El hispanista dice que en la dictadura eran "imprescindibles historiadores británicos, franceses y norteamericanos" y afirma sentirse "implicado en la lucha por los derechos de las víctimas".
El autor de origen irlandés nacionalizado español Ian Gibson escribió una biografía sobre José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange, el partido fascista que luego incorporó Franco a su sistema político. También ha escrito sobre Queipo de Llano, el general sublevado que tomó Sevilla y cuyos discursos de radio buscaban atemorizar al enemigo, o sobre los fusilamientos en Paracuellos. Sin embargo, lo que le ha consagrado son sus trabajos sobre el poeta Federico García Lorca.
- Aunque ha escrito mucho sobre la Guerra Civil española y sus protagonistas, sus obras más conocidas son las dedicadas a Lorca, el más famoso de los fusilados en la contienda. ¿Por qué es un tema controvertido todavía el de las fosas comunes en España y el de las exhumaciones?
- Yo, realmente, no he escrito tanto sobre la Guerra Civil española y sus protagonistas, pero algo sí. A veces hasta me confunden con Paul Preston o Hugh Thomas, y es un error. No soy historiador, sino filólogo y, sobre todo, biógrafo: Lorca, Buñuel, Dalí, Antonio Machado. Ahora bien, me siento muy implicado en la lucha por los derechos de las víctimas del franquismo. Lorca sigue siendo un desaparecido, creo que el desaparecido más famoso y más llorado del mundo. Es tremendo. La derecha española dice que no es franquista pero tiene el franquismo en los genes, en el ADN. Escudándose en la Ley de Amnistía anterior a la Constitución de 1978, se opone a que el Estado se ocupe de las reivindicaciones de las víctimas del franquismo, principalmente en lo que toca a la exhumación de los fusilados, que suman más de 115.000. Es una situación a mi juicio vergonzosa. El franquismo buscó a las víctimas de "los rojos" y les dio decente entierro. ¿Y qué pasa? La derecha actual sigue negando que los del bando vencido tengan los mismos derechos, diciendo que sería "reabrir heridas".
- Como investigador, ¿qué dificultades ha encontrado para estudiar la Guerra Civil y el franquismo posterior?
- Bajo el franquismo, tuve todas las dificultades imaginables para investigar la muerte de Lorca, como se puede imaginar. No podía ser de otra manera. Era imposible acceder a los archivos, muy difícil conseguir un "dato". Todo era historia oral, hablar y hablar, mentir y mentir, tergiversar y tergiversar. Además era necesario obrar con mucha cautela para que mis informantes no tuviesen problemas con la policía. Mis amigos historiadores, tales como el mencionado Paul Preston, me aseguran que hay archivos oficiales todavía cerrados a la investigación. Es bochornoso casi medio siglo después de la muerte de Franco.
- ¿Por qué se blindan algunos archivos con la excusa de la seguridad nacional? ¿Qué pueden tener miedo de que se descubra?
- La derecha española, consciente de la enormidad de la represión franquista, no quiere en absoluto facilitar la investigación de la misma. Esto no fue Alemania, aquí imperaron a lo largo de cuarenta años la impunidad, el silencio y la destrucción de documentos comprometedores. La derecha española se niega a aceptar que aquí hubiera un holocausto, un crimen de lesa humanidad. Es una situación muy difícil. Para mí, los principales culpables de la situación actual son los socialistas. Cuando tuvieron, a partir de 1982, una mayoría absoluta astronómica decidieron "no mover el asunto", pensando que era mejor esperar. Estuvieron catorce años en el poder y no hicieron nada. ¡Y hoy, en 2018, Franco está todavía en el Valle de los Caídos, con flores frescas cada mañana pagadas por los españoles! Como hispanista y español nacionalizado me produce auténtica vergüenza.
- La derecha española actual ni se considera heredera del franquismo ni tampoco lo condena rotundamente. ¿Por qué esta ambivalencia?
- Es más bien hipocresía. Ellos saben de dónde vienen y quiénes son. ¿O no? Sus tics antidemocráticos son patentes. Pero, claro, nunca van a decir que añoran el franquismo, aunque, de vez en cuando, se les escapa una barbaridad en este sentido, como cierto ministro del Partido Popular, cuyo nombre prefiero olvidar, que gustaba de recordar la "placidez" con la cual vivió la dictadura.
- En su opinión, ¿sigue vigente la división de las "dos Españas" enfrentadas?
- Algo de las "dos Españas" sigue existiendo, sin duda alguna. No es solo la dificultad que experimenta la derecha de afrontar la verdad de la Guerra Civil y de la dictadura sino su incapacidad para asumir la historia española de antes de 1492 y la Toma de Granada. De asumir el hecho innegable de las distintas sangres que bullen en las venas españolas. En la obra de Lope de Vega, Peribáñez y el comendador de Ocaña, el protagonista, que es Peribáñez, proclama con orgullo: "Yo soy un hombre, aunque de villana casta, / limpia de sangre y jamás de hebrea o mora manchada". Lo dice todo: el cristiano viejo sin una gota de sangre moruna o judía. No hay nadie en España que no tenga "sangre manchada". Pero aquí no se enseña ni una palabra de árabe y menos de hebreo. La gente no sabe que Madrid es árabe, también La Mancha (significa "llanura alta" en aquel idioma). Un desastre. Los españoles tienen un serio problema de identidad, no saben de dónde vienen y no saben quiénes son. Los franceses sí saben de dónde vienen y quiénes son. También los ingleses. Obviamente exagero un poco, pero no demasiado.
- ¿Siguen siendo los principales especialistas en la historia de España historiadores extranjeros? ¿Tienen más facilidad o más perspectiva para estudiar, en concreto, esta época de la Guerra Civil y el franquismo?
- Hay en España una nueva promoción de historiadores jóvenes, muchos de ellos de primera fila, entre ellos Julián Casanovas y Alberto Reig Tapia. Y algunos, ya no tan jóvenes, magníficos, como José Álvarez Junco. Pese a todo, la democracia posfranquista ha permitido en este sentido una mejora notable. ¡Ya no van a ser tan imprescindibles los historiadores británicos, franceses y norteamericanos! Eran muy necesarios durante la dictadura –pienso sobre todo en Brenan, Southworth, Thomas y Jackson– y aportaron mucho, mucho a nuestro conocimiento de la España contemporánea. Pero ya estamos en otra época y tengo que creer en la posibilidad de que España, integrada en Europa, vaya poco a poco convirtiéndose en el gran país culto con el cual uno siempre ha soñado. ¡Tiene tanto a su favor si solo se diera cuenta!