.
"El 13 de enero despertamos sin teléfonos, con miles de muertos en las calles, y hoy los teléfonos están funcionando, ya no hay muertos en las calles. Hemos recogido a más de 150.000, pero aún quedan cuerpos bajo los escombros y veremos cómo podemos sacarlos", dijo a Reuters el presidente Rene Preval esta semana.
Pero Haití tiene grandes escollos por delante, siendo ya el país más pobre del Hemisferio Occidental antes del terremoto, lidiando con el hambre generalizada, y analfabetismo, débil infraestructura, corrupción y décadas de turbulencia política.
El Gobierno, con ayuda internacional, debe entregar refugios, salud y servicios sanitarios para las regiones que quedaron devastados y hacerlo antes de la temporada de huracanes - y su riesgo de temporales e inundaciones - alcance su máximo en julio.
La seguridad es uno de los grandes desafíos.
El terremoto debilitó las fuerzas de seguridad del país, provocando saqueos y dejando a mucha gente más vulnerable que nunca a las pandillas criminales de la capital. El éxodo a las zonas rurales podría contribuir también a la propagación de los problemas rurales.
Descentralizar. "Mientras la comunidad internacional empieza el largo camino de la coordinación y la colaboración la vida diaria en Haití requerirá un ambiente seguro y estable si las tareas de reconstrucción de la nación van a realizarse", dijo Johanna Mendelson Forman, ex asesora de la misión de la ONU en Haití y socia del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington.
"Si los haitianos comunes sienten nuevamente que no pueden volver a algún nivel de normalidad por el aumento del crimen, o saqueos, entonces podríamos ver un despliegue mucho más prolongado de fuerzas estadounidenses y otros estados amistosos aumentando las fuerzas de la ONU en el corto plazo", agregó.
Si el país no puede garantizar o evitar que funcionarios corruptos roben o malversen la ayuda, los donantes extranjeros perderán interés en financiar los ambiciosos esfuerzos de recuperación.
Preval dice que Haití debe descentralizarse estableciendo negocios - y a sus trabajadores - fuera de la capital, que expertos dijeron albergaba a más de dos millones de personas y tiene una infraestructura para sólo 200.000.
El presidente quiere además conservar los proyectos para infraestructura global que se habían iniciado antes del desastre. Expertos concuerdan que el programa de recuperación de Haití no puede concentrarse exclusivamente en la capital.
Las escuelas reabrirán en áreas que no fueron afectadas por el terremoto el 1 de febrero. Como con tantos de los desafíos por delante, el sistema educacional de Haití tenía grandes problemas antes de la catástrofe. La tasa de analfabetismo se estima en poco menos del 50 por ciento y la mayoría de los estudiantes recibe sólo educación básica.