Maribel Ramírez Coronel, Periodista en temas de economía y salud para El Economista.
Si en México la mitad del gasto en salud sale directamente del bolsillo de los mexicanos, es un hecho que esa mitad ya es medicina privatizada. Y esa gran inversión privada en la salud se ha ido dando de manera forzada, sobre todo porque las instituciones públicas no se dan abasto.
El problema es que esa parte del sistema de salud está desarticulada, desorganizada y no ofrece la mejor atención en salud, al menos no a la base de la pirámide que es el segmento de la población con menores recursos y mayores necesidades.
El tema fue abordado, junto con muchos otros, durante el Congreso de la Industria de Dispositivos que se llevó a cabo por dos días en la ciudad de México.
En ese evento organizado por el corporativo británico eyeforpharma, los directivos de la industria de dispositivos y tecnología médica hablaron de cómo ante las complicaciones económicas, el desliz cambiario y la austeridad presupuestal, el sector evalúa sus escenarios para ver cómo seguir creciendo y concluye que existen los elementos para crear un modelo disruptivo y encontrar la manera de darle al paciente lo que requiere, que es lo más importante.
Hay que reorganizar el gasto privado, fue una de las conclusiones. Y para ello se requiere que trabaje conjuntamente no sólo la industria de medicamentos con la de equipamiento, software y tecnología médica, sino también la industria aseguradora (la financiadora) y la hospitalaria.
El nombre del juego se llama articulación de esfuerzos. Y ya buscan alternativas que no dependan de venderle al gobierno, sino encontrar la manera de hacer llegar servicios y atención al paciente en función de su capacidad de gasto, porque la atención médica no necesariamente tiene que ser cara.
En ese sentido se mencionan nuevos modelos de acceso para llegar al paciente. Por un lado, para la industria de dispositivos está pasando a la historia el modelo de compra-venta directa donde el Gobierno o el hospital compraba, pagaba y la empresa vendía su producto. Incluso los modelos de Servicios Integrales y Subrogación no las ven como las mejores opciones porque no han dado mayores resultados.
Los que hoy se vislumbran con mayor potencial son las Asociaciones Público Privadas (APP) y el Pago por Desempeño, lo que implica mucho mayor participación y compromiso de las empresas en la prestación del servicio y la atención médica, e incluso en la formación de recursos humanos dada la insuficiencia de profesionales de la salud, sobre todo bien capacitados.
Y la industria de dispositivos ve un gran potencial en el país ante la baja aplicación de tecnología de última generación. De hecho, frente al número 13 mundial de la industria farmacéutica mexicana, la de dispositivos está en el número 30.
Hay un dato contundente: el presupuesto del IMSS para equipo médico será de $2.000 millones de pesos (más de US$ 103 millones), cuando su costo operativo de un solo día es de $1.000 millones (cerca de US$ 51,9 millones), es decir el IMSS gasta dos días de su gasto operativo para el equipamiento médico de todo el año.
El enfoque, por tanto, no es reducir costos de tecnología y comprarla a costos más económicos, porque representa no más de 1% del gasto de salud en México, sino más bien cómo subir la eficiencia del sector salud público y privado, y en ello deben trabajar todos.
El punto es que se están dando los incentivos para generar un movimiento empresarial dentro del sector salud para ubicar nuevas estrategias para hacer llegar una mejor atención médica al paciente. Y esto porque no se ve para cuándo vaya a concretarse la esperada reforma al sistema de salud; al menos no se dará en este sexenio.