Más de 700 mil personas que quedaron sin hogar están amenazadas con la próxima temporada de lluvias. El gobierno y las agencias aceleran planes para su reubicación.
Puerto Príncipe. Sentado en una mesa, David Delva intenta compilar una lista de unas 12.000 personas que ahora viven a cielo abierto en un barrio pobre que colapsó tras el terremoto del 12 de enero en Haití.
Luego de dejar sus casas destruidas, los residentes locales construyeron rápidamente refugios improvisados con pedazos de metal, cartón, plástico y sábanas, al igual que cientos de escuálidos sobrevivientes que ahora viven en campamentos en Puerto Príncipe.
Con la próxima temporada de lluvias amenazando con añadir más miseria a las más de 700.000 personas que quedaron sin hogar en la devastada capital, el gobierno de Haití y grupos de ayuda internacional están debatiendo con urgencia cómo y dónde alojar a los sobrevivientes mientras avanza el proceso de recuperación.
"Si no obtenemos algunas carpas, cuando venga la lluvia estaremos en grandes problemas", dijo Delva, un ex jefe de la policía que ahora está a cargo de una comisión de seguridad en un barrio conocido previamente como "Alfombra Roja", por sus índices de violencia.
Luchando para poner en pie a su empobrecido país luego del catastrófico terremoto que causó la muerte de hasta 200.000 personas, el gobierno del presidente Rene Preval ha pedido a los grupos de ayuda que donen al menos 200.000 tiendas de campaña para alojar a quienes quedaron en la calle.
Algunos ministros han señalado que los sobrevivientes serían reubicados en asentamientos temporarios fuera de la capital. Peso estos campamentos no se han materializado hasta el momento y algunas agencias de ayuda internacional dicen que deberían centrarse en una solución a largo plazo.
"No queremos movernos, necesitamos que vengan acá porque ya estamos organizados", sostuvo Delva, quien escribía los nombres de los residentes para recibir los suministros de un grupo de asistencia.
Al igual que muchos campamentos surgidos en los días y semanas posteriores al sismo, la vida está regresando a la normalidad en este barrio, con personas que venden frutas y vegetales y niños que hacen volar cometas hechas con ramitas y bolsas plásticas.
Voluntarios patrullan de noche para evitar una de las dos mayores preocupaciones de la comunidad: prisioneros que escaparon de las cárceles y los tradicionales "brujos", quienes buscan tomar ventaja de los supersticiosos, indicó Delva.
Largo plazo. El comienzo de la temporada de lluvias en marzo podría causar inundaciones y el colapso de más edificios en la arruinada ciudad, además de incrementar el riesgo de enfermedades.
"Si llueve es un desastre (...) Lo que necesitamos con urgencia son carpas", declaró a Reuters el senador haitiano Wencesclass Lambert. "Necesitamos carpas grandes, para instalar escuelas por ejemplo, y pequeñas. Por ahora 200.000 es lo razonable", sostuvo.
Los ministros a cargo de la vivienda y la distribución de alimentos reiteraron el pedido de tiendas de campaña.
Pero la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid, por su sigla en inglés), que supervisa los esfuerzos de recuperación estadounidenses en Haití, dice que las carpas temporales pueden ser costosas y poco prácticas.
En lugar de eso, Usaid lleva adelante un plan para reforzar los actuales campamentos improvisados con materiales sólidos de construcción y escombros reciclados. Los funcionarios de ayuda estadounidenses lo llaman "pensar más allá de la carpa".
Usaid dijo que sus propuestas fueron bien recibidas en dos reuniones la semana pasada con el presidente Preval.
Pero al gobierno haitiano y algunos trabajadores de asistencia les preocupa que la reconstrucción pueda ser muy larga y que decenas de miles aún no tengan donde vivir cuando el 1 de junio comience la temporada de huracanes del Atlántico, que con frecuencia ha golpeado fuertemente a Haití.