Diversos estudios recientes constataron que la productividad, la creatividad y la moral en el lugar de trabajo se ven perjudicados a medida que una sociedad capitalista, que cada vez se mueve a un ritmo más acelerado, y la necesidad humana de satisfacer su REM, chocan en busca de atención.
Es muy conocida la declaración de Margaret Thatcher de que ella sólo necesitaba dormir cuatro horas por la noche. Se comenta que Marissa Mayer, consejera delegada de Yahoo, duerme seis horas y que Tom Ford, ejecutivo del sector de la moda, se enorgullece de decir que duerme sólo tres horas. Pero el resto de nosotros necesitamos más horas de sueño, sin embargo eso es cada vez más difícil de conseguir. La globalización, la flexibilización del horario laboral y el trabajo en casa vía teléfono inteligente —siempre conectado— están robando el sueño de muchos trabajadores, y las consecuencias van más allá de llegar a la oficina con ojeras. Diversos estudios recientes constataron que la productividad, la creatividad y la moral en el lugar de trabajo se ven perjudicados a medida que una sociedad capitalista que cada vez se mueve a un ritmo más acelerado, y la necesidad humana de satisfacer su REM [etapa esencial del sueño] chocan en busca de atención.
“La posibilidad de acceder a tareas relacionadas con el trabajo a través de los medios digitales hace más difícil mantener separadas las fronteras entre el trabajo y el resto de la vida, y el sueño ciertamente es una parte importante de la vida que todos necesitamos”, dice Stewart D. Friedman, profesor de Gestión de Wharton y director del Proyecto de Integración Trabajo/Vida (Wharton’s Work/Life Integration Project). “La contrarrevolución que está surgiendo ahora es, básicamente, una negociación en términos de accesibilidad. Se trata de un desafío para el empleado que quiere estar comprometido, y que desea ser percibido de esa forma”.
Nancy H. Rothstein, consultora corporativa de sueño, dice que la falta de sueño es simplemente una epidemia de salud pública. “Sabemos que ser un trabajar con horario es algo duro para el cuerpo, y hoy en día es como si prácticamente todo el mundo trabajara de esa manera, porque estamos todos haciendo una cantidad enorme de cosas todo el tiempo, y a nuestro cuerpo le gusta la coherencia”. Pero pocas empresas están haciendo algo al respeto. “Me gustaría poder decir que ésa es la última novedad, pero para mí es el eslabón perdido que está siendo ignorado”, añade Rothstein. “Los empleadores están tomando conciencia de eso, pero en cuanto a hacer algo al respecto, a dar el próximo paso, estamos dando los primeros pasos”.
Dormir pronto a causa de la productividad
Los americanos tienen una relación profundamente incómoda con el sueño. Cerca de 2/3 de ellos dicen que sus necesidades de sueño no están siendo satisfechas durante la semana, según una investigación de 2011 realizada por la Fundación Nacional del Sueño. Más de la mitad dice que tiene problemas para dormir cada noche o casi cada noche. Entre los adultos de 19 a 64 años, un 15% de los entrevistados dijeron que dormían menos de seis horas por noche durante la semana. Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades manejan un número mucho más elevado que ese: un 30%, o más de 40 millones de los trabajadores americanos. Las necesidades de sueño varían, pero de manera general una noche de sueño de siete a nueve horas —bien dormidas— es un número considerado ideal por los especialistas.
Pocas horas de sueño, o una noche mal dormida, con frecuencia establece el tono del resto del día. Nancy Rothbard, profesora de Gestión de Wharton, constató que el trabajador tiende a mantener el humor con que llega al trabajo todos los días. En un estudio sobre una empresa de call-center incluida en la lista Fortune 500, Rothbard y Steffanie L. Wilk, de la Universidad Estatal de Ohio, identificaron ciclos virtuosos y nocivos. “Quien llegaba al trabajo con un humor más negativo que el normal era menos productivo”, dice Rothbard sobre su investigación titulada “Despertar en el lado equivocado de la cama: humor al inicio de la jornada laboral, eventos relacionados con el trabajo, estado emocional del empleado y rendimiento” [Waking Up On the Wrong Side of the Bed: Start-of-Workday Mood, Work Events, Employee Affect, and Performance]. “Las personas que comenzaban el día con una actitud negativa se desvinculaban más del sistema, y estaban menos disponibles para los clientes”, dice. “Por otro lado, cuando llegaban con humor más positivo de lo normal, usaban menos tics verbales y términos técnicos, y con eso se expresaban de manera más profesional gracias a su buen humor”.
De hecho, el mal humor es sólo la punta del iceberg de las consecuencias a que se enfrenta una nación privada de sueño. La carga financiera asociada a la pérdida de productividad debido al insomnio es inmensa, cerca de US$ 2,280 por trabajador, o US$ 63.200 millones de la fuerza de trabajo americana, según un estudio de 2011: “Insomnio y fuerza de trabajo en EEUU“, publicado por el periódico Sleep.
