Montados en sus motocicletas y cargando de armas pandilleros, que pudieron escapar de la cárcel producto de los daños que causó el terremoto, volvían a Ciudad del Sol, uno de los puntos más conflictivos del país.
Ciudad del Sol. Miembros de pandillas fuertemente armados que en el pasado lideraron la mayor barriada de Haití han retornado con un aire de venganza desde que el terremoto del martes dañó la Penitenciaría Nacional, lo que le permitió escapar a 3.000 prisioneros.
La pacificación de Ciudad del Sol había sido uno de los pocos logros indiscutidos del presidente René Preval, desde su asunción en el 2006, hasta que el terremoto devastó a Puerto Príncipe.
"Es natural que vuelvan allí. Este siempre ha sido su lugar fuerte", dijo policía en referencia a la barriada en la que habitan 300.000 personas.
El oficial y otros policías, que pidieron no ser nombrados porque no estaban autorizados para hablar sobre la volátil situación en Ciudad del Sol, dijeron que las pandillas se habían hecho sentir desde el terremoto.
Si la violencia explotara a gran escala, ante el caos y los saqueos que han crecido hora a hora en Puerto Príncipe desde el temblor, podría representar un fuerte desafío para restablecer la ley y el orden en la capital haitiana.
Los miembros de las pandillas han sido criminales durante toda su vida. Los pandilleros son reconocidos como una clase diferente en los beneficios que reciben tras el terremoto.
Montados en sus motocicletas y cargando rifles y armas que se creen que le quitaron a los guardias de la prisión durante el terremoto, los miembros de la banda incluyen a un asesino a sangre fría conocido como "Blade".
Según comentarios locales, los pandilleros fueron hasta las ruinas del colapsado Ministerio de Justicia de Haití el sábado por la mañana y las prendieron fuego para destruir los registros sobre su historial criminal y encarcelación.
Cuando reporteros de Reuters ingresaron a la Penitenciaría Nacional el viernes, había pocos registros de los prisioneros que allí habitaban. Muchos de ellos habrían sido incinerados en una celda pequeña y sin ventanas.
Asaltos y tiroteos. Más allá de lo que haya pasado dentro de la prisión, el recinto no parecía haber sido dañado fuertemente durante el terremoto. No había cuerpos allí y la única señal de vida eran dos perros escondidos en una celda llena de colchones.
De los 3.000 presos que escaparon el martes, muchos eran violentos criminales con un pasado ligado a Ciudad del Sol, una barriada junto al mar que ha sido considerada un potente símbolo del país más pobre de América.
"Salieron de la cárcel y ahora andan por ahí tratando de robarle a la gente. "Anoche estuvieron disparando todo el tiempo", dijo Elgin St. Louis, una mujer de 34 años que vive en esa barriada.
"Tememos su regreso", dijo otro residente, un joven que dijo llamarse Forrestal Champlain. "Están armados, no tienen moral y pueden hacer cualquier cosa", agregó.
A pesar de la oposición verbal a las pandillas, el resentimiento contra el Gobierno es alto en Ciudad del Sol, que era un bastión de apoyo del ex presidente Jean-Bertrand Aristide.
Las viviendas del lugar aún poseen los agujeros que dejaron las batallas entre las pandillas y los cuerpos de paz de Naciones Unidas, que han estado en Haití desde el 2004 y fueron utilizados por Preval desde su asunción para establecer el control de Ciudad del Sol.
Sin embargo, un residente del lugar dijo: "Preval no manda aquí. No hay nadie a cargo, salvo los jefes de las pandillas".