Hartos de la crisis política, los hondureños quemaron la noche del jueves muñecos de quienes ven como culpables de la crisis, incluido el propio mandatario depuesto.
Germania, Honduras. Hartos de la crisis política en la que se hundió el país con el golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya, los hondureños quemaron la noche del jueves muñecos de quienes ven como culpables de la crisis, incluido el propio mandatario depuesto.
La figura del presidente de facto Roberto Micheletti, así como la del mandatario de Venezuela, Hugo Chávez, ardieron entre un estruendo de petardos en los últimos minutos del 2009 en las calles de Germania, una pequeña aldea al sur de Tegucigalpa.
La escena se repitió en varios puntos de la capital y en zonas rurales en una tradición llamada "la quema del año viejo", donde la población del empobrecido país centroamericano hace una especie de catarsis de sus problemas sociales y políticos.
"Ellos tres (Zelaya, Micheletti y Chávez) tienen la culpa de todo lo que ha pasado, nos han hecho mucho daño", dijo Luis Lagos, propietario de un negocio de tapicería de muebles de 22 años y fabricante de monigotes en Germania.
Zelaya fue derrocado el 28 de junio por militares que lo expulsaron del país y en su lugar asumió Micheletti, quien pese a las enormes presiones internacionales, incluso de Estados Unidos, se mantiene en el poder y se ha negado a restituir al mandatario, un aliado de Chávez.
Esta alianza de Zelaya, del tradicional Partido Liberal, fue lo que despertó la irritación de políticos y empresarios en un espiral de inestabilidad que culminó con el golpe, justo el día en que el mandatario planeaba una consulta popular que abriría paso a la reelección presidencial.
Los detractores de Zelaya, e incluso el presidente electo en noviembre, Porfirio Lobo, aseguran que planeaba perpetuarse en el poder influenciado por Chávez.
"Ellos son responsables de todos los problemas económicos y del temor que sufrimos este año desde el golpe de Estado", dijo Lagos, aludiendo a la inestabilidad del país, que vio caer la vital ayuda internacional y derrumbarse la economía, que ya venía castigada por la recesión de Estados Unidos.
Monigotes y petardos. El monigote de Micheletti, con su cabello canoso y vestido con un traje negro y corbata, ardió junto con el de Zelaya, que lucía un abundante bigote negro y su característico sombrero campesino de ala ancha, junto con Chávez, de uniforme militar.
En Germania, pobladores observaron la quema de los monigotes en medio de estallidos de petardos, gritos de 'feliz año nuevo' y abrazos, mientras se escuchaba una canción de reggaeton que decía: "lo que pasó pasó entre tú y yo".
La quema de monigotes, fabricados con telas viejas, esponja, aserrín, pedazos de cuero y alfombra es una tradición en Honduras y también en otros países latinoamericanos, que ligan este ritual con la esperanza que genera la llegada de un nuevo año.
Otoniel Martínez, otro tapizador de muebles de Germania, fabricó un Chávez también vestido de militar al que sentó sobre un cañón, en alusión a amenazas que el líder venezolano lanzó contra Honduras ante la negativa del Gobierno de facto a devolver el poder a Zelaya.
"Micheletti, Zelaya y Chávez nos han dañado, ya deben quedar en el pasado, ya deben desaparecer de la vida del país. Ojalá que Porfirio Lobo nos gobierne bien, si no le tendremos que hacer su monigote el otro año", dijo Martínez.
Lobo, que asumirá el 27 de enero aún sin el reconocimiento de muchos gobiernos latinoamericanos, debe resolver antes la situación de Zelaya, que permanece refugiado en la embajada de Brasil en Tegucigalpa desde septiembre, cuando regresó clandestinamente al país.
Unos 200 partidarios de Zelaya terminaron poco después de la medianoche una fiesta en una calle cercana a la embajada brasileña, donde el mandatario celebró la llegada del nuevo año junto a su familia, cantando y tocando la guitarra.