James B. Maas, psicólogo y pionero en la especialización de estudios sobre el sueño, dice que las empresas cada vez incluyen más la educación del sueño en su programa de bienestar. Inventor de la expresión power nap [algo así como siesta reparadora], Maas dice que imparte charlas y workshops para 50 a 70 grupos al año, la mayor parte de ellos en empresas. “Es la principal queja que las personas tienen cuando van al médico, que suele recetar píldoras para dormir o dice que acepten la situación”, observa. “Eso se debe a la ignorancia, porque ¿dónde está la educación del sueño en el currículo de las facultades de medicina? Hoy, tenemos 89 trastornos diferentes del sueño diagnosticados, y la mayor parte de los médicos conoce cinco. Por lo tanto, aunque usted fuera al médico, hasta hace muy poco era imposible conseguir ayuda”.
Varios años de estudios muestran que hay peligros reales derivados del déficit de la cantidad o de la calidad del sueño. Circadian, empresa de Massachusetts especializada en dotación de personal, programación, entrenamiento y cuestiones de gestión de riesgo relacionadas con la fatiga del trabajador, enumera los siguientes riesgos: tiempo de respuesta más tardío, aumento del número de errores, pronunciación errada de palabras o pronunciación confusa; dificultad para dirigir; intensificación del comportamiento arriesgado e incapacidad de desarrollar nuevas estrategias basadas en nuevas informaciones. Preocupaciones de ese tipo son viejas conocidas de los empleadores de camioneros, operadores de trenes e instituciones médicas, con largas jornadas y vidas en riesgo. Pero la preocupación se extendió ahora al reino del cuello blanco.
“Empleadores con trabajadores en fábricas siempre se han preocupado de eso, porque siempre hubo la percepción de que la fatiga tenía como resultado accidentes y problemas relacionados con la seguridad ocupacional y la gestión de la salud [OSHA, en las siglas en inglés]”, dice Rothbard. “Pero creo que estamos hablando de un fenómeno un poco diferente, de móviles que nunca se desconectan y donde las fronteras entre trabajo y no trabajo son cada vez más difusas”.
Trastornos del sueño y sueño alterado
Ver de un sólo golpe todos los episodios de la temporada de una serie en Netflix priva a algunas personas de sueño, pero para la mayoría de los adultos el trabajo es el culpable. En diciembre, una investigación de American Times Use Survey con cerca de 125.000 personas con edades a partir de 15 años, todos ellos individuos conocidos como short-sleepers (personas que duermen menos de seis horas por noche), constató que ellos señalaron la televisión, el trabajo en casa, el desplazamiento hasta el lugar de trabajo y la socialización como actividades en las cuáles se involucraban en lugar de dormir. Pero el trabajo fue señalado, de lejos, como el mayor culpable. “La evidencia de que el tiempo dedicado al trabajo era el principal ladrón del sueño fue sorprendente”, dijo en diciembre Mathias Basner, profesor asistente de sueño y cronobiología en psiquiatría de la Facultad Perelman de Medicina de la Universidad de Pensilvania, coautor de un estudio en asociación con Andrea M. Spaeth y David F. Dinges. La culpa es de la tecnología o, por lo menos, de nuestra incapacidad de regularla.
Para Friedman, es cada vez mayor la conciencia acerca de la relación entre el sueño y el lugar de trabajo como parte de un continuum. “Es un gran movimiento hacia adelante que toma por base el movimiento del potencial humano de los años 60 y 70 promoviendo al mismo tiempo el bienestar”, dice. “Y es gran parte a causa de los aspectos económicos de la salud y del volumen cada vez mayor de evidencias de que la productividad, la atracción y la retención de talento dependen del cuidado de la persona, de un modo que sea bueno para la empresa y también para la familia y para la comunidad”. Friedman también duerme bastante: en total, él duerme de dos a tres veces al día. “Encuentro lugares muy interesantes para dormir”, dice. Animar a dar una cabezada en el lugar de trabajo es una innovación, a veces eso se hace mediante la introducción de nap pods [camastros semiabiertos donde la persona puede dormir]. Entre otros métodos que se están probando destacan la iluminación para la regulación de la melatonina, ofrecimiento de remuneración para la realización de cursos sobre estrategias de sueño saludable, etc. Rothstein, sin embargo, que es directora de Programas Corporativos del Sueño de Circadian, dice que aunque la siesta sea útil para algunos, los empleados que necesitan dormir en el lugar de trabajo deberían preguntarse si no hay nada más serio detrás de su fatiga.
“Las pequeñas siestas no sustituyen a una buena noche de sueño”, dice Rothstein. “Puede ayudar mucho, además de eso las salas para dormir son bonitas y vanguardistas. Pero, ¿por qué estás echando una siesta en la oficina? Eso tal vez sea un parche”. Preferentemente, saber si el empleado está durmiendo lo que debería dormir debe ser considerado parte de un programa amplio, y requiere un cambio cultural, no tiene nada que ver con la idea de que sacrificar el sueño por el bien de la empresa es una virtud de los fuertes. “La empresa no puede controlar el sueño de los empleados, pero que sí haya respeto por el sueño en la cultura de la empresa, eso lo convierte en algo meritorio”, añadió Rothstein. “Por lo tanto, nada de vanagloriarse de que duerme poco”.
Rothstein, que ofreció servicios de consultoría para Procter & Gamble y para Hyatt sobre educación del sueño, dice que un buen programa sobre el asunto divide a los trabajadores en categorías: los que no necesitan nada más que algunas pistas sobre la rutina del sueño, y los que deben consultar un médico para ayudarles con problemas más serios como la apnea obstructiva del sueño. Para empleados con problemas relativamente menores de sueño, Rothstein recomienda desconectar los aparatos tecnológicos por lo menos una hora antes de ir a la cama, eliminando así la interferencia con la producción de melatonina; evitar tomar vino antes de dormir, aunque el vino puede hacer que la persona se duerma más deprisa, interfiere con los ciclos del sueño más tarde durante la noche, además de no consumir cafeína cerca de seis horas antes de acostarse.
“Cuando la persona entienda cuál es su problema, las soluciones saldrán a relucir rápidamente”, dice Rothstein. “A menos que usted tenga un trastorno del sueño, todo es muy simple. Digo que muchos de nosotros tienen lo que llamo patrones de sueño desordenados”.
Buenas noches, smartphone
Además de los males genuinos del sueño, Friedman observa que hay un elemento adictivo en la tecnología que hace difícil para el trabajador resistirse al envío de sólo un correo más antes de cerrar los ojos. “Tenemos esas herramientas con las cuales no crecemos, y en la historia de la humanidad los avances tecnológicos siempre precedieron el conocimiento social y cultural de cómo aprovechar el poder de una nueva manera de hacer las cosas”, dice Friedman. “Es un proceso de ensayo y error. El problema es universal: la persona siente que tiene que dar una respuesta. Existe alguna cosa en esas herramientas que juega con los receptores de placer que nos hacen sentirnos bien cuando estamos conectados”.
A veces, sin embargo, es preciso actuar como un adulto. Algunos empleadores están desconectando el servidor de correo después de un cierto tiempo para dar la misma oportunidad a los empleados que no consiguen controlar el impulso de conectarse y los que quieren fijar un límite entre trabajo y casa. Friedman dice que un término medio sería permitir al empleado el acceso al correo después de la jornada laboral en casos especiales. “Las empresas serias, que permiten y animan efectivamente a las personas a fijar límites para su vida, especialmente respecto al sueño, serán aquellas que conseguirán los mejores acuerdos”, dice Friedman, “y eso, en última instancia, es lo que inducirá al cambio”.
Sin ningún esfuerzo por parte del empleado o del sindicato, existe sólo un catalizador obvio para una nueva mentalidad post-tecnología. Maas observó que todas las veces que él da una charla o hace un workshop en IBM, Apple o Gap —o para New York Jets—, la idea se extiende. “Ahora que se espera de las personas que trabajen un número mayor de horas, el desinterés de parte de las empresas está cambiando”, dice Maas. “Hoy, las empresas, principalmente por la insistencia de las compañías de seguros y de las personas, están introduciendo programas de bienestar, pero la gran mayoría se preocupa sólo de ejercicios y nutrición. Pero el ejercicio y la nutrición no producen ningún bien sin una buena noche de sueño, y hoy en día no hay quien no tenga ese problema. “Maas cita como factor particularmente significativo un estudio de 2014 de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania: al contrario de la creencia popular, intentar compensar el sueño perdido puede no tener un efecto plenamente restaurador, además de provocar daños irreversibles, tales como la pérdida de neuronas necesarias para la cognición ideal. Muchos dicen que los estudios que evidencian una correlación entre déficits de sueño, condiciones como enfermedad cardíaca, diabetes tipo 2, cáncer y Alzheimer prematuro están finalmente ganando la atención de las empresas.
“En EEUU, es el business case el responsable de ese cambio”, dice Rothbard. “Se trata, sin lugar a dudas, de una evolución paulatina. Si hubiera la percepción de que estamos siendo menos productivos a causa de la penetración del trabajo en el espacio del no trabajo, o que eso está perjudicando la capacidad de la empresa de retener buenos profesionales, entonces es porque ha llegado la hora de despertarse”